Veintiocho

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El alivio que Anna sintió cuando al abrirse la puerta vio a Piero fue inigualable. Se acercó al auto y entró. En el auto estaba el chofer, también el hombre calvo que la había ayudado a salir antes estaba sentado en la zona del copiloto, y los tres chicos en la parte trasera. El trio se recorrió dejando espacio para que Anna se sentará, como era muy delgada entró sin mayor problema, quedo a un lado de Piero. El coche se puso en marcha.

- Hola – dijo tímidamente.

- Ciao Anna – contestó Ignazio.

- Hola Anna... ¿Qué hacías a mitad de la calle? – respondió Gianluca.

Piero estaba en silencio.

- Mi celular está descargado, no encontré ningún teléfono, y Mónica ya no estaba así que tenía que buscar la manera de llegar a casa, me daba miedo subirme a un taxi así, sin más– respondió ella.

- ¿Y entonces preferiste caminar por la calle, sola? - cuestionó Piero con reproche

Anna le lanzó una mirada inquisitiva.

- Pensaba hacerlo hasta encontrar un Oxxo o una gasolinera... O algún lugar que me permitiera pedir un taxi de manera segura...  - le respondió ella a la defensiva.

Piero solo le regresó la mirada.

Por Dios – contestó Ignazio – que bueno que te encontramos.

Sí - respondió ella - muchísimas gracias. Aunque, estoy segura de que hubiera llegado bien a casa.

Todo se quedó en silencio durante un momento, la tensión en el ambiente comenzaba a sentirse.

- No sabía que habías estado en el concierto – dijo Gianluca intentado animar un poco el asunto.

Sí – respondió Anna quien ahora miraba por la ventanilla, al parecer Piero no les había contado nada de su encuentro, comenzaba a sentir un frio inusual dentro del coche – estuve ahí. Fue un concierto genial. Felicidades.

- Gracias – respondió Gianluca

- ¿A dónde tenemos que llevarte? – preguntó Piero con un tono bastante agrío.

Anna le dio la dirección, el chofer asintió con la cabeza, y puso la dirección en Google Maps para llegar al lugar.

- Esta como a 30 minutos aún, si gustan pueden dejarme en una tienda Oxxo, de ahí buscaré un taxi – dijo Anna

De ninguna manera - contestó Piero – te llevaremos.

Transcurrieron un momento hablando del concierto, todos excepto Piero, el chofer y el hombre calvo. Anna comenzó a sentir escalofríos. Sin darse cuenta ya estaba castañeando los dientes.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntaron al escuchar aquel inusual castañeo.

Sí – dijo ella hablando con dificultad – podrían por favor apagar el aire acondicionado. Me estoy muriendo de frio.

Ignazio y Gianluca se miraron. Piero regreso a verla, y la tomó de la mano.

- Estas ardiendo en fiebre, Anna – dijo Piero al sentir el calor de su mano. La tomó del rostro solo para confirmar su aumento de temperatura.

No, estoy bien, solo necesito llegar a casa - contestó ella tratando de controlar el castañeo y el temblor de su cuerpo – y dormir, es que me siento un poco cansada.

- Tenemos que llevarte a un médico – dijo Piero sin disimular su preocupación.

No, no – dijo ella – estoy bien, solo necesito llegar a casa... la fiebre pasará, ha sido por estar expuesta al frio de esta noche.
Piero solo asintió con la cabeza.

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