La boda

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Aquél día las cosas fueron una locura.

La renuncia del Ministro de Magia, ante los reclamos presentados por Dumbledore frente al Wizengamot (Lily nunca logró sonsacarle a James qué pruebas habían ido a recoger por la noche, pero Sirius insinuaba que con la información recogida el Ministro preferiría irse del país y presentar la renuncia antes de terminar en Azkaban) y el nombramiento de una Nueva Ministra de magia habían causado gran revolución en la orden.

Para sorpresa de Lily-y quizás muchos otros miembros de la comunidad mágica- había sido propuesto el nombre de Millicent Bagnold por el mismísimo Dumbledore, luego de que éste rechazara el cargo para sí mismo.

Así fue como una jóven Aurora, de apenas 20 años, había sido electa como Ministra durante la madrugada, y la orden del fénix pasaba a trabajar de forma conjunta y coordinada con el ministerio.

Millicent no había tardado un momento en ordenar una nueva edición de "El Profeta", que informara en detalle los últimos ataques y advirtiera a la población la real situación.

Lily se sintió enormemente feliz al ver el periódico que James le había tendido mientras desayunaban.

La portada insistía en que debían tomarse precauciones en casa y, lo que a Lily más le tranquilizó, que los mestizos e hijos de muggles serían protegidos desde el Ministerio.

¡Ya no estaban solos! Y el nombramiento de Millicent evidenciaba un triunfo de la orden dentro de la comunidad mágica.

Lily sonrió al ver las imágenes en blanco y negro de la guapa bruja que había visto hacía sólo unas horas, hablando desde un podio a un grupo de periodistas en algún salón del Ministerio.

James le tomó la mano con fuerza, para atraer su atención.

-Le ganamos esta jugada- dijo el chico, con una enorme sonrisa.- Deberíamos tomarnos el día y descansar un momento.

-¡Estás loco!- le reprendió su novia, dejando el periódico en ma mesa- ¡Voldemort estará furioso! Debemos mantenernos en alerta...

James rió con fuerza.

-Me recuerdas a Moody, cariño.-

El guiño sonriente que el chico le dedicó la hizo sonreír sin pensar.

-¿Has enviado las lechuzas?- preguntó la pelirroja, sin dejar de sonreír.

James asintió, hundiéndose de hombros.
-Remus llegó anoche de dónde sea que haya estado el último tiempo, agotado y algo magullado,  pero sano y salvo a fin de cuentas, por lo que no fue necesario escribirle- explicó.- Sirius dijo que en cuanto comiera algo y se diera una ducha estaba disponible; y Peter que intentaría estar en la mansión por la tarde.

Lily asintió, conforme, sintiendo que un enorme gusano le revolvía de pronto el estómago.

"No estoy nerviosa", decretó, internamente.

Se obligó a sonreír con más fuerza, pero sintió que sus músculos le dolían de tanto forzarlos.
El aire comenzó a faltarle y decidió que era hora de ir a casa y alejarse un momento de su novio y su maldita expreisón de absoluta calma.

"¡Cómo si casarse fuera cualquier cosa, Merlín!". Respiró hondo y apretó los labios. "Bien, Lily. Estás malditamente nerviosa... y el muy idiota de Potter sigue perfectamente tranquilo"

-¿Estás bien, Lils?- le preguntó él, notando algo extraño en el rostro de su novia. La pelirroja asintió con demasiada fuerza y se levantó, antes de que el chico pudiera tocarla cuando intentó acariciarla.

James Potter supo entonces, como si un balde de agua fría cayera sobre su cabeza, que algo iba mal.
Lily estaba horrendamente pálida y se mordía el labio inferior, pensativa.- Quizás deberías descansar...

MaraudersTimes: Desde el fin del principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora