Capítulo 7

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Cuando llega el fin de semana las temperaturas bajan un poco así que, como hace frío para ir a la playa, decidimos ir a comer al monte con mi familia, mi hermana casi se cae de culo cuando le presento a los chicos, llevaba ocho años reprochándome no haberlo hecho antes.

Pasamos un día genial, por fin paso algo de tiempo con Martín, ya que últimamente entre que él se pasa el día en el trabajo y yo enseñándoles Galicia a los chicos casi no nos hemos visto. Después de comer Martín y yo nos tumbamos sobre una manta colocada en el suelo a descansar y a jugar con el niño, en un momento levanto la vista y veo a Dougie mirándonos con tristeza desde la mesa, lo cual me parte el corazón, pero trato de despejar esos sentimientos de mi cabeza.


Ese mismo fin de semana empiezan las fiestas patronales de mi pueblo, así que vamos con los niños por la tarde noche, montamos a Buzz, Buddy y Lola en las atracciones, les compramos algodón de azúcar, etc. El día grande de las fiestas cuadra entre semana, en el pueblo es festivo, pero Martín no trabaja en el pueblo, así que tiene que ir a trabajar, muy a mi pesar. Yo preparo una comida especial para los chicos y por la tarde volvemos a las fiestas con los niños.

Queremos ir por la noche, así que Martín, como de todos modos no podrá venir porque madruga mañana, se ofrece a quedarse con los niños. Al principio Gi e Izzy no quieren, pues tienen miedo a que los niños se despierten y Martín no sea capaz de calmarles, pero finalmente entre todos conseguimos convencerlas de que no pasará nada y que si pasa Martín nos llamará y estaremos en casa en menos de diez minutos.

Vienen todos a cenar a casa, para aprovechar toda la comida que sobró del medio día. Por la tarde les había preparado a los niños una especie de tienda de campaña en mi despacho con un colchón dentro para que durmiesen allí, así sería más fácil que se acostasen allí, al hacerles ilusión estar dentro de la tienda. Acostamos a los niños, las chicas terminamos de ponernos guapas y nos vamos a las fiestas.

Paseamos por la fiesta, montamos en algunas atracciones, tomamos algo en una terraza, al lado del mar y, por último, vamos a ver a las orquestas. Todos se ponen a bailar, menos Dougie y yo que nos quedamos mirándolos hasta que Dougie me coge por la mano y tira por mi. A pesar de que me siento incómoda, dados mis sentimientos, le sigo y bailo con él para no hacerle daño y al final hasta me lo paso bien, acabamos bailando los ocho juntos y nos reímos muchísimo.

Sobre las tres de la mañana todos se vuelven al hotel con la excusa de que están cansados porque no están acostumbrados a salir hasta tan tarde, yo también estoy algo cansada, pero Dougie me pide que me quede un rato más con él porque todavía no le apetece marcharse, así que nos quedamos solos.

Paseamos por toda la fiesta charlando, pero evitando un tema que nos incomoda a ambos, pero del que tendremos que hablar en algún momento.

-¿Quieres? -me pregunta señalando un puesto de algodón de azúcar.

-Si, gracias -le contesto sonriéndole.

Paramos a comprarlo y después seguimos paseando, me cojo de su brazo para que él también pueda comer.

-¿Podemos alejarnos un poco de la fiesta? -le pregunto al cabo de un rato- Me está empezando a doler un poco la cabeza.

-Si, claro -me contesta.

Vamos hasta una playa que está lo suficientemente cerca de la fiesta como para que no tengamos que caminar mucho pero lo suficientemente lejos como para estar en silencio. Nos sentamos sobre la arena, cerca de la orilla, mirando cómo las olas vienen y van, reposo mi cabeza sobre su hombro.

-Te quiero -susurro.

-Y yo, todos lo hacemos- me dice pasándome su brazo por los hombros.

-No, no como a todos, te quiero como lo hacía hace ocho años, -le digo incorporándome para mirarle a los ojos- se que no debería hacerlo y cada vez que veo a Martín o a mi hijo me siento culpable, pero te quiero Dougie. Mis sentimientos hacia ti resurgieron estos días y me temo que ahora son más fuertes que nunca.

-Elena yo... También te quiero igual que lo hacía hace ocho años, ya lo sabes -dice acariciándome la cara. Nos miramos a los ojos unos segundos sin saber qué decir.- Pero no podemos estar juntos, ahora mismo tienes que darle una oportunidad a tu matrimonio, a tu familia, por ti, por Martín, pero sobre todo por Antonio.

-Oh Dougie, ¿cómo no voy a quererte? -le digo sonriendo- Tienes razón, gracias por entenderlo.

-No tienes que darlas -me dice abrazándome- ¿Amigos? -añade tediéndome la mano.

-Amigos -le digo mientras se la cojo y la sacudo como si cerrásemos un trato- Tan solo... Un momento de debilidad -le digo y le doy un suave beso en los labios, puede que más tarde me arrepienta de lo que acabo de hacer, pero ahora mismo necesitaba hacerlo.

-Elena... -susurra bajando la cabeza- No sabes cuanto he echado de menos esos labios -me dice volviendo a mirarme.

-Lo siento -le digo sintiéndome algo culpable- necesitaba volver a besarte, aunque fuese por última vez.

-Lo se.

No volvemos a hablar, Dougie me acompaña a casa y no es hasta que está a punto de marcharse que repite:

-Amigos.

-Amigos -confirmo.

Dougie me abraza con cariño y puedo sentir cómo huele mi pelo, acto seguido me suelta, se da la vuelta y se marcha.  

Te tengo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora