Decisiones

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Lily sentía su corazón dividido: Por un lado, vivía llena de una inmensa felicidad junto a su esposo en la mansión de los Potter; y por otro, vivía llena de temor por los constantes ataques y enfrentamientos contra los Mortífagos del señor tenebroso.

Los padres de James habían regresado a Egipto luego de la boda, muy en contra de su propia voluntad: No se sentían a gusto dejando a James y a Sirius en Gran Bretaña, mientras ellos eran relegados a tareas cotidianas, pero la Ministra en persona le había encargado a Charlus la investigación de ciertos maleficios y escrituras antiguas que pudieran ayudar de alguna forma a proteger a la población mágica.

Lily se sentía ansiosa por sus propios padres.

Sabía por sus padres que Petunia hasta el momento estaba bien, a salvo e instalada en una cómoda casita en un acomodado barrio muggle en Little Whinging.

James había comentado la posibilidad de hacerle una visita, a pesar de que Lily sabía que no lo hacía con gusto, agradecía su intención de transmitirle tranquilidad.

-Si quieres podemos conseguir alguna escolta que vigile el barrio...aunque por como están las cosas tal vez sea mejor que yo mismo me pase por ahí y plante un par de encantamientos protectores- había dicho, con la voz más entusiasta que pudo.

Lily le había sonreído.

No permitiría que su esposo perdiese las pocas horas de descanso que tenía disponibles intentando proteger a la testaruda de Petunia y su esposo.

-Temo por mis padres, James.- le había dicho por la noche cuando, ya acurrucados en su cama, se disponían a dormir.- No puedo vivir con este temor.

-Tal vez deberían vivir aquí- murmuró el joven, algo adormecido.

El cansancio le ganaba a esas horas.

Lily asintió, pensativa.

-O, si desean, podemos sacarlos del país, hasta que la guerra acabe.- añadió el pelinegro, en un bostezo.- Lo que te haga más feliz, amor.

Lily se abrazó a él con más fuerza.

Así fue como Lily había partido a la mañana siguiente a casa de sus padres.

Los encontró desayunando en la cocina.

-¡Cariño!- saludó su padre, alzando la vista desde su periódico, con una enorme sonrisa.- ¡Que linda sorpresa!

Lily depositó un beso en la frente de su padre y besó en la mejilla a su madre, sentada junto a él.

-¿Quieres algo?- preguntó la señora Evans, sonriente- ¿Un té?

-No, gracias mamá- Sonrió Lily, con gesto compungido.- No vengo sólo de visita. Estoy preocupada por ustedes.

-¡Pero Lils! ¡No tienes de qué preocuparte! Estamos muy bien los dos solos.- rió el padre, dándole unos suaves golpecitos en la mano a su hija.- Estamos acostumbrados a tener la casa sólo para nosotros.

-No es eso, papá-

-¿Está todo bien con James?- inquirió la madre, con tono preocupado- Se que puede ser difícil acostumbrarte a tu nuevo rol de esposa, pero estoy segura de que James es un buen chico y ...

-¡Mamá!- rió Lily, negando con la cabeza- ¡Todo está bien con James!

-¿Entonces?- preguntaron ambos, viéndola con preocupación.

Su padre incluso había doblado el periódico y lo había dejado sobre la mesa.

Lily respiró hondo.
Había repasado con cuidado las palabras que les diría y cómo lo haría: no quería alarmarlos, pero de todas formas debía ponerlos en alerta y hacerlos tomar, con urgencia, una decisión.

MaraudersTimes: Desde el fin del principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora