Capitulo trigésimo Tercero

264 23 24
                                    

Cuando recibió la carta cuatro días después de que fuera emitida, Sameh la leyó y no pudo evitar fruncir el ceño.
Desde que había asumido el cargo de su hermano era común en él estar enojado, estresado y cansado.

¡Aunque nada de eso le importaría si su hermano se dignara a ayudarlo!

Pero Dave se había tomado a pecho lo de servir al pueblo y ya casi no pasaba en el palacio, siempre en ayuda del necesitado, constantemente buscando maneras de hacer feliz a los más desposeídos, pero estaba haciendo infeliz a todo el mundo que lo apreciaba.

Desde que había dejado que Mia se marchara todo había sido un caos, se había vuelto más taciturno, más deprimido y sobre todo más frágil, no parecía el hombre que podría aplastar a cualquiera que se metía en su camino, no era el hermano al que le guardaba rencor.

La única conversación decente que tuvo con Dave fue cuando le entrego un objeto y le pidió perdón.
En una pequeña cajita se encontraba un caballo que había tallado cuando tenía ocho años, porque el caballo real de su hermano mayor, aquel que amaba con todo su corazón... su maldito padre había mandado a matarle para luego  dárselo de comer a su primogénito.

Siempre recordaría los ojos de Dave cuando el desgraciado de su padre le dijo que había comido a su caballo, este había sido el único ser al que se aferraba afectuosamente en aquella época, y se lo habían arrebatado.

En su inocencia intento animarlo creando aquella figura, ahora se daba cuenta de la poca habilidad que tenía para tallar de pequeño...pero su hermano lo había guardado todos aquellos años.

Dave tomó el caballo tallado de sus manos y lo giro lentamente, rememorando los mismos recuerdos.

~Lo principal siempre fue que estuvieras con vida, por eso no dude cuando decidí dar la de tu madre a cambio, lo volvería a hacer, no pediré disculpas por eso... sino por no haber sido más valiente y haberme alejado de ti~

Dave parecía realmente atormentado con cada una de las palabras que salían de su boca.

~No pude protegerte y ya no necesitas de mi ayuda...~ Admitió entristecido. ~Pero siempre serás para mi aquel niño de ocho años que me consoló y me dio su amor~ Le confeso con tanta emoción que Sameh no pudo evitar acercarse y abrazarlo. 

¡Hace tanto tiempo había deseado aquella reconciliación!

Sin embargo después de eso esperaba que comenzaran a rehacer su relación, pero él se alejó y se dio cuenta de que había sido más una despedida. El muy cabrón.

Con toda la determinación y molestia llamo a uno de sus guardaespaldas y le pidió que contactara a Said, quería que trajeran a su hermano ante el.

 Sonrió al pensar en lo que le diría, porque ahora él mandaba y Dave pronto tendría que asumir las consecuencias de sus propios actos.

Regocijándose en la idea de darle a su hermano algo de su propia medicina se dirigió a la galería del palacio.

Le agradaba mucho la colección que había logrado reunir Dave. Aunque se habían sumado dos obras del artista anónimo las cuales estuvieron de acuerdo en poner en la galería. 

El día en que Dimitri se las dio estaba contento de haber logrado salirse con la suya, muy feliz hasta ver que su cuadro era un retrato de su hermano Dave y que el de Dave era un retrato de su hermano menor.

-¿Es al revés no?- Había preguntado a Dimitri pero la sonrisa satisfactoria que este tenia estampada en el rostro era respuesta suficiente.

-Una para cada uno, el artista pensó que era una forma de que ambos perdieran por haberle obligado a algo que no quería...-

SOLO MIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora