La cita, parte2

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Lily estaba soñando.

O eso creía.

El día era perfecto. Y todo había estado perfecto. El sol los envolvía brillante y cálido aún, y Lily se sentía llena de energía.

James la hacía reír constantemente, y ella no se quedaba atrás en cuanto a jugarretas y bromas.

Habían caminado por el pueblo, habían visitado un par de tiendas de ropa y de artículos mágicos, curioseando y bromeando de lo que descubrían.

James la había invitado a un almuerzo delicioso en un pequeño restaurant italiano en las afueras del pueblo y luego la había invitado a recorrer el camino hasta la casa de los gritos.

Caminaron, sin darse cuenta, tomados de la mano, charlando de sus vidas- la parte que no compartían de ellas- relatando mutuamente anécdotas de infancia, gustos y recuerdos preciados.

James paró frente a la mansión embrujada que se alzaba frente a ellos algunos metros más allá, tras la verja.

-¿Será cierto que está embrujada?- preguntó Lily, divertida.

James rió de buena gana, pero luego le dedicó una enigmática sonrisa a la chica.

-Seguro que si- señaló, sin dejar de sonreírle.

-¿Eso crees?- dudó Lily, divertida por la expresión pícara de James, como si supiera más que ella.-Dicen que es la casa más embrujada de toda Inglaterra.

-Claro, si lo dice un libro, debe ser así.

Lily alzó una ceja, retadora.

-¿Has estado leyendo los libros de historia, James?- se burló, risueña.

El chico también rió suavemente, aprovechando el momento para acercarse un poco a la chica.

-¿Entrarías allí?- preguntó ella, sonriendo maliciosamente.

James miró la casona un momento y asintió.

-Mientras no sea en luna llena, sería divertido.

Lily abrió los ojos un momento ante el comentario, sorprendida, pero rápidamente desvió la mirada para evitar que el se percatara de lo que había dicho.
Poco a poco se confirmaban sus sospechas.

-Entremos- propuso, volviéndose hacia él y dedicándole una divertida sonrisa.

-¿Desde cuándo la perfecta señorita Evans se dedica a saltarse las reglas?- rió James, alzando una ceja con curiosidad.

Lily rodó los ojos y empujó la verja con intención de abrirla, pero no pudo.

Se agachó a observar los matorrales que crecían sobre la verja de madera y notó un candado que mantenía cerrada la puerta.

James rió al ver su cara de determinación cuando sacó su varita.

-Con un alhomora será suficiente, ¿no?- preguntó, aun en cuclillas y alzando la vista hacia él.

James negó con la cabeza y extendió una mano hacia ella, para ayudarla a levantarse.

-Te mostraré una forma más sencilla de entrar- le dijo, sin dejar de sonreír- Una que no nos dejará en evidencia. Pero no ahora.

Lily lo miró curiosa, pero decidió aceptar la mano que le tendía y guardó su varita.

-¿Sabes como entrar?-
James se limitó a hundirse de hombros y, sonreír enigmáticamente.

-Tal vez-

Lily rió, dándole un golpecito juguetón en el pecho.

James sólo apretó con cariño la mano que aún retenía de la chica.

MaraudersTimes: Desde el fin del principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora