El sol se coló por la ventana que Piero había dejado abierta la noche anterior, la luz le dio directo en la cara a Anna quien arrugó el rostro y en un último intento por dormir dio la espalda al sol. Pero era absolutamente inútil, no había logrado dormir un solo instante en toda la noche, Piero no había regresado y ella se había resignado a su ausencia hacía ya cuatro horas, volvió a moverse en la cama y observó con detenimiento el techo, la textura que había en éste la mareaba y hasta ese momento ella no se había dado cuenta.
Se levantó de la cama, mareada, atribuyéndolo al techo y a la falta de sueño, se metió al baño, apenas había recordado que cuando estaba comprando la ropa se moría de ganas de orinar; se dio un baño, largo, relajante, tanto que si no hubiera sido porque estaba de pie seguramente se hubiera quedado dormida. Salió de la ducha y tomó el vestido azul que había comprado, éste aún estaba sobre la cama, se lo puso y se sentía bonita, todo hubiera estado perfecto de no ser porque sus ojos demasiado cansados, no había llorado en toda la noche, solo se limitó a quedarse despierta pensando en todo lo que había dicho Piero, ella aún no comprendía la magnitud de lo que ocurría. No sabía que pasaba por su cabeza ni en donde había pasado la noche. A Anna en ese momento le costaba trabajo sentir. No tenía dinero ni identificaciones, no sabía el número de teléfono de ninguna de sus amigas, ya que estaba en la ciudad lo mejor que se le ocurría era visitarlas. Encendió la computadora que estaba en la habitación, ingresó en su Facebook y, ignorando la lluvia de mensajes y notificaciones que había buscó el contacto de Rocío para enviarle un mensaje en el que le pedía que le enviara un Uber. Su amiga contestó casi al instante, sorprendida por el mensaje, pero asegurándole que su auto llegaría en 15 minutos.Anna esperó un poco más en su habitación, pensaba en todo lo que ocurría, lo repasaba en su mente una y otra vez como si de una lista de supermercado se tratará; su padre había muerto, María la odiaba y estaba casi segura de que la echaría, fotografías suyas del tipo pornográficas circulaban por toda la red, había sido expuesta como una alcohólica y una cualquiera por todo el internet, un grupo certero de chicas la odiaba por arrastrar a Piero Barone a su miseria, seguramente perdería el semestre en la universidad si es que por mera compasión no la expulsaban antes y Piero... Lo único que ella creía que estaba de pie en su vida le estaba dando la espalda. Repasaba todo meticulosamente procurando no pasar nada por alto y, aún así, ella no lograba sentir; sabía que debía sentirse miserable pero no lo lograba, solo se limitaba a respirar.
Se dispuso a bajar, iba mirándose en el espejo del ascensor, practicaba su sonrisa, después de todo vería a sus amigas, aunque no podía evitar pensar que quizá ellas ya no querían ser sus amigas, después de todo Mónica a quien ella consideraba de las mejores nunca lo fue.Apenas ella se había ido en su auto cuando un taxi del aeropuerto había llegado al hotel, era Francis quien estaba ahí con la intención de mediar un poco las cosas, de dar un consejo, de orientar a su hermano y a Anna.
Preguntó por ellos, pero en recepción no supieron darles razón, subieron a la habitación en la que estaban solo para cerciorarse de que estaba vacía, él se dispuso a esperar.Piero había salido de su habitación la noche anterior con una tormenta en su cabeza, una batalla librada por dos bandos y ninguno quería ceder. Salió del hotel, un hotel en el que antes ya se había hospedado con los chicos cuando iban de gira, camino sin rumbo tratando de aplacar sus pensamientos y esa opresión en el pecho que le dificultaba la respiración. Llegó a un bar rústico, le resultaba familiar. Entró, olía a madera y cigarro, la luz era tenue. Un par de ancianos jugaban ajedrez en una mesa en la esquina y otro par sentado a lado echaban bocanadas de humo resultado de enormes puros; en la barra había dos ancianos más, muy separados uno del otro, callados tomando cerveza sumidos en su propia existencia; al otro extremo estaba una mesa vacía, por un momento vio a Anna sentada allí, con el cabello mojado escurriéndole en el rostro, riendo sin parar con sus amigas, mirándolo intrigada. Miró el suelo, se miró acostado frente a ella, mirándola a los ojos, experimentando por primera vez eso que ahora comprendía que era amor.
ESTÁS LEYENDO
Il Love
Fanfiction¿Quién no ha tenido un crush en algún cantante alguna vez? Les invito a leer Il Love, una historia de amor que narra la vida de Anna, quien desde que se enteró que su banda favorita llega a su país hace hasta lo imposible por ir conocerlos, pues es...