Capitulo sexto

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Mia escucho los golpes, pero siguió ignorando los latidos de su corazón. A los minutos se dio cuenta que no era su palpitar agitado, sino que era su puerta la que era golpeada una y otra vez, y que el timbre era apretado continuamente.

-Quien quiera que sea, lo lamentara- Se paró furiosa lavándose las manos y quitándose el delantal que siempre usaba.

¡¿Cómo la interrumpían?! Miro la pared en donde un enorme reloj le indicaba que eran casi las dos de la tarde y se dijo que tal vez era ella la que estaba loca.

Se puso un enorme paño que embozaba su cabello, el cual usaba cuando recibía a la gente que tocaba a su puerta.

Bajo las escaleras rápidamente porque los golpes no cesaban.

-¡Ya voy!- Grito mientras se acercaba a la puerta y la abría de golpe. -¿Qué?...-

-¿Por qué no abres inmediatamente?- Le exigió la persona parada frente a su puerta.

-¿Qué? ¿Qué haces aquí?- Dijo Mia anonadada al ver a Dave vestido con ropas informales. Era un hombre terriblemente sexy y enojado.

Su corazón estaba desbocado, podía sentirlo palpitar hasta en sus orejas, solo deseaba que Dave no se diera cuenta de su extraña reacción y que confundiese la vergüenza que sentía, con ira.

-Estaba a punto de derribar la puerta ¿Por qué no viniste a recibirme?-

-Yo...- ¿Porque estaba tan molesto? Se preguntaba. -Yo estaba...-

Mia callo al darse cuenta de que no le debía nada a aquel hombre. Mucho menos una explicación ¿Quién se creía que era?

"Un rey" le dijo esa vocecita burlona dentro de su cabeza.

-Arréglate. Nos vamos en 15 minutos- Exigió pasando al lado de ella y entrando a su casa sin invitación.

Mia se quedo unos segundos parada en la puerta, tenia que recomponerse, el extraño sentimiento de angustia y jubilo que la asaltaba se debía a que había estado trabajando en el retrato de Dave hasta hace unos minutos y eso la ponía sensible.

Con la cabeza mucho mas fría se dio vuelta dispuesta a pelear.

-Un momento...Sal de mi casa- Mia observaba a aquel hombre sin poder creerlo. Llegando como si nada a su casa, invadiendo su espacio personal y para colmo la mandoneaba a su gusto.

Ella no invitaba a nadie a su casa, ni siquiera a su madre, ni siquiera a Cat o a Dimitri, era su santuario privado, no quería ver como un intruso lo invadía, sobretodo si ese intruso media un metro noventa, era endiabladamente guapo y la ponía nerviosa.

-Estoy bastante molesto, es mejor que te apresures- Le amenazo Dave sentándose en el sillón abriendo sus piernas y poniendo sus manos sobre sus rodillas como si estuviera sentado en alguna clase de trono.

Mia tuvo que morderse el labio para no sonreír ante aquella perspectiva.

-¡Largo! Me importa un bledo que seas un rey de un país al otro extremo del mundo. Estas en mi país, en mi casa y aquí mando yo. ¡Que te largues!- Termino de gritarle al ver que el solo la miraba de pies a cabeza, parecía molesto con el ceño fruncido y los labios apretados, pero no se dejaría intimidar en su propia casa.

-Saldremos a cenar, charlaremos y así nos conoceremos más- Asevero el moreno con la mirada fija en sus ojos rojizos que ardían como dos llamas.

Dave sonrió complacido al verla sonrojada, a pesar de que no estaba vestida con ropas decentes se veía hermosa con un pañuelo cubriendo y moldeando su rostro. Ninguna de sus amantes había utilizado alguna vestimenta típica de su país, pero estaba seguro que a Mia le quedarían bellísimas.

SOLO MIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora