Treinta y tres

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Pronto se hizo tendencia en Twitter, fotografías bastantes eróticas de ellos juntos, circulaban por toda la red. En foros, grupos Facebook y Whatsapp circulaban todo tipo de teorías y noticias, la gran mayoría de ella eran muy maliciosas, pronto una gran cantidad de chicas parecían saber todo, absolutamente todo acerca de Anna, cientos de chicas aseguraban conocerla, otro tanto decía saber exactamente lo que estaba pasando y donde estaban ellos.  Muy pronto Piero comenzó a perder seguidores en Instagram, y la cuenta de Il Volo en YouTube, Twitter y Facebook también perdió seguidores notablemente.

Quizá dirán que no era para tanto, que Piero, como cualquiera de los chicos, tenía derecho a enamorarse de quien le viniera en gana, pero es que las cosas no eran tan sencillas. Primero, como ya se los había dicho Bárbara una vez, cada uno de los chicos en Il Volo cumplía un rol comercial específico, Gianluca era el galán, el coqueto y más romántico; Ignazio era caballerosidad y entrega para una sola mujer;  el de Piero, al ser el único soltero, era mantener el atractivo, la ilusión de que cualquier chica podría ser la afortunada; pero, aún así, en su momento Bárbara le había dado la oportunidad de presentar a Anna como algo formal, él se negó.
Ahora, la teoría más fuerte que circulaba en la red era que Anna era una chica alcohólica con problemas de depresión que estaba arrastrando a Piero a un oscuro abismo del que seguramente no podría salir; detalles de la vida de Anna, de la Universidad y de su padre ya eran del conocimiento general entre las Ilvolovers, e incluso para aquellos que jamás en la vida habían escuchado hablar de Il Volo o Piero Barone.

Gianluca e Ignazio habían estado preocupados toda la mañana tratando de localizar a Piero pero había sido inútil. Les había sido imposible establecer conexión por cualquier medio.

Su familia también estaba preocupada, después de todo no podían evitar pensar que era Piero quien estaba arriesgando absolutamente toda su carrera, ella, como quiera que sea ya no tenía mucho que perder, su padre había muerto y su reputación había sido arruinada desde hacía tiempo. Pero lo que ignoraba su familia y todo el mundo, era que la de ellos era una conexión especial, algo que muy pocas personas en el mundo lograban tener de tal manera, aunque quizá, hasta ahora ellos ignoraban la magnitud de sus sentimientos.

Estaban ya en el pueblo vecino, con nada más que lo había en sus bolsillos y un caballo sediento. Piero conservaba en su pantalón su cartera con tarjetas y muy poco efectivo, pero era el suficiente como para comprar un poco de comida para ellos y agua para el animal. Ninguno de los dos conocía de memoria el número telefónico de alguien que les pudiera dar informes acerca de lo que sucedía, así que su única opción era buscar algún sitio de computadoras o algo donde pudiera acceder a internet, para su buena suerte, había una papelería muy cerca de donde estaban y la dueña accedió a prestarles su equipo.

Los números en las redes sociales seguían disminuyendo, la desaprobación del público en general preocupaban en sobre manera a todo el equipo técnico de Il Volo, a la familia de los muchachos y a Bárbara, un escándalo como ese no era bien visto en el mundo de la farándula, o mejor dicho, un escándalo como ese los enviaba directamente al mundo de la farándula, un mundo que los hacía igual a los demás famosos, con escándalos vergonzosos y a los que Il Volo no había tenido que enfrentarse nunca.

"Hola"

Llegó un mensaje a la cuenta personal de facebook de Ignazio.

"No sé bien que está pasando, necesitamos un poco de ayuda, hay reporteros siguiéndonos a Anna y a mí, estábamos en la Hacienda de Grana, ahora estamos en el pueblo vecino. Acabo de ver las fotografías que están circulando, es muy incómodo."

"Por favor, Ignazio, contesta, ni Anna ni yo tenemos los teléfonos con nosotros y aquí donde estamos no podemos adquirir uno... Tampoco es que tengamos dinero para hacerlo. ¿Bárbara sabe de esto? ¿Crees que puedan enviar ayuda para salir de aquí?"

Sonó una notificación en el teléfono de Ignazio y éste de inmediato intuyó que era su amigo. Leyó los mensajes en voz alta ante la mirada de desaprobación de Bárbara y los padres de Piero.
Para ellos era un romance inútil, infantil, complicado, que solo estaba trayendo consigo complicaciones.  Incluso Gianluca e Ignazio se sentían un tanto molestos e inconformes, aquel romance estaba costandole caro a Il Volo.

Pideles que te den la exacta ubicación de dónde están - dijo Bárbara después de haberlo meditado un momento - pideles que no muevan por ningún motivo del lugar, haré algunas llamadas.

Ignazio comunicó el mensaje. Piero y Anna se fueron a sentar a una banqueta frente a la papelería mientras esperaban ansiosos la ayuda que les habían prometido.

Ellos estaban felices, ignoraban que su amor estaba comenzado a resultar incómodo para los demás, que era ya incomprensible y terco, que se estaba volviendo de esos amoríos que parecían carentes de todo sentido.

Mientras ellos esperaban, felices de estar el uno en la compañía del otro, María pensaba en como deshacerse de Anna para siempre, obviamente no planeaba matarla, ella no era una asesina, además creía en el infierno eterno para aquéllos que cometían tal atrocidad, lo que María quería era que Anna no disputara la herencia, a la Hacienda de Grana y a todo lo que ello significaba, ella ya sabía que todo estaba a su nombre y solo esperaba que su hijastra no fuera a tomar otras medidas para pelear por ello, quería también arruinarla moralmente, es por ello que había llamado a toda la prensa que estuvo a su alcancé cuando ésta vio a Piero entrar en la habitación de Anna. Ella solo quería arruinarla por el mero placer de hacerlo, porque creía que merecía tal castigo por ser como era... A pesar de todo lo anterior María se consideraba una buena persona merecedora de las más grandes glorias, estaba convencida de que la madre de Anna había muerto para que ella pudiera conocer a su, ahora muerto, esposo. Un hombre débil y sin carácter que pudo manejar a su antojo. El hecho de que el hombre muriera fue una desgracia en un principio, pero María sabía que era algo que había sucedido por una razón, para que ella por fin logrará ser feliz, así que después de llorar un poco agradeció a Dios por la prematura muerte del hombre... Ahora su único obstáculo para, según ella, ser feliz, era Anna, y así como la vida se había encargado de su esposo, se encargaría de Anna de una u otra manera, y ella haría lo que estuviera a su alcance para darle una ayudadita. María creía que solo tenía que tener un poco de paciencia.

Tres horas después apareció frente a Piero y Anna una camioneta color roja un tanto descuidada, modelo 2005, había descifrado él. Del interior bajo un hombre bajito y un tanto regordete que les dijo que venía de parte de Bárbara. Anna se fue a despedir del caballo, o mejor dicho, a pedirle al dueño del lugar donde habían comido que cuidara del animal mientras volvían, a lo que el señor accedió.

La señora Bárbara - dijo el hombre mientras la deba a Piero un teléfono celular - me ha pedido que le llame, el número ya está registrado.

Piero tomó el teléfono, temeroso de lo que le dirían, comenzó a timbrar y él se alejó poco a poco de la camioneta.

- ¡Piero! - se escuchó una voz del otro lado del teléfono.

Bárbara- dijo Piero con cautela - lo siento, esto se me ha ido un poco de las manos...

Por un momento ella no dijo nada, se quedó en silencio, meditando sobre si decir lo que diría a continuación de inmediato o hasta que estuvieran de frente.

- ¿Bárbara? - inquirió Piero nuevamente.

Escuchame, Piero - dijo rompiendo su silencio - estas cayendo... Il Volo está cayendo, la popularidad del trío ha descendido 79% desde que todo este escándalo comenzó. En Italia son un plato fresco, no hemos logrado censurar todas las imágenes que circularon, son la comidilla del país, el chico modelo... ¡Vaya!

Bárbara no sonaba del todo molesta, más bien parecía decepcionada. Piero intentó tranquilizarla asegurando que lo solucionaría, que él y Anna encontrarían una solución, que lo aclararían todo.

¡No! - había dicho Bárbara - No, Piero, no puede haber un "Anna y yo"... Tienes que deshacerte de ella, ella no es buena para ti.

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