Último pt 2

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Ciudad de México, febrero de 2019

Mi capuccino estuvo delicioso, León - dijo Anna - no puedo creer que no conociera este lugar, es muy acogedor, y las bebidas están deliciosas... ¡ah, mira!, Andrea le dio retuit a mi post, me siento famosa...

León rio ante tal observación, - y eso que aún no ves mi respuesta - dijo. Después tomó su celular y contestó a la mención que Anna le había hecho previamente: "Solo son dulces porque estas conmigo, @AnnaLD56". Ella leyó aquello con una enorme sonrisa en el rostro. Pagaron la cuenta y salieron de la cafetería tomados de la mano, subieron al auto de León y éste condujo hasta las oficinas donde ahora Anna se desempeñaba como auxiliar administrativa de medio tiempo, la paga no era brillante pero le alcanzaba para cubrir sus gastos; hacia apenas un par de semanas que había regresado a la universidad, después de todo lo que había sucedido ella inevitablemente perdió el semestre, pero para su fortuna ya había vuelto, se la hacía extraño, sus amigas ya estaban en un grado más avanzado y ella estaba repitiendo. No importaba, se decía, lo importante es avanzar. Llegaron, Anna le dio un beso y bajó del auto, León condujo hasta el hospital, acababa de terminar su residencia y ahora había sido contratado como médico titular.

Anna saludó a su jefe y se dispuso a trabajar en la pila de papeles que tenía a lado de su computadora, y que, según le habían indicado, tenía que transcribir, aquella tarea no requería de demasiada concentración, y sin embargo, ese día se le estaba haciendo particularmente pesado. Desde la mañana había despertado con una sensación extraña, el vacío al que se estaba acostumbrando parecía, de la nada, estar repleto de sentimientos que odiaba sentir, estar con León le había ayudado a distraerse, pero ahora estaba sola y estaba pensando en Piero, no era que antes no lo hiciera, pero ese día él estaba más presente que nunca, era como si un interruptor en su cabeza que luchaba por mantener apagado se hubiera encendido. De la nada todo lo que había sucedido aquel día que él la dejo rondaba por su cabeza.

Salió del hotel, vio a Francis al pasar por el lobbie, lo reconoció, pero no quiso saludarlo a pesar de que éste hizo ademan con una mano. Iba conteniéndose, luchando contra sí misma para no derrumbarse. Ahogando el llanto que amenazaba con brotar solo en cualquier momento, camino de prisa, sin un rumbo fijo, cayendo en cuenta de que todo lo que creía que tenía ya no estaba más, pensaba en su padre, cuánto deseaba que estuviera vivo, no importaba si dedicaba todas sus atenciones a María, ella solo deseaba que estuviera vivo. Perdió la noción del tiempo, no supo cuánto tiempo anduvo sin saber a dónde, repasando su corta y miserable vida, sintiendo lastima de sí misma, rogando porque Piero la buscará y le dijera que todo había sido un mal entendido. Comenzó a caer la tarde, no sabía con exactitud en qué parte de la ciudad se encontraba, pero, para su fortuna había un centro comercial y tenía que haber un cajero. Llegó al departamento de Rocío ya caída la noche, ella, para fortuna de Anna aún no llegaba de la universidad, así que no la vio derrumbarse y caer en el más lamentoso de los llantos. Estaba enamorada y él simplemente no estaba listo.

Sus días esa semana pasaron con ella encerrada en su habitación, sin comer, sin poder dormir, sin ganas de levantarse, de hacer nada, Piero no la buscó, y ella tampoco lo haría, después de todo él había sido bastante claro. Sus amigas estaban preocupadas, sabían que ella había pasado por muchas cosas en muy poco tiempo, querían ayudarla a recuperar su vida, pero no sabían cómo. Una semana se convirtió en dos, y luego en un mes. Anna se limitaba a existir, aún tenía esperanza, estaba segura, a pesar de todo de que él la amaba, y en el fondo de su alma estaba segura también de que volvería a buscarla. Ella lo miraba a través de las redes sociales todo el tiempo, se dio cuenta como poco a poco Il Volo volvió a recuperar la seriedad y picardía que los caracterizaba, se sentía feliz por ellos, se sentía feliz por él; creía que cuando las cosas se normalizaran el regresaría, y ella estaba dispuesta a esperarlo. Poco a poco ella fue quedando en el olvido para los cibernautas y las ilvolovers, con el paso de las semanas todo lo que había sucedido había perdido fuerza y un día, de la nada, las notificaciones dejaron de llegarle, un nuevo meme invadía las redes y ese ya no era su asunto.

