Veintinueve

528 31 2
                                    

Anna y Mónica se habían conocido en los cursos de inducción a la universidad, se agradaron y dado que ambas eran de provincia cuando los cursos terminaron decidieron alquilar un departamento juntas, así se hacían compañía y disminuían los gastos. La mamá de Mónica fue la encargada de firmar el contrato de arrendamiento. Ambas chicas habían iniciado en la carrera de gestión y administración de empresas, pero Mónica al término del primer semestre se cambió a contaduría argumentado que administración no era lo que ella esperaba... Ahora Anna conocía el motivo verdadero de aquel cambio.

Anna volvió en sí después de algún tiempo, estaba tirada en la sala del departamento, aparentemente sola y con la puerta abierta. Se levantó del suelo de prisa provocando que un súbito mareo se apoderara de ella, tuvo que sentarse un momento. Después, más tranquila se levantó.  ¿Mónica? – preguntó- ¿Estás aquí?
Al percibir el silencio se atrevió a abrir la puerta de la habitación de su compañera de departamento, no había nadie; revisó en la cocina y en su habitación y todo estaba vacío. Cerró la puerta que aún seguía abierta y se metió dentro de su habitación poniendo el seguro. Conectó su teléfono celular que aún seguía en estado vegetativo y espero hasta que éste encendió. Tenía varios mensajes: de Andrea, de Rocío, de Karina e incluso de Mónica quien horas atrás le preguntaba dónde estaba. Dos mensajes de voz de León que se rehusaba a escuchar por no acrecentar su sentimiento de culpa y, por último y para ella más importante, un mensaje de Piero.

Al ver aquella serie de mensajes se dio cuenta de todo lo que una sola noche había traído consigo, se sentía realmente feliz por lo que Piero le había dicho e inmediatamente la culpa le llegaba, era absolutamente urgente hablar con León y explicarle todo lo que había pasado antes de que Mónica le contara su versión... Mónica, todavía le costaba trabajo aceptar que ella la odiara de esa manera. Que un desprecio de tal magnitud se hubiera estado gestando en ella desde hacía tiempo la abrumaba... Sin embargo, creía Anna, eso justificaba su comportamiento de muchas ocasiones, por ejemplo, de las veces que Anna con el mayor entusiasmo imaginable le contaba de sus cosas y la manera tosca y desinteresada que ésta le contestaba, y explicaba también el por qué Mónica casi nunca le contaba de sus cosas.
Miró la hora, iban a ser las cuatro de la mañana. Le contestó el mensaje a Piero para hacerle saber que estaba despierta con la esperanza de que él también lo estuviera.
Al cabo de tres minutos más o menos el teléfono sonó.

- Ciao - dijo Piero un tanto tímido del otro lado de la línea cuando Anna contestó la llamada.
Para él también había sido una noche muy intensa, se sentía liberado, feliz y también algo preocupado. Todos los sentimientos que tenía en su interior habían llegado a tope y había necesitado sacarlos para sentirse libre. No había planeado declararse cuando se bajó del auto donde viajaba con los chicos, no, a decir verdad ni siquiera él tenía claro lo que iba a hacer cuando tomó la decisión de ir a buscarla, pero todo había salido inesperadamente bien.

- Hola - le contestó Anna sintiéndose también un poco extraña

- ¿Cómo te sientes? ¿Qué tal salieron las cosas con tu amiga? -

- Mal, bueno me siento bien, ya no tengo fiebre... Sin embargo, las cosas salieron mal con Mónica... Creí que éramos amigas ¿Sabes? Y resulta que fue ella quien hizo público aquel video... -

- Por Dios... pero ¿por qué? -

- Preferiría contarte todo personalmente... ¿Tuviste problemas por no llegar con los chicos al hotel?

- Nada serio... Quisiera ir a verte justo en este momento, pero no puedo salir del hotel hasta que el sol salga...

Anna rió. - Y yo quisiera que estuvieras aquí -

Entonces - dijo Piero - te dejaré dormir porque mañana muy temprano iré a verte.

Esa es una idea genial - le contestó ella en medio de un suspiro - esperaré con ansias hasta que salga el sol...

Il LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora