Mortífagos

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El tiempo comenzó a avanzar muy rápido.

Pronto Lily conocía detalles de las aventuras de luna llena de los merodeadores y sentía, junto a ello, conocerlos de una forma mucho más íntima a cada uno.

Compartían desayunos, almuerzos y horas libres.

Mary Macdonald, una de sus mejores amigas y cazadora del equipo capitaneado por James, también se les unía constantemente, y Lily sospechaba que no era sólo por pasar tiempo con ella. La había observado más de una vez intercambiar miradas extrañas con Sirius.

Por su parte, Alice no había tardado en regresar a la escuela. Frank se recuperó rápidamente, lo que hizo que la castaña apareciera no sólo sumamente tranquila, si no que también orgullosa a rabiar.

La noticia de lo que le había ocurrido a Frank se había esparcido por la escuela como si se tratase de una bomba fétida: No había alumno en Hogwarts que no le hubiese dedicado una felicitación a Alice al toparse con ella y palabras de aliento para Frank.

O más bien, habían muy pocos alumnos que no quisieran mostrar su apoyo a la chica por lo sucedido a su novio: Algo extraño ocurría con los Slytherins en general, y aun más con algunos miembros de dicha casa en particular, pero que hasta ahora no lograban descifrar. O no del todo.

Sirius opinaba a rajatabla que estaban metidos todos en ese asunto de los Caballeros de Walpurguis. James, un poco más mesurado que su alocado amigo, creía que algunos Slytherins inevitablemente se habían unido al señor tenebroso que lideraba dicho grupo. Remus, en cambio, se mostraba algo más escéptico: "¿Por qué un mago súper poderoso y tenebroso reclutaría adolescentes que apenas terminaban la escuela?" Le parecía imposible, pero no negaba que existiera alguna posibilidad.

Peter, finalmente, se había mostrado tajante: "¿No han oído de los ataques? ¡Se trata de magos reales, muy poderosos y completamente in escrupulosos! ¡No pueden ser estudiantes!

Lily los oía discutir en la sala común, acurrucada junto a la chimenea. O en el cuarto de los chicos, recostada sobre su estómago en la cama de su novio. O en la mesa Gryffindor, durante alguna de las comidas diarias. O en las gradas del campo de Quidditch, mientras esperaban que comenzara un entrenamiento.

En fin, en cualquier momento y lugar donde estuviesen.

La pelirroja tenía sus dudas; sabía que un grupo de Slytherins actuaban extraño.

Se mantenían apartados, proclamaban derechos de los sangres-puras sin ningún tapujo, hostigaban a hijos de muggles y rechazaban a los llamados "traidores a la sangre".

Las hermanas Black, por ejemplo.

El mismo Sirius había sido derechamente excluido de su familia por no creer en la supremacía de la sangre pura. Su hermano menor, en cambio, era ya, sus catorce años, uno de esos chicos fanáticos puristas.

Lily sabía que, por un lado, Peter y Remus debían estar en lo cierto: no podía ser que el mago tenebroso reclutara jovencitos. No tenía sentido.

Pero, por otro lado, Severus era para ella un recordatorio de que era posible. Lo había visto cambiar, transformarse en un ser completamente diferente.
Se había alejado, tanto por el bien de ambos como por que le inspiraba ya cierto temor.

Cuando la había llamado sangre-sucia, casi escupiéndoselo en la cara, Lily había sentido miedo.

Había visto algo en sus ojos que no pudo reconocer, que no podría descifrar.

Fue entonces que supo que aquel chico no era su viejo amigo. Aquel no era su amigo, el que le había mostrado la magia y la había introducido orgulloso a su mundo.

MaraudersTimes: Desde el fin del principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora