Capitulo 10 2/3

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—Sí, ella no es hija suya, solo mía —emitió un sonido parco que salía de su garganta.

—¿Y qué hiciste? —inquirí.

Levantó los hombros.

—Nada. Me dijo que si yo no quería que me dañara, lo iba a hacer a mis espaldas. Que me relajara, que tomara lo mejor de la sociedad. Me dijo: ¿tienes una familia ante los demás, tienes todo lo que quieres y necesitas?

—¿Y eso es real? Digo, ¿tienes todo lo que quieres? —dije.

Sacudió la cabeza, como tratandode recuperarse.

—Más o menos —dijo, y suspiró—. En fin, estás aquí para pasar un buen rato, no para escuchar mis dramas. ¡Digamos salud!

—¡Salud! —levanté mi copa y agregué—: Eres una gran actriz, con mucho prestigio. Muchas de las que estamos en este medio te admiramos. Digo, admiramos tu trabajo, tu desarrollo, tu carrera. Eres una gran figura de México...

—Gracias —dijo, un tanto amargada.

Llamó a un mesero con una seña especial que yo no sabría cómo describir, pero que los meseros conocían muy bien.

—Escucha —dijo—. No soy hipócrita, pero tampoco quiero que seas mi psicoanalista; con la que tengo ya es suficiente. Vamos adivertirnos.

Apareció el mesero guapo, con una copa enorme como de una extramargarita con cápsulas de diferentes tamaños y colores.

—Te recomiendo éstas —la actriz tomó una cápsula azul y quiso ponérmela en la boca.

La alcancé a tomar de sus dedos, sin ser grosera. Me la puse entre mis dientes. Mi interlocutora se volvió hacia el mesero para darle instrucciones que no escuché. Tragué la cápsula con un sorbo de mi "vodka&tonic". Ella tomó una cápsula azul y otra rosa mexicano; ingirió ambas. Levantó su copa y brindó conmigo. Y empezó a bailar al ritmo de la música, frente a mí. Lo mínimo que podía hacer era imitarla. Al principio traté de ignorar la fingida alegría con la que se comportaba, y sólo vi a la mujer; una mujer cuidada con arreglos de bisturí, la piel estirada y maquillada, con ojos enormes color verde-azul como el mar de Cancún y una mirada llena de nubarrones a punto de estallar. Quería hablar con ella, que me dijera lo que sentía. Lo prefería a seguir bailando. Me acerqué a su oído y le dije:

—¿No prefieres que nos sentemos un rato?

Hizo cara de "me vale madres" y buscamos un lugar para sentarnos. Al hacerlo, mi vestido se subió y se me vieron los calzones, pero todo mundo estaba en lo suyo y nadie más se dio cuenta. La actriz y yo éramos las más cubiertas.

—Tienes una piel de luxe... gorgeous! —exclamó, al tiempo que acariciaba una de mis piernas.

Impulsivamente detuve su mano antes de que su dedo meñique llegara a mi ropa íntima.

—Cuéntame: ¿cómo arreglaste el asunto de tu hija y tu ex? —dije.

—Renata, ¿verdad? Perdón, pero se me barre tu nombre.

—Sí, Renata. No te preocupes — contesté.

—Renata, Renata, yo no elegí esta vida. Más bien, la vida me escogió a mí. Yo no quería dedicarme a la farándula, y me dediqué a la artisteada. Quería ser una mujer normal, casada, con un hogar, y cuidar a mi familia... Eso quería... Y mírame ahora... estoy sola —señaló a su alrededor—, compartiendo con una hermosa mujer como tú... —acercó su boca a mi oído y murmuró—: Muero por besar tus senos... —entonces recorrió uno de mis senos con una mano, mientras con la otra seguía sosteniendo su bebida, que poco después dejó en una mesa cercana, y continuó hablando—: Eres una muñeca escultural...

Cerré los ojos. La pastilla estaba haciendo su efecto; la música empezó a cobrar otro sentido. Me levanté rápidamente y empecé a bailar de manera provocativa para ella, que también movía su cuerpo. Dijo que se moría de calor y me dio la espalda para que la ayudara con el cierre de su vestido; lo bajé hasta la cintura. Ella cruzó los brazos y se zafó el vestido; de un solo tirón lo dejó caer al piso y con la punta del pie lo aventó a un lado. Me impactó... No sé, me sentí aturdida; la veía toda y al mismo tiempo no quería verla... Era una sensación extraña. Se pegó a mi cuerpo y metió su lengua en mi boca... Creí que sentiría diferente, por ser una mujer... Efectivamente, sus labios eran muy suaves y delgados. Me jaló nuevamente al sillón, en el que casi me caigo. Siguió cachondeándome. Sus dedos estaban en mi vagina y yo... estaba a punto de turrón... corrida. Así, con el calzón puesto, con el vestido arremangado, con los tacones, con mi sostén... Todo estaba en su lugar, excepto yo misma... Zafé mi vestido y me abalancé sobre ella. Sólo me detenía para tomar un trago de "vodka&tonic". Cuando me di cuenta, ya estaba amaneciendo. No obstante, aún tenía el cabello bastante húmedo, la boca seca, la entrepierna pegajosa. Me incorporé; la actriz ya no estaba. En los sillones más lejanos aún había algunas parejas. Los que habían bajado su ritmo de trabajo eran los meseros. Los feos, porque al guapo ya no lo vi por ningún lado. Mi amigo, el que me había invitado, tampoco estaba.

Busqué mis zapatos, mi brasier, mi vestido, mi bolsa; traté de arreglarme. Pregunté a los meseros si tenían café. Me dijeron que no, así que pedí un refresco de cola; bebí casi todo. Pasé al baño, me lavé la cara... Sentía la boca sucia y no llevaba mi cepillo de dientes. No podía creerlo: el rímel corrido debajo de los ojos, el cabello como un nido de ave, los labios hinchados, el maquillaje y la sombra de los párpados habían desaparecido. Era una verdadera facha. Me arreglé lo mejor que pude y me fui.

Al llegar a mi casa rogué a Dios por que ningún vecino me viera llegar en esas condiciones. Por fortuna, en el auto traía una gorra y unos lentes oscuros que utilizo cuando hago ejercicio. Con eso llegué.

Me di un baño, mientras daba tiempo a que estuviera listo el café; eran las siete y media de la mañana. Salí, encendí el televisor, me puse un short, una playera, y me recosté en la sala de televisión; el café me supo a gloria. Fumé un cigarro y me quedé dormida.

Cuando desperté me moría de hambre. Fui al refrigerador: sólo había pan de caja, una rebanada de jamón de pavo y queso panela; los calenté y los devoré. Revisé mi agenda: tenía una entrevista para radio a las cuatro de la tarde. Quería ver otro rato la televisión, pero tenía que buscar mi outfit. Me di cuenta de que no quería pensar en lo que había sucedido con la actriz.

Continuara...

Yo zorra, tú niña bienWhere stories live. Discover now