- ¿Era necesaria la agresión? – me quejé cuando pude reincorporarme.
- ¡Lárgate a casa chico! – me gritó el barman.
Admito que el que me hayan sacado del único bar a las seis de la mañana por orinar en la cubeta de la limpieza no es lo mejor que me haya pasado en el día, pero contemplando que mi día no ha terminado desde que empecé a beber hace tres días sin parar, no sé ni en qué día vivo.
Tenía esa necesidad de llamar a Eveleen, pero nunca me contestaba. Comenzaba a resignarme cada vez más. Le enviaba mensajes de texto, pero nunca contestaba, inclusive aparecía como número inexistente, prueba de que volvía a cambiar de número. Me decidí por enviar uno de voz para despedirme de una vez por todas.
- Hola amor, soy yo, llamaba para decirte que te amo tanto tanto tanto – miré el sol asomarse en el horizonte, como cuando me quedaba despierto toda la noche esperando afuera de su casa todas las mañanas -. Sólo quería que sepas que eres mi princesa. Que te mereces todo el amor del mundo. Eres el amor de mi vida.
Eso fue la primera semana.
No podía dormir. Me arrestaban constantemente por ir demasiado rápido en mi coche, manejar borracho, hacer actos de vandalismo con mis hermanos, mis amigos, exceso de ruido en las fiestas que montaba en mi casa, etc. Y a pesar de que ya no consumía drogas como antes, siempre decía que necesitaba de una, aunque mantenía su récord sólo por Eveleen, aunque sabía que no iba a volver.
Mi cuarto estaba repleto de botellas de cerveza vacías, mientras yo estaba en mi cama con un brazo encima de mis ojos para que no me diera la luz, provocando que mis ojeras crecieran y crecieran a más no poder.
Eso fue el primer mes.
- No puedo creer que hayan pasado otros doce meses de pura mierda.
Hablarme a mí mismo ya era costumbre desde que Jeremy me dejó sin la mensualidad que solía darme, al menos el primer año que pasó, como castigo por todo el desastre que armé. Lo merezco, no lo niego. Pero la policía seguía sin poder tocarme, solo fingían que me arrestaban para mantener a la gente tranquila, pero, al fin y al cabo, amanecían muertas las personas que me denunciaban.
No me culpen a mí, no fue idea mía.
Ahora, actualmente que han pasado más de dos años, puedo ver mi vida con los mismos ojos. Los días solo pasan. Mis brazos dejaron de ser de carne a ser lienzo de cientos de artistas que plasmaron su arte permanentemente. Perdí la cuenta de cuántos son, pero admito que no me arrepiento de ninguno, ni del águila, ni del tigre, ni la rosa por Eveleen, ni la brújula. Todos tienen un propósito.
Cuando quise convencerme a sí mismo de que el daño había sido irreversible y que ella no iba a volver jamás, salí en la Harley de Derek para cortar todo de raíz. Tenía mucho tiempo que no salía, pero había demasiada gente. Bufé molesto viendo el tráfico delante de mí, ni siquiera podía meterme entre los coches.
Hasta que la vi de lejos.
Era su silueta, su forma de caminar, su cabello, y de su mano colgaba una maleta. El corazón me volvió a latir después de mucho tiempo de permanecer intacto, pero me ganaba la desesperación al no podía alcanzarla con tanta gente que se cruzaba a mi paso. Bajé de la moto como pude y corrí rápido tras ella deseando que la demás gente desapareciera.
- ¡Eveleen! – grité casi llegando a ella. Tomé su mano y la giré, pero ésta se tensó a mi tacto.
No era ella. Era una versión barata de ella.
- Lo siento, me equivoqué – me disculpé. La chica asintió no muy segura y siguió caminando.
Había aceptado que Eveleen ya no estaba aquí conmigo. Estaba en Londres con el maldito oportunista de Jack, pero era difícil olvidar a una persona, sobre todo si ella fue demasiado importante en mi vida y con ella viví momentos que en mi vida serían borrados.
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2. All That Matters [Segunda Temporada. Part. 1]
Fanfiction«Te amo, te amo, te amo. No sé cuántas veces tengo que decirte que te amo y te extraño. Extraño besarte, extraño que me sonrías, extraño nuestros momentos juntos, extraño todo de ti. Te quiero, conmigo y para siempre. Eveleen, eres lo único que impo...