Al día siguiente de que me diesen el alta, a pesar de que sigo agotada, llamo a Dougie para que venga esa mañana para para hablar solos por fin, ya que Martín está en el trabajo.
Cuando Dougie llama al timbre acabo de darle el pecho al niño y acostarlo, dejo el cuco en el salón al lado del sofá y le abro la puerta. Entra y me abraza, yo le devuelvo el abrazo y le beso en la mejilla, cuando nos separamos evito su mirada y le invito a sentarse.
-¿Quieres tomar algo? -le ofrezco.
-No, gracias- contesta amablemente.
-Bueno, ¿que tal todo? ¿Os está gustando Galicia? -le pregunto nerviosa.
-Elena, sin rodeos, el otro día me dejaste preocupado, ¿de qué quieres hablar? -pregunta serio.
-Está bien, -le digo jugando con mis manos distraídamente- antes de nada quiero decirte que lo que hice lo hice porque te quería, bueno y todavía te quiero, -le digo sonrojándome- pero sobre todo porque no quería que sufrieras.
-Me estás asustando -me dice preocupado.
-¿Te acuerdas el susto del embarazo? El test que salió negativo -le digo cada vez más nerviosa.
-¿Qué estás intentando decirme? -cada vez parece más preocupado.
-Verás, esos test no son seguros al cien por cien, pueden dar negativos falsos.
-Elena, ¿qué estás intentando decirme? -repite.
-El test falló -le digo mirándole a los ojos nerviosa.
-Me... ¿Me estás diciendo que soy padre? -pregunta alterado- Elena, ¿me has ocultado durante ocho años que soy padre? -pregunta levantándose del sofá y empezando a pasearse por mi salón.
-¿Qué? No, por Dios, no, jamás te ocultaría algo así -le contesto tratando de calmarle.
-Elena no entiendo nada, ¿no me acabas de decir que el test dio un falso negativo? -dice confuso volviendo a sentarse en el sofá.
-Si, estuve embarazada, pero nunca tuve al niño.
-Abortaste... -susurra mirándome a los ojos.
-Si, pero no por decisión propia -le tranquilizo- ya te dije aquel día que jamás sería capaz de abortar.
-¿Entonces que pasó?
-Fue un aborto natural, -le digo, él me coge la mano con cariño- cuando llegué a casa del aeropuerto vi que había sangrado y me fui a urgencias, me dijeron que había perdido al niño por el vuelo -le explico y le miro a los ojos esperando su reacción.
-Oh, Dios mío, Elena, ¿por qué no me lo contaste entonces? -me pregunta apretándome la mano.
-Te habías puesto tan triste al ver que el test era negativo que no quería hacerte pasar por eso otra vez.
-Pero yo tenía que haber estado contigo para ayudarte a pasar por ese momento tan difícil.
-Ves, ese fue otro de los motivos por los que decidí no contártelo, no solo volverías a disgustarte por el aborto, si no que te sentirías culpable por no estar conmigo, no quería hacerte daño Dougie.
-Tenías que habérmelo contado -le responde serio.
-Lo se, lo siento, pero en aquel momento pensaba que estaba haciendo lo correcto, no podía soportar la idea de verte sufrir más por mi culpa -le digo mirándole a los ojos-. ¿Estás enfadado conmigo?
-No, es decir, me duele que no me contaras esto hace ocho años y me duele no haber estado contigo en esos momentos, pero no puedo enfadarme contigo, porque entiendo por qué lo hiciste -me dice antes de abrazarme con cariño.
-Gracias Dougie, eres el mejor -le digo mirándole a los ojos, me quedo prendada de ellos, nuestras caras empiezan a acercarse lentamente, pero justo cuando estamos a punto de besarnos el bebé empieza a llorar, me separo de Dougie y me levanto para coger a mi niño.
-¿Puedo cogerlo? -me pregunta Dougie señalándolo- Se me suele dar bastante bien calmar a los niños.
-Si, claro -le contesto dejando al niño en sus brazos.
Dougie mece al niño y le canta dulcemente con esa voz tan especial que tiene, consigue calmarlo en un par de minutos, es increíble. Al verle con mi hijo me imagino cómo hubiera sido nuestra vida si no hubiera perdido aquel bebé y empiezo a echar de menos aquellos días que pasamos juntos.
-¿Hubiera sido bonito verdad? -me dice mirándome a los ojos mientras todavía mece a mi hijo- Que tu y yo...
-Si que lo hubiera sido -le digo antes de que termine la frase- pero algo no quiso que fuera.
-Lo se, es solo que... -se interrumpe en mitad de la frase, como si le costara expresar correctamente lo que quiere decir- siempre estaré ahí para lo que necesites, siempre que necesites un amigo, o lo quesea, yo siempre estaré ahí, siempre, quiero que lo sepas.
-Gracias Dougie -le digo sonrojándome- sabes que tú también tendrás siempre una buena amiga en mi.
-Elena, en estos ocho años no he dejado de pensar en ti ni un solo día, he estado con muchas chicas en este tiempo, pero si en cualquier momento tú me hubieras pedido que volvieramos a estar juntos las hubiera mandado a la mierda por ti, lo dejaría todo por ti -confiesa mirándome intensamente a los ojos.
-Oh Dougie -le digo empezando a llorar- hace un par de años lo hubiera dejado todo por irme contigo a donde hiciese falta, pero ahora tengo una familia, tengo un bebé recién nacido -señalo al niño que todavía descansa en sus brazos- no puedo hacer esto ahora, lo siento.
-Lo se, no llores, soy yo el que lo siente, oh, por favor no llores -me dice mirándome y puedo ver la culpabilidad en su mirada- soy un gilipollas joder -se dice para sí mismo.
-No, tranquilo, son las hormonas y esas cosas -intento calmarle.
-Tengo que marcharme -me dice dándome al bebé- por la tarde vendré con los chicos, pero hazme un favor, olvida lo que te he dicho, finjamos que ese pedazo de la conversación nunca ha existido ¿vale?
-Está bien, no te preocupes Dougie -le digo levantándome y dándole un beso en la mejilla.
Dougie sale por la puerta y yo me quedo allí con mi niño, sentada en el sofá mirando a la nada y pensando en todo lo que me acaba de decir, se que le dije que lo haría, pero ahora mismo no puedo olvidar absolutamente nada de lo que me ha dicho.
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Te tengo a ti
FanfictionSegunda parte de Mi corazón nunca miente. Han pasado ocho años desde que Elena volvió de Inglaterra, está casada y esperando un bebé, ya no sigue en contacto con los chicos, aunque sigue al día de sus vidas gracias a las redes sociales. Es feliz con...