A Mariana

993 20 0
                                    

Mariana, perdóname por haber nacido...

Pecados incontinentes son aquellos que requieren el menor uso de razón al cometerlos. Por eso, lo que sientes por mí tal vez sólo sea eso,un pecado incontinente. Te concedo todas las razones que tu corazón dicte para odiarme. Tienes todo el derecho de haber deseado mi muerte, mi inexistencia. De responsabilizarme de todas las cosas malas que te pasaron en la vida a partir de mi nacimiento. De ver en mí algo doloroso e insoportable. De tener la enorme responsabilidad de guiarme desde que eras pequeña. Me salí de tus parámetros; me rebelé a tus deseos, a tus ideas, a tus juicios. Te amé profundamente. Fuiste, durante muchos años, mi ídolo; quería crecer y usar tu ropa, tus zapatos, tu lugar en el mundo. Aunque no lo creas, hice muchos esfuerzos para llenar tus expectativas con el fin de hacerte feliz, pero nunca pudiste verlos porque era más fuerte tu dolor de verme crecer. Sí, crecí. No sabía el cómo ni el porqué, pero tenía que hacerlo. No podía quedarme a caminar en círculos. Crecí a pesar de ti. Amaba verte sonreír, quería hacerte feliz, pero nunca fui suficiente. Y no me dejarás mentir, pues esas cosas se sienten, se huelen. Cuando nací te di en la madre, lo sé y me duele, pero no me fue posible cambiarlo. Esas cosas vienen de allá arriba. Tú sabes, el hubiera no existe. Sería increíble que existiera, ¿no? ¿Te imaginas? Vivir en la cuarta dimensión. Cambiar el mundo a nuestro antojo. Regresar y corregir lo que no nos gusta. Evitar situaciones, nacimientos, cogidas piadosas que acaban en embarazos no deseados... En fin, un putero de cosas. Ahora, la cuestión sería, primero, aceptar abiertamente todo el rencor, el odio, el hartazgo y el fastidio que te provocó mi vida. Después, entender, o por lo menos tratar de darte cuenta, que ambas estamos aquí por razones diferentes. Sí, puedes decirme y reprocharme que me fui, que te abandoné. Y yo puedo contestarte que hubo momentos en que me cansé. Necesitaba respirar, alejarme de ti para sentirme viva, para encontrar mi lugar en el mundo. De cualquier manera, nada de lo que hiciera podía satisfacerte; por lo menos si me iba podía lograr algo por mí misma. ¿No crees? Fue necesario abandonarte para encontrarme y, en el camino, entenderte. Estoy aquí, limitada por tus ideas. Dispuesta a dar los pasos que me digas. No voy a dar ni un paso más del que me pidas, pues carece de sentido. Lo hago con mucho amor,un amor que no necesitas y que no quieres. Lamento profundamente haber nacido y, con ello, ser un motivo de dolor en tu vida. No hace falta negarlo, así me lo hiciste sentir siempre. Lamento la cantidad infinita de detalles que te hicieron sentir menos, y quiero culpar al destino de todos los acontecimientos que nos rodearon. Me hubiera gustado compartir contigo una larga caminata en Bosques o Viveros, así, sin razón alguna de por medio; abrazarte mil veces y demostrarte hasta las lágrimas cuánto te quiero. Nunca pude acercarme a ti: la rigidez de tu cuerpo, tu ser, tu voz, te hicieron impenetrable. ¿Dura tarea para una adolescente? Sí, pero no había alternativa. Ninguna de las dos tuvo la culpa. Ninguna.

 Renata  

Yo zorra, tú niña bienWhere stories live. Discover now