Lily odiaba con todo su ser las vacaciones.
Las odiaba.
Al menos durante éstas vacaciones ya podría hacer magia, pero todo lo demás estaba mal. No sabía nada del mundo mágico. No podía ver a sus amigos. Sus padres seguían trabajando, por lo que los veía muy poco. Y estaba Petunia.
A Petunia la amaba. Siempre habían sido muy unidas y jugaban juntas, hasta que había llegado la carta de Hogwarts sólo para Lily. Desde entonces algo cambió. La actitud de Petunia hacia Lily fue pasando de simple envidia a una especie de odio. Y así, Lily amaba a Petunia, pero odiaba verla.
Odiaba tenerla cerca, recordándole que ya no eran tan unidas como antes, lanzando comentarios mordaces y miradas de superioridad.
-Tunny, por favor- había repetido Lily por cuarta vez, esa tarde en la sala- No me mires así.
Petunia había desviado la vista hacia el techo. Tenía los labios apretados y la nariz alzada en gesto soberbio.Se habían quedado solas en la sala luego de que sus padres volvieran a la tienda de flores que tenían a unas cuadras.
-Tunny, podemos charlar. No nos hemos visto en todo el año.-
La chica no se dio por aludida. Se levantó del sofá en el que estaba en la sala de la casa de sus padres y subió las escaleras, sin voltearse hacia su hermana.
Lily suspiró y decidió prender el televisor. Se acostó en el sofá y comenzó a cambiar de canal.
Encontró una película sobre un pícaro irlandés que aparentaba ser parte de la nobleza británica, ambientada a fines del siglo XVIII.
Decidió dejarla puesta.
No estaba muy atenta a lo que veía, y comenzó a dormirse lentamente. Había cerrado sus ojos cuando algo repiqueteó la ventana de la sala.
Lily se levantó de un salto, con la varita en alto. (Siempre la cargaba en el bolsillo)
Una enorme lechuza blanca la miraba con sus brillantes ojos amarillos desde el otro lado de la ventana. Lily soltó un suspiro, relajándose, pero luego se tensó nuevamente.
No reconocía aquella lechuza y sus amigas ya la habían contactado hace muy poco. Rogó que no fuera nada grave mientras dejaba que la lechuza entrara. Le quitó rápidamente el pergamino de la pata y corrió a la cocina a traerle algo de comer. Le dio algo de agua y abrió rápidamente el pergamino, con las manos temblándole.
"Lily:
Lamento si te ha asustado la llegada de una carta inesperada. Sólo quería saber cómo estás. Las cosas se complican poco a poco y temo por tu seguridad en un barrio tan muggle. Sirius y yo estamos moviéndonos constantemente, pero mi lechuza, "Apolo", siempre consigue encontrarme. Puede que pasemos por tu barrio en alguna de nuestras salidas.
Cuídate,
James"Lily respiró hondo y lento. Quería matarlo por el susto que le había dado, pero por otro lado, su estómago se revolvía, nervioso al pensar en él. Maldito Potter.
Lo había conseguido. Había atraído su atención. Se habían besado.
La había protegido y ahora hacía que ella lo extrañara profundamente con una dulce carta, preocupado. Encima dejaba entrever que la visitaría y la dejaba allí, ilusionada con verlo.
¿Cómo diablos lo había conseguido? Era obvio: había mostrado su lado dulce, valiente y desinteresado aquellos días. Desde el ataque en Hogsmeade él era alguien diferente a sus ojos. No sólo un chico guapo y atractivo, inteligente y divertido, atlético y fuerte. No sólo era engreído, bromista y popular. Era un ser mucho más complejo. Y encima era dulce. Con ella. ¡Y ese beso!. Lily sonrió, llevándose el pergamino al pecho.
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MaraudersTimes: Desde el fin del principio
FanfictionÉpoca de los merodeadores. James lleva años intentando conseguir la atención de Lily, pero cuando ya pierde las esperanzas, las circunstancias del mundo mágico terminarán por unirlos de una forma en que ninguno de los dos se lo esperaba. Si...