—¡Kaku! —Grito la chica agitando su mano por el aire, el chico se giro a verla y sonrió al verla llegar. —¿Y Lucci? —Pregunto al llegar mar cerca y pasar por arriba de las pequeñas barandas.
—Creo que esta peleando con tu hermano nuevamente—Dijo mientras aceptaba una bolsa con dulces, Anima era dueña de una tienda de dulces y siempre que visitaba a los amigos de su hermano les dejaba una bolsa con sus dulces favoritos. —Gracias.
—De nada Kaku, nos vemos despues—Canturreo ella mientras caminaba por el lugar evadiendo las cosas peligrosas, entonces vio a su hermano ser picado por la paloma de Lucci y el mencionado a su lado mirando unos planos.—¡Buenos días!
Ella beso sonoramente la mejilla de Lucci y después saludo a su hermano con su mano pero este peleaba con la paloma.
Lucci la miro mientras ella dejaba los chocolates de café sobre los planos.
—Hoy es día de dulces, espero que te guste.
—¡Anima! ¿Que demonios tienes puesto? —Grito su hermano señalando la, ella se miro, tenía un vestido azul y unas botas simples blancas.
—¿No te gusta? —El le puso su chaqueta sobre los hombros y ella se rio suavemente al sentirlo tan cerca de ella, ambos forcejearon un poco entre risas ante la mirada de Lucci. Cuando el lo Soltó ella le tiro su bolsa de caramelos y se sentó sobre la mesa al lado del hombre acallado, entonces llamaron a Pauli y el amenazó a Lucci antes de irse.
—Es un molesto—Dijo la paloma de Lucci mientras Pauli se iba, Anima se rio y se giro a ver a Lucci con una sonrisa que comía los chocolates lentamente sin dejar de ver los planos —Son para la marina.
—¿Enserio? Debe ser genial tener clientes tan impresionantes—Dijo entre risas, ella miro los planos un momento, ella lo entendía gracias a su hermano pero nada más.
—¿Te gustan los marines, Anima?
Ella negó rápidamente recordando muchas cosas.
—Me impresionan pero no me gustan, para nada... Tuve muchas malas experiencias con ellos. —Susurro ella tristemente—No soportaría otra traición.
Sus ojos se cristalizaron pero ella se alejo agarrando su bolso, donde llevaba sus caramelos. Lucci la miro fijamente sin olvidar las palabras de la chica, de aquella sonrisa triste y sus ojos iluminados en lágrimas.
—Le llevare a Iceburg sus caramelos, nos vemos otro día Lucci.