Capitulo octavo

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Sin evitarlo rió por lo bajo dejando caer sus manos y rozando los pétalos de aquella flor. No sabía cómo Dave había podido conseguir tantos y plantarlos en su jardín sin que ella se diese cuenta, pero recordó que era rico y muchas cosas se podían conseguir con dinero.

-Me alegra que te guste mi obsequio- Dijo Dave detrás de ella riendo al ver como se sobresaltaba.

-Gracias- Dijo un tanto incomoda.

No sabía cómo actuar cuando le obsequiaban algo, sobre todo cuando le encantaba. ¿Cómo podía seguir enojada con un hombre que le había regalado un jardín completo de su flor favorita? Que difícil era mantenerse fría con aquel par de hombres que invadían su vida.

Dave la miraba con los ojos entrecerrados, ¿Solo gracias?, ¿Dónde estaba el beso? De verdad no entendía a aquella bruja, paso todo un día pensando en regalarle algo que ella no pudiese rechazar, hasta el mismo había telefoneado a la florería, cuando era usualmente el trabajo de su asistente, y después de todo ese trabajo ella solo le decía un casto "gracias"

Mascullo una palabrota en su idioma, pero Mia no le estaba prestando atención, seguía absorta mirando las estúpidas flores. ¿Cómo unas pocas flores podían robarle la atención cuando estaba él a su lado?

Suspiro al ver el rostro contento de Mia, tal vez si había valido la pena después de todo.

-Espero que resistan este clima más caluroso- Dijo Mia para sí misma –Tendré que regarlas cada noche para que el sol no las dañe-

-Contrate a alguien para que las cuide, tu no hagas nada- Le dijo Dave ofendido

-¿Qué hiciste que?-

-No es nada extraño como para que pongas esa cara- Se frustro el moreno al ver que la sonrisa de Mia desapareció reemplazada por la absoluta irritación.

-Es mi casa, son mis flores, ¿Escuchas? Son mías y solo yo las cuidare- Le espeto ella molesta entrando a su casa.

Al darle la espalda a Dave no pudo ver lo contento que él se ponía al escuchar decir que aquellas flores eran de ella, por ilógico que pareciera él estaba más que complacido y llamaría a la florería para que no viniesen y molestaran a Mia.

-Tu hermano me saca de quicio- Dijo Mia al ver a Sameh sentado en el sillón de su living.

-Tengo experiencia en eso gatita, no te desesperes- Le sonrió en respuesta tratando de olvidar la presencia de Dave.

-Te compadezco- Le sonrió la albina más tranquila.

-Dentro de unos minutos llegara la comida- Le aviso Sameh viendo su reloj.

-¿Aquí?- Pregunto confundida

-¿Te molesta? Si quieres podemos salir, pero presentía que te sentirías más cómoda en tu casa que en un restaurante, o en mi casa- Le sonrió con picardía

-Deja que me ponga decente...am, ¿siéntete como en tu casa?- Aventuro sin saber cómo expresarse a lo que Sameh le guiño el ojo.

Corrió hasta su cuarto y se metió en la ducha tan rápido como pudo. ¿Cómo era posible que los mismos hombres que estaba pintando estuviesen en su casa?, la mejor forma de afrontarlo era si lo veía como una oportunidad para poder contemplarlos y así terminar sus pinturas con su sello característico. Realista y meticuloso.

-¿Qué me pongo?-

Abrió su closet, el cual consistía en jeans y poleras, un par de chaquetas y blusas, busco en sus vestidos, solo tenía tres opciones, el que había usado en el cumpleaños de Cat y otros dos que había usado la pasada Navidad y Año nuevo.

SOLO MIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora