Veinticinco

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Ya eran los días finales del mes de noviembre, el otoño había traído las hojas secas y junto con estas la nostalgia y el frío. 

Il Volo estaba a un par de semanas de comenzar la gira por Estados Unidos. La camaradería de los chicos se veía afectada de vez en cuando por el estrés del tour, la presión por lograr presentaciones perfectas en cada uno de los lugares en los que se presentaban los agotaba, a veces, se les veía molestos y distantes entre ellos, y otras veces era como si fuera el primer concierto que dieran en su vida, se emocionaban y realmente lo disfrutaban.

A Piero tantos países, conciertos y personas le habían servido para distraer sus pensamientos, cada vez pensaba menos en Anna y las revisiones a sus perfiles en las redes sociales eran menos frecuentes, de vez en cuando soñaba con ella y despertaba con una agitación tal, que parecía que apenas tenía un día sin verla. Los post en los que alardeaba felicidad se estaban volviendo más honestos, ya no posteaba en cada país que visitaba por el compromiso de hacerlo, sino que lo hacía porque realmente estaba disfrutando.

Él tuvo muchas cosas que explicar cuando regreso a Italia después de sus extrañas vacaciones familiares en México, primero ante Bárbara, los productores y algunos medios de comunicación; y después ante sus amigos. Explicarles a los tres primeros fue fácil, simplemente tenía que repetir aquello que ya le había dicho a Bárbara antes: que era un simple desliz.

Sin embargo, explicarles a sus amigos fue muchísimo más difícil, Piero sentía la necesidad de ser honesto con Ignazio y Gianluca, pero, al vez, deseaba mantener aquel sentimiento en secreto; tardó un par de semanas para decidirse a contarles todo, desde su encuentro en la zona hasta su patética despedida.
Los chicos se habían mostrado incrédulos al principio, no concebían la idea de que Piero pudiera estar "enamorado" de una mujer, después le ofrecieron su apoyo y compresión, y por último, cuando veían a Piero más tranquilo comenzaban los juegos típicos y las burlas.

En general, la vida para los tres chicos, a pesar de la gira, proseguía con bastante tranquilidad.

A Anna su padre la seguía apoyando económicamente así que pudo seguir estudiando con perfecta normalidad en la ciudad. El resto de sus vacaciones después de su encuentro con Piero fueron de lo más triviales y aburridas, su padre no la perdono con totalidad, pero por lo menos la relación que tenía con él se había vuelto un tanto llevadera, procuraba evitar a María en todos los sentidos. No supo nada de Sergio en el resto del verano, y, cuando regreso a clases él al parecer estaba saliendo con una muchacha muy linda de primer año, solo se limitaba a mirarla de vez en cuando, más de una vez ella quiso encararlo, pero siempre un tenue y constante sentimiento de temor se lo impedía, además de que el hecho de que él estuviera saliendo con alguien la hacía sentir más segura. Sus amigas estaban absolutamente incrédulas ante lo que Anna les había contado, todas excepto Andrea quien había sido testigo virtual de todo aquello, alguna incluso llego a pensar maliciosamente que no era tan bonita como para que algo así le sucediera, y que además, tuviera la suerte de que el video fuera borrado misteriosamente de las redes.

Las semanas en la universidad transcurrían con tranquilidad, además del acoso visual de Sergio, todo estaba tranquilo, por lo menos Anna así lucia, sin embargo, pensaba demasiado en Piero, lo anhelaba, deseaba sus besos y soñaba con él con bastante frecuencia, sufría cada vez que lo veía en Instagram o en cualquier otra red con otra chica, ello lo veía tan feliz que se llamaba así misma estúpida por extrañarlo. Tomó la determinación de dejar de seguirlo, mirar sus fotografías y saber que nunca volvería a tenerlo cerca le dolía.

Una mañana, de esas frías de noviembre, Anna estaba sentada en una cafetería esperando a que Mónica llegara a encontrarse con ella cuando su teléfono vibró, era la contestación de un mensaje en whatsapp que ella había enviado meses atrás, cuando se enteró de las fotos de ella bailando con Piero estaban en la red. El mensaje decía: "Non si preccupi, siempre supe che non habías sido you" ella lo leyó, un poco confundida al principio, pero después comprendió el contexto en el que había sido enviado, el corazón le latía tan fuerte que no sabía si contestar. Ella sabía que él estaba de gira en Europa, no sabía exactamente en qué país, pero estaba segura de que debía de ser muy tarde o quizá de noche, y que probablemente él estaba ebrio, pues jamás en ninguno de sus encuentros le había hablado o escrito en italianispaniglish. ¿Qué podía contestarle? Podría simplemente ignorarlo y continuar con su vida como hasta la fecha lo había hecho, pero se conocía demasiado a sí misma como para saber que si no le contestaba se iba a arrepentir muchísimo.

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