E S C E N A
S E X U A L—Para ti—Dijo Lucci y todos sus amigos suspiraron pesadamente, era increíble lo frío que era.
—Demasiado frío—Susurro Califa mirando a Lucci, estaban practicando para que el hombre le de un regalo a Makky, una nueva integrante del CP9 que le atraía a Lucci, mágicamente ya que el no parecía interesado ni en sus amigos.
—Para mi esta perfecto—Solto de malhumor Lucci, mirándolos a todos como si fuera a matarlos.
—Tienes que ser mas dulce y sonreír, ¡Chapapa!—Dijo el chico regordete, haciendo que todos asientan rápidamente, como si fuera lo mas obvio del mundo.
—Ella no querrá tener nada contigo con esa cara—Susurro Kaku sirviéndose una copa de vino.
Lucci lo pensó un momento y, harto de sus compañeros, salió a tomar aire y al verla ahí hablando con su jefe algo en su cuerpo se encendió, ella era realmente hermosa, su cabello rosa trenzado caía por su espalda y la ropa negra que estaba usando se ceñía a su cuerpo haciéndolo tener pensamientos impuros que el normalmente no tenia.
Sonrió un poco cuando ella se giro a verlo y lo saludo con una suave sonrisa.
Cuando el jefe se fue ella camino hacia el, era tan pequeña y tenia aquella linda cara de bebe que el quería hacer impura, solo para el, la conocía hace meses ya, meses pesaderos por sus pensamientos sobre ella.
Aquella noche comieron todos por separado, como normalmente pero esta vez Kaku se quedo en el comedor comiendo con Makky y Califa, las dos chicas discutían de que las frutas del diablo no eran necesarias, Makky tenia una fruta del diablo tipo Zoan, también era tipo felino como Lucci pero ella era un león y el un leopardo.
—Ya te dije, son cosas del destino.—Susurro Califa mirandola, Makky solo suspiro pesadamente y la golpeo suavemente mientras se levantaba para irse.
—Me voy a dormir—Dijo ella besando la mejilla de Califa y la punta de la nariz de Kaku.
Al llegar a su cuarto se encontró con Lucci sentando en la ventana mirandola a ella.
—¿Lucci?—Susurro ella sorprendida, el chico se acerco a ella lentamente, como si estuviera por casarla.
Makky se apretó contra la puerta, no le tenia miedo pero con lo impotente que era sabia que si estaba ahí era por una excelente razón, los brazos de Lucci se pusieron a los lados de su cabeza.
—¿Que haces aquí Lucci?—Susurro ella cuando el se inclinaba hacia ella.
—Reclamandote—Susurro el acariciando con una de sus manos el largo cabello de ella—Porque quiero que seas mía Makky, solo mía, no permitiré que nadie mas que yo te tenga.
Makky empezó a respirar pesadamente, sabia que olía a vino ya que había tomado recientemente.
Lucci se acercó a su boca y ella abrió los labios para que el pudiera prácticamente comerla.
Los labios fríos del hombre se apegaron a ella, tomándola por completo, Makky acariciaba la camisa de Lucci, sintiendo los músculos que escondía detrás de aquella camisa de algodón.
—Lucci—Susupiro ella casi temblando por el beso húmedo Lucci solo sonrió y se alejo agarrando la mano de ella para llevarla lentamente a la cama, agarrándola de la cintura mientras la guiaba.
—Tranquila—Le susurro el mientras la hacia acostarse en la cama, Makky había imaginado aquello tantas veces pero aquello era mucho mejor que cualquier imaginación que su cerebro podría darle.—Sere amable.
Por la sonrisa de Lucci ambos sabían que era mentira, las manos grandes del hombre acariciaron las mejillas de ella mientras se inclinaba a besarla. Sus besos era brutales, duros podría decirse que no había oportunidad de luchar contra el.
El agarró sus muñecas y las mantuvo arriba de su cabeza mientras que su otra mano lo mantenía equilibrado y no poner todo su peso sobre el hermoso cuerpo de Makky.
El beso suavemente su frente y después siguió con su cuello, mordía y dejaba marcas moradas en el cuello de la chica que gimoteba suavemente y movía sus brazos en busca de liberación.
—¿Quieres que te suelte?
—S-Si—Susurro ella, Lucci solo soltó sus manos suavemente, Makky apoyo sus manos sobre el cabello de el, Lucci beso sus labios y le saco a tirones la remera.
Los labios ásperos de Lucci se pegaron a su vientre suavemente.
Al sacar sus pantalones de Makky, la chica suspiro suavemente.
—Lucci—Susurro ella cuando el lamio sus muslos con suavidad, retorcerse debajo de el volvía a Lucci mas posesivo de lo que ya era dándose cuenta que solo la quería para el.
La tortura de los besos y mordiscos no duro nada, ya que los labios y la lengua se encargaron de complacer los pedidos de Makky, haciéndola tapar su boca para no llamar la atención y verla con lágrimas en el borde de sus ojos estaba matándolo, era demasiado sexual como para apiadarse de ella y su linda mirada.
Alejarse de su vagina fue una tortura, ya que quería seguir sintiendo sus delicadas manos sobre su cabello apretándolo, pero si quería que ella durará lo que el deseaba tenia que parar antes que su dulce chica se apartara de si vitalidad.
Se puso sobre ella, escalando hasta sus dulces labios para modernos hasta dejarlos rojos como manzanas mientras golpeaba sus caderas contra las de ella casi dulcemente, adorando como sus gemidos se ahogaban entre sus labios.
—L-Lucci porfavor—Susurro ella envolviendo, con sus largas piernas pálidas, las caderas del hombre. Lucci negó suavemente.
—Dime Daddy, nena—Susurro Lucci resolviendo uno de sus tantos fetiches con ella, siempre la veía como una menor, su cara linda y su cintura poco definida, además aquella manera de vestirse tan dulce, era como si lo hiciera solo para el.
—D-Daddy porfavor—Sus mejillas rojas lo incitaron mucho más de lo que creía, casi toda su cordura de fue en ese momento, ya no importaba ese estúpidos fetiche, la quería en aquel momento y para toda la vida.
No tardo mucho en penetrarla casi sin vacilar, se detuvo en un momento de cordura para ver que su pareja lo este disfrutando tanto como el.
Estaba seguro que todo el mundo los estaba escuchando gemir, porque ella gemía demasiado por culpa del urgente orgasmo que golpeaba su cuerpo pálido.
Cuando ella llego Lucci cayo a su lado minutos después, estaba desecho, ningún sexo que había tenido en todo ese tiempo lo había dejado con ganas de no levantarse y seguir adelante, ella prácticamente lo había aferrado con una cadenas que conocía.
—L-Lucci—Susurro ella, temerosa de que el se fuera y no piense en volver a hablarle pero el hombre, sabiendo que ese susurro no significaba solo su nombre se giro a verla y, con una gatuna sonrisa, la abrazo con fuerza contra su pecho.
—Vamos a dormir.