Ella se sentía más animada cada día, aún no había querido volver a la hacienda de Grana pues tenía miedo de lo que María pudiera decirle, y también, temía volver a ese lugar y no encontrar a su padre en él.

Un día ocurrió lo que ella no pensó jamás que sucedería. Algo para lo que de ninguna manera se había preparado: en Instagram Piero posteó una foto con una chica. Estaban besándose, se llamaba Alicia, al parecer amiga desde la infancia y con una reputación intachable, se enteró después. Anna tiró el teléfono al suelo de la impresión, y justo en ese momento todas sus esperanzas desaparecieron, sucumbió a los mareos, que llevaba días sintiendo, cayendo desmayada. Sus amigas la llevaron al hospital aún inconsciente, cuando despertó estaba León a lado suyo, era su médico. Resultó que tenía una fuerte anemia y que requería estar en observación durante por lo menos tres días.

Anna - le llamó el licenciado Sainz haciendo que esta se exaltara ante su voz - ¿Puedes, por favor, enviarme las licitaciones del bloque 2B?

- Claro, en un momento.

Envió los documentos y se asombró al ver el reloj, su turno casi terminaba. Tendría que irse a la universidad y León pasaría por ella en la noche. Había tardado bastante tiempo para aceptar darla una oportunidad a León, estaba demasiado herida, darse cuenta de que en realidad Piero nunca la amó, le dolía, pero, a la vez, se llenaba de una rabia inmensa al recordarse así misma esperando por él y él diciéndole "te amo" a otra chica en menos de dos meses.  Fue bastante duro para ella, pero, por alguna razón, León se quedó a su lado, a pesar de su supuesto odio. Cuando la volvió a ver en el hospital tan vulnerable no pudo evitarlo y, aunque primero se acercó a ella como amigo, pronto se dio cuenta de que estaría dispuesto a volverlo a intentar.

Los meses transcurrieron, la vida de Anna poco a poco fue tomando sentido nuevamente, no tuvo el valor de volver a la Hacienda de Grana en todo ese tiempo, tampoco había ido a visitar la tumba de su padre y eso era lo que más le dolía de no tener las agallas para regresar. Cuando consiguió el trabajo pudo ir pagando poco a poco todo el dinero que le debía a sus amigas y a León, y decidió que era momento de darse una segunda oportunidad.

Esa mañana era una mañana especial, es por eso que ella había posteado por primera vez algo respecto a su nueva relación, se habían mudado a vivir juntos y esa era su primera mañana. Anna lo quería muchísimo pero ese día no podía dejar de pensar en su antiguo amor, quizá era porque había dado un paso tan grande que se sentía asustada.

Esa tarde, cuando Anna llegó a la universidad, su teléfono sonó con una nueva notificación, lo sacó de prisa suponiendo que se trataba de un mensaje de León, pero se llevó una enorme sorpresa al percatarse de que era un like en Twitter, del perfil de Piero.
Por un momento se puso fria, su corazón comenzó a latirle con fuerza y sintió como se le hizo un nudo en el estómago. No había nada más, solo ese like. Su cabeza dio vueltas, se sentía desorientada, se sentó en una banqueta esperando a tranquilizarse y a hacer consciencia de lo que una simple notificación suya le provocaba.

Piero, Piero, Piero... Quizá tanto pensarlo lo había atraído. Ella estaba sorprendida de cuanto le afectaba su existencia todavía. Respiró profundo, ella ahora tenía una vida hecha, o por lo menos la estaba comenzado, y no podía permitir que situaciones como esa le hicieran tambalear toda su existencia. Quería a León y estaba segura de que aprendería a amarlo con todo su ser, solo era cuestión de tiempo.
Se peinó un poco el cabello con las manos, y acomodó las cosas en su bolsa, se disponía a seguir con su vida cuando su teléfono sonó nuevamente, esta vez era un mensaje, de Piero Barone.

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