El señor tenebroso

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No habían pasado mucho tiempo a solas cuando Remus apareció en la habitación. Parecía sobresaltado y agitado.

-Han atacado a Marlene- dijo. Su voz parecía desgarrada y perlas de sudor brillaban en su rostro.

James y Lily se levantaron de un salto de la cama y se apresuraron a interrogarle.

-¿Está bien?-
-¿Qué ocurrió?-

El siguiente en irrumpir en el cuarto fue Sirius. Parecía furioso y dispuesto a matar a alguien.  Entró dando una patada a la puerta y soltando un gruñido mas cercano a su forma animaga que a él mismo. 

- ¡Los masacró!- gritó. Lily, horrorizada, negó con la cabeza.- A Marlene... A ella y toda su familia...
Sirius se quebró un momento y respiró hondo.

- ¿Mientras nosotros hacíamos la guardia?- preguntó un James iracundo- ¿Cuando nos atacaron?

Sirius negó con la cabeza.

-Nuevamente caímos en una trampa. Vigilábamos el blanco equivocado. Fue un señuelo. De nuevo fue un señuelo. - gruñó Sirius, dándole un puñetazo a la pared.

En ese momento Molly asomó tímidamente la cabeza al cuarto. Tenía los ojos hinchados y la nariz roja.

- Moody y Dumbledore acaban de llegar del ministerio. Nos esperan a todos abajo.- susurró, intentando parecer bajo control.

- Gracias, Molly- susurró James, casi sin voz.- Vamos chicos. Este es el mejor momento para que Dumbledore nos envíe a cazar unos cuanto mortífagos.
Los otros dos asintieron, frustrados.

...

Lily sentía la euforia correr por sus venas. Estaba triste, algo calaba muy hondo en su pecho, que no obstante el dolor, la había llenado de una férrea determinación. Ya estaba harta de ver morir a sus amigos.

Según les había explicado Dumbledore, lo único bueno de la seguidilla de ataques que habían recibido era que con ellos, de alguna manera,  Voldemort y sus mortífagos habían delatado algo así como su modus operandi, con lo que Moody y sus aurores habían podido dilucidar un plan de acción.

Al parecer, el ministerio había detectado un posible "centro de operaciones" del mago oscuro e intentarían atacarlo, con la esperanza de al menos, identificar a algunos de sus enmascarados seguidores y mermar en algo sus fuerzas.

Se habían organizado en grupos de a tres, por lo que Lily caminaba a tan solo unos pasos de James y un enorme perro negro les seguía los talones, jadeando al rededor.

Se hallaban en una zona de Southwark, caminando a orillas del río en dirección a un embarcadero. El viento les golpeaba el rostro y el frío  comenzaba a sentirse. Pocas personas se habían cruzado con ellos hasta el momento, y generalmente se trataba de tramoyas o artistas que deambulaban entre los antiguos teatros de la zona.

Lily llevaba la varita empuñada dentro del bolsillo de la chaqueta estilo muggle que habían decidido llevar. Pasar desapercibidos era sumamente necesario.

-Ese es el lugar- señaló James, hacia un desvencijado edificio al otro lado de la calle, que parecía haber servido de pequeño teatro o club en otros años.-Tomaremos posiciones hasta que nos den la señal.

Canuto lanzó un ladrido y comenzó a correr por la pequeña costanera peatonal, enérgico, para luego regresar y olisquearle sus pies.
A ojos de cualquiera, daban la imagen de una pareja paseando a su mascota por el muelle.

MaraudersTimes: Desde el fin del principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora