Treinta y cinco

362 27 4
                                    

María estaba en la hacienda de Grana, en el despacho que antes había pertenecido a su marido, sentada frente a un abogado y acompañada de su hermano. Se estaba dando lectura al testamento.

Mi querida Anita - había dicho María al abogado cuando éste le preguntó por ella - ha sufrido un golpe terrible. Ha sido demasiado duro para ella, decidió que lo mejor era pasar unos días en casa de mi hermana, para distraerse.

El abogado le creyó, él no estaba enterado de nada del escándalo con los reporteros días atrás, no podía esperar para dar lectura al testamento, así que había confiado en la palabra de María de que ella le otorgaría una copia a Anna en cuanto volviera.

La lectura había sido breve, Maria ya conocía el contenido de ese testamento, pues prácticamente ella había ayudado a redactarlo. Todos los bienes que estaban a nombre del señor Duarte pasaban a manos de ella, la hacienda, terrenos, camionetas, todo el ganado era ahora de María, ella se sentía complacida, siempre le había asegurado a su esposo que ella velaría por el bienestar de Anna y éste le creyó. Todas las cuentas de banco pasaban a ser también de su propiedad, todas excepto una de la que María no tenía conocimiento alguno, dicha cuenta había sido aperturada apenas un par de años atrás, y había recibido un fuerte traspaso de recursos el día anterior a que el señor Duarte sufriera su segundo y último infarto, y en ella nombraba como única y absoluta beneficiaría a Anna.

- ¿Y ahora cuánto dinero hay en esa cuenta? - preguntó María al licenciado tratando de disimular la ansiedad que saber de aquello le había causado.

Lo siento, doña María - dijo el hombre - pero esa es información totalmente confidencial. Por favor, cuando Anna regrese pídale que vaya a buscarme, le daré algunas instrucciones.

Se habían despedido. María no soportaba la ansiedad que aquello le causaba, tenía prácticamente todo, aunque, debía aceptar, temía que su esposo hubiera modificado el testamento en algún momento y ella no se hubiera dado cuenta... Moría de curiosidad por saber qué contenía aquella cuenta, cuándo y por qué la había abierto sin consentimiento... Como sea, ella ya era la dueña de toda la Hacienda de Grana, ya no le preocupaba Anna, pues en el momento en que ella decidiera regresar la echaría a la calle, a fin de cuentas, las cosas habían salido como tenían que salir para ella. Muy poco le importaba la reacción de Anna cuando se enterara de aquello, después de todo ya no había nada que aquella tonta muchacha pudiera hacer. Se sentía satisfecha, ahora solo tenía que contratar a alguien para que llevará el control.
Tenía ella curiosidad por saber qué es lo que había ocurrido con Anna hacía unos días, ¿habría sido atrapada por los reporteros? Esperaba que sí, pero no tenía manera de averiguarlo, la tecnología nunca había sido su amiga, ni de ella ni de su hermano. Se quedó en la hacienda, satisfecha de todo lo que había sucedido.

En la universidad de Anna todo el mundo conocía acerca del escándalo, aquellos que en la vida la habían visto siquiera de repente sabían todo, ella se había vuelto una especie de celebridad, memes de todo tipo inundaban las redes, hasta los profesores estaban interesados en la vida de una alumna cualquiera. Andrea, Karina y Rocío ya no sabían que hacer para evadir el tema, decenas de personas les preguntaban cada día si era verdad lo qué había ocurrido, ellas intentaban defender a Anna diciendo que todo era una vil calumnia pero los curiosos siempre mostraban la misma fotografía o el mismo meme para dejar en evidencia a su amiga: ella y un hombre, de perfil, desnudos, con apenas un hilo de sabana cubriendo sus partes bajas.
El morbo de todas aquellas personas era gigantesco, todas querían conocer detalles, el hecho de que un chica común y corriente se hubiera ligado a un famoso europeo era un hit total, decenas de chicos fueron en busca de por lo menos una canción de Il Volo, para ver que tan buenos eran, la gran mayoría de ellos ni siquiera pudo escuchar una canción completa.
Las chicas terminaron por encerrarse en ellas mismas y evitar a cualquier extraño que quisiera hablarles.

Il LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora