SOLO MIA ©

Capitulo vigésimo segundo

Intentó alejarse lentamente de una bruma que amenazaba con envolverla y dejarla en una completa oscuridad.  Una voz la llamaba, una voz susurraba su nombre
>>Hayati, regresa Hayati<<
Una voz que conocía...

Mia quería contestar pero sentía seca la garganta y le dolía al intentar hablar. Quería llorar hasta que sintió el dulce néctar del agua en su boca y gimió cuando ya no tuvo mas.

Luego de probar el agua refrescante sintió que su mente lograba despejarse un poco mas. Fue consiente de que su piel era limpiada con una friega fría provocando cosquilleos en sus extremidades.

¡Era una sensación tan agradable! que demasiado tarde se dio cuenta de que la tocaban en todo el cuerpo. Con un gran miedo abrió los ojos de golpe y se sentó con dificultad.

Escucho algunos gritos asustados y luego unas manos que la instaban a volver a recostarse. Con esfuerzo comenzó a distinguir las siluetas y sintió alivio al comprobar que todas eran mujeres que al parecer la estaban bañando y le habían quitado las ropas dejándola solo con la interior.

 Se alegró de que respetaran su intimidad e intento sonreír pero estaba tan cansada que se dejo mimar por las manos de aquellas extrañas.

La segunda vez que despertó se sentía mucho mejor y la bruma que inundaba su mente desapareció. Comenzó a recordar que había estado caminando por el desierto, luego solo recordaba la abrumadora calor y el sofoco.

>>Hayati<<  Alguien la llamaba constantemente y le decía "Mi vida". Con esas palabras en su mente y con el cuerpo cansado volvió a dormir instantáneamente.

Esta vez despertó con la energía renovada. Se sentó en la que ahora podía reconocer era una cama muy grande, llena de pieles, cálida y suave. Su piel se sentía muy sensible e irritada y al estar descubierta comenzaba a sentir mucho frío por lo que sin dudarlo ningún segundo se volvió a cubrir con las pieles y al sentir el calor sonrió encantada devuelta a dormir.

Se despertó finalmente porque comenzó a sentir calor. Se desperezo y bostezo complacida del sueño reparador que tuvo, ya no le dolía nada y sentía la piel suave al tacto.

~¿Dormiste bien?~

-¡Wuaa!- Mia prácticamente salto de la cama alejándose todo lo posible de aquel hombre frente a ella.

~Lo lamento no quise asustarte, ¿Estas bien? ¿Entiendes lo que digo?~

Mia lo contemplo, era un hombre muy, muy grande, parecía un oso gigante, rudo hasta la médula y no podía evitar sentirse amenazada porque definitivamente no podría escapar de él.

~¿Donde estoy?~

~¡Eres de Fuaad! Que sorpresa, nunca escuche de alguien como tú~

Mia había hablado automáticamente la lengua de Fuaad, eso era bueno, así no pensarían que ella era una extranjera, eso la pondría en desventaja en caso de que la situación se pusiera peligrosa.

~¿Que me paso?¿Quién eres tú?~

El hombre, que al parecer era muy intimidante le regalo una enorme sonrisa traviesa, tal vez era mas joven de lo que creía, solo que su desaliñada barba y expresión amenazante lo hacían ver mucho mayor.

~Soy Naim, te encontré en el desierto, estabas en un oasis ¿Lo recuerdas?~

~No...yo salí de la ciudad y camine muy poco tiempo...¿Me perdí?~ Intentaba recordar pero era muy difícil.

~Yo diría que encontraste el camino~ Dijo el hombre con su onda y ronca voz causándole un escalofrió en la espalda

~¡Necesito regresar!~ Mia se proponía caminar hacia la salida de aquella habitación pero levantando un brazo aquel hombre se lo impidió y no pudo evitar temblar de miedo.