Una mañana cuando me despierto ni me imagino lo que me voy a encontrar cuando me levante. Martín ya no está en casa, lo cual es raro, pero supongo que habrá tenido que salir antes por cualquier cosa y se olvido de avisarme. Lo primero que hago al levantarme escoger a Antonio y sentarlo en la trona mientras me dispongo a prepararle el desayuno, como todas las mañanas, pero en cuanto me giro veo que encima de la mesa hay un pequeño trozo de papel cuidadosamente doblado. Lo abro nerviosa y empiezo a leer:
"Querida Elena:
Lo siento pero no puedo seguir así, llevo un año dudando de si me quieres, dudando si toda nuestra vida juntos es una farsa, ya no aguanto más. Sé que dices que entre tu y Dougie no hay nada y te creo, pero no me creo que no sintáis nada el uno por el otro, me he fijado en como os mirabais cuando estuvieron aquí.
Necesito un tiempo fuera para replantearme las cosas y pensar qué hacer con mi vida. Algún día, no se cuando, volveré, porque al fin y al cabo os quiero, tanto a ti como a mi hijo y no quiero sacaros de mi vida.
Te quiero Elena, pero me temo que este es el final de nuestra relación ya que últimamente no me veo capaz de hacerte feliz y tu no eres capaz de hacerme feliz a mi.
De nuevo lo siento, pero marcharme es algo que debo hacer. Dale un beso al niño de mi parte y, por favor, no dejes que se olvide de mi mientras estoy fuera.
Martín"
Me quedo helada, las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas, ¿cómo hemos llegado a esta situación? Me siento en una silla y me derrumbo, me siento culpable por lo que ha pasado, tenía una familia perfecta y lo he echado todo a perder. Antonio empieza a llorar porque tiene hambre, así que mientras trato de recomponerme le preparo y doy el desayuno. Durante todo ese tiempo mi cabeza va a mil por hora ¿qué puedo hacer ahora? ¿Qué voy a hacer ahora? A la culpabilidad se le suma un enorme sentimiento de soledad, mi marido me ha dejado sola con un niño de año y medio.
Por un segundo pienso que no puede ser real, tiene que ser algún tipo de broma pesada, corro a mi dormitorio y abro todos los armarios y los cajones, es cierto, se ha marchado, la mayoría de su ropa no está. Corro al trastero y veo que faltan dos maletas, Martín se ha marchado.
Mi cabeza sigue pensando mil cosas por segundo ¿qué voy a hacer ahora? Dejé mi trabajo para cuidar de mi hijo, no tengo ingresos ¿de qué vamos a vivir? Tendré que vender o alquilar mi casa e irme con mis padres, es un retroceso pero ¿qué voy a hacer si no? Estoy sola, solo tengo a mi familia, estoy sola, sola... En ese momento una idea me viene a la mente, es una locura y probablemente si lo pensase en frío no lo haría, pero lo hago, visto al niño, me visto yo, meto cuatro cosas en una bolsa y salgo por la puerta.

ESTÁS LEYENDO
Te tengo a ti
Fiksi PenggemarSegunda parte de Mi corazón nunca miente. Han pasado ocho años desde que Elena volvió de Inglaterra, está casada y esperando un bebé, ya no sigue en contacto con los chicos, aunque sigue al día de sus vidas gracias a las redes sociales. Es feliz con...