Veintiséis

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El primer concierto de los chicos en México, y en particular en Mérida, una ciudad en la que nunca se habían presentado antes, fue un rotundo éxito, faltaron pocas decenas de boletos por venderse para que el auditorio estuviera totalmente lleno.
El Meet&Great de esa noche ya había terminado y los chicos se habían ido directamente al hotel, en donde por lo menos una docena de chicas que se habían hospedado allí los esperaban en la recepción, querían aprovechar el mayor tiempo posible con ellos.
Los chicos estaban exhaustos pero aun así accedieron a estar un momento con ellas; alrededor de una hora después se despidieron y se fueron cada uno a sus habitaciones.

Ya eran casi las 03:00 am cuando Piero pudo darse un baño y recostarse sobre su cama, se sentía satisfecho, el concierto y la convivencia habían salido muy bien, a pesar de llevar ya tantos años cantando nunca dejaba de impresionarse por el entusiasmo que demostraban las fans, o como él amaba decirles: ilvolovers.

Meditando en la tranquilidad de su habitación, y sin poder dormir, poco a poco sus pensamientos lo estaban llevando a una sola persona: Anna. Durante mucho tiempo la había bloqueado de sus pensamientos, pero esa madrugada en específico no podía evitar preguntarse qué estaba haciendo ella, "seguramente duerme" se contestaba así mismo con la total obviedad de la respuesta.
Se puso a repasar todo. Cada uno de los momentos en los que ella había estado cerca recorrieron su mente, desde su extraño choque el día que la vio por primera vez, hasta el día en que ella lo corrió de la hacienda. El momento en que la beso por primera vez aterrizaba en su mente muy a menudo esa noche, ese momento en el que todo el tumulto de sensaciones que ella había provocado en él desde la primera vez que la vio se canalizaban en un beso. Recordaba con demasiada claridad como le fue imposible frenar el impulso, y como deseaba más.
Se sentó, vencido durante un momento por el deseo de verla de nuevo, de abrazarla y de besarla. Cogió su teléfono con la esperanza de poder acceder a sus redes sociales, pero simplemente no la encontraba. Todos los argumentos en contra que él se había planteado para salir con Anna estaban perdiendo valor ante la ansiedad de estar nuevamente en México.
Logró quedarse dormido casi a las seis de la mañana, cerca de las 09 am tocaron a su habitación, eran Ignazio y Gianluca, quienes lo estaban esperando para bajar a desayunar, estaban casualmente cambiados, peinados y perfumados.

- No quiero - dijo Piero cubriéndose la cara con la sabana cuando éste los dejo entrar a la habitación.

Hay chicas guapas abajo - dijo Ignazio en tono pícaro mientras le quitaba por completo la sabana - y nos están esperando para el desayuno.

Piero se sentó sobre la cama resignado a que no lo dejarían seguir durmiendo.

Anda Piero, que el vuelo a Monterrey sale en menos de tres horas - le dijo Gianluca - creo que dormiste peor que nosotros, ¡ve la cara que traés!

Él soltó un bufido.

- Alguien me robó el sueño anoche - dijo Piero

Sus amigos se sentaron, uno al pie de la cama y el otro en un sofá, no contestaron nada, con la mirada lo invitaban a que siguiera hablado.

Hacía mucho que no pensaba en ella de esa forma - continuó Piero - simplemente deseo mucho verla, quizá es por estar en su país...

- ¿Te refieres a...? - preguntó Gianluca

Sí - dijo Piero interrumpiéndolo - me refiero a Anna.

¡Oh vamos Piero! - dijo Ignazio poniéndose de pie - hace meses que no sabes nada de ella, creí que ya era un asunto del pasado.

Ya lo sé - contestó Piero - quizá sólo sea porque estar en México me trae muchos recuerdos... - Además - continuó él - fui yo quien se encargó de alejarse totalmente, la última vez que la vi fui muy grosero, no me extrañaría si me odia, o si ya ni se acuerda de mí.

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