Capítulo 2

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Llegamos al hospital y me ingresan, a pesar de que todavía pasan 20 minutos entre contracción y contracción. Tengo la suerte de tener una habitación para mi sola, trabajar en un hospital tiene sus ventajas, así que Martín puede pasar la noche conmigo cómodamente, ya que tiene una cama para él.

Paso toda la noche con contracciones, pero todavía no son lo suficientemente seguidas ni he dilatado lo suficiente como para queme lleven al paritorio. A las nueve de la mañana, mientras Martín está en la ducha, alguien llama a la puerta, le mando entrar, pensando que será la enfermera o la matrona que viene a ver si ya estoy lista para ir al paritorio. En ese momento me da una contracción bastante fuerte, así que me agarro a los bordes del colchón y cierro los ojos y cuando los abro veo cuatro caras mirándome asustadas.

-Esa ha sido de las fuertes eh -me dice Harry con compasión.

-La verdad es que si -le contesto recomponiéndome-. ¿Qué hacéis aquí? ¿Cómo habéis sabido en qué hospital estaba?

-Anoche me enviaron un mensaje preguntándomelo – me responde Martín saliendo del baño con una sonrisa en la cara- pensé que te haría ilusión que viniesen a visitarte.

-Pero chicos, no teníais por qué venir tan temprano, seguro que ayer os acostasteis tarde, tenéis que descansar -les digo preocupada, sacando la madre que llevo dentro.

-Preciosa, ya somos mayorcitos y hemos descansado de sobra, no te preocupes por nosotros, ¿tú cómo estás? -me pregunta Danny serio.

-Está bien, estoy agotada, la verdad, apenas he dormido por las contracciones y no puedo esperar para ver a mi niño.

-Ya verás que pronto le verás -me dice Tom.

-Y será el mejor momento de tu vida -remata Harry sonriendo tiernamente.

-Chicos, ¿me acompañáis a la cafetería a desayunar? -les pregunta Martín sabiendo que quiero quedarme a solas con Dougie para hablar con él. Todos asienten-. Volvemos enseguida cielo -me dice antes de besarme la frente y a continuación la barriga.

-Está bien, a ver de que habláis eh -les digo riéndome-. Dougie, ¿puedes quedarte?, me gustaría hablar contigo.

-Si, claro -responde, es lo primero que dice desde que entraron en la habitación.

Se van todos y Dougie y yo por fin nos quedamos solos, nos miramos durante unos segundos. Desvío la vista hacía su pecho tratando de pensar por dónde empezar y entonces me fijo en que todavía lo lleva puesto, el colgante a juego con el mío que él me compró aquel día que fuimos de compras juntos, esa pequeño avión de papel plateado, no me puedo creer que todavía lo tenga y menos que lo lleve puesto.

-Todavía lo tienes -le digo sin pensar señalando el colgante.

-¿Qué? -pregunta dirigiendo la vista hacia donde estoy señalando- ah, si, es... especial... -dice tímidamente.

-Si, lo se, yo todavía tengo el mío guardado como un tesoro, pero no sé, pensé que ya no lo tendrías y me encanta que todavía lo lleves -le digo sonrojándome.

-Me alegro -contesta sonrojándose también.

Justo en ese momento me da una contracción y me retuerzo con el dolor, Dougie me sujeta una mano y me frota la espalda.

-¿Estás bien? -me pregunta cuando me recompongo, sin soltarme la mano.

-Si, pero no creo que falte mucho para que me lleven al paritorio.

-Elena, déjate de rodeos, ¿de qué querías hablar conmigo? -me pregunta poniéndose serio pero acariciándome la mano con ternura.

-Está bien, es que no es un tema fácil -le respondo nerviosa.

-Me estás asustando -me dice y en ese justo momento tengo otra contracción. Vuelve a acariciarme la espalda mientras me retuerzo.

-Dougie, necesito que llames a la enfermera, dale a ese botón -le digo todavía jadeando sabiendo que la próxima contracción llegará pronto- tienes que darle a ese botón -le repito señalando el interruptor del timbre en la pared a su lado.

La enfermera llega en unos segundos, Dougie hace el amago de salir de la habitación, pero le sujeto la mano y le pido que se quede a mi lado. La enfermera me dice que estoy lista para ir al paritorio, Dougie me besa en la frente, me acaricia la barriga y se va a buscara Martín para que venga a acompañarme durante el parto. Con ese beso en la frente se me estremece todo el cuerpo, todos esos sentimientos que había enterrado hace ocho años empiezan a resurgir, lo cual me preocupa, pero no es el momento para pensar en eso.

Martín llega corriendo justo cuando me sacan en la camilla por la puerta de la habitación.

Te tengo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora