Capitulo décimo séptimo

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Badra los había visto, no porque quisiera, sino porque su padre le pidió ir por Mia y cuando volvió a entrar en la galería se encontró con una escena que la dejo de piedra.

No quería mirar, porque era algo privado, y aun así no aparto la vista hasta que escucho unos pasos detrás de ella. Se dio vuelta, lo miro a los ojos y vio una intensidad que la dejo sin respiración, lo vio abrir la boca, quería decir algo, pero no se esperanzaba, porque nunca decía nada.

Le sonrió de la única forma en que podía, con tristeza y decepción.

-Mi padre mando llamar a la señorita Mia, pero le diré que el Ast la esta entreteniendo- Le informo como si le estuviese hablando del clima.

Said solo asintió con la cabeza, como siempre nunca le hablaba, y como siempre a ella le dolía.

Badra no tenia derecho a sentirse infeliz, pero no podía evitarlo, envidiaba a la extranjera porque podía enamorare, podía demostrar sus sentimientos abiertamente , en cambio ella...ni siquiera podía pensar en la posibilidad de demostrar lo que sentía.

Le informo a su padre y para su sorpresa este sonrió complacido, tal vez el sabia lo que sucedía entre el Ast y la extranjera. Le extrañaba que no se opusiera ¿Qué estaría maquinando su padre?

Badra camino por el jardín pensando en lo próximo que le quedaba en su lista, cada vez se acortaba mas y se acercaba la fecha de su casamiento.
Pero no pensaría en ello, ahora no, solo cuando le faltara una ultima cosa por hacer, solo en ese momento se detendría a pensar en ello.

Badra la escucho a lo lejos y camino sin prisa hacia aquel sonido que tanto conocía. Vio a Mia llorar y se entristeció. Parecía luchar contra algo incontrolable solo para ahogarse en el intento.

Suspiro y se sentó a su lado, he hizo lo único que podía, la abrazo y arrullo como a una niña pequeña. Al parecer no podría quedarse al margen de la situación. Odiaba ver a una mujer llorar.

§

Mia nunca había congeniado con nadie como lo hizo con Badra. Aunque era una mujer de pocas palabras, su mente era eficazmente suspicaz. Ella le hablo de muchas cosas para distraerla y no paro hasta que se sintió mas tranquila.

Tal vez se debía a que Badra no esperaba nada de ella a cambio, o que no fingía una simpatía que no tenía, no sabía el motivo, pero se convirtió en la confidente de sus inseguridades y pasaron toda la noche hablando.

Para sorpresa de Mia, Badra también tenia un tatuaje y cuando esta le contó la aventura que había tenido con pueblos aborígenes de su país y como había dejado que la tatuaran supo que encontró al fin una amiga con la cual intercambiar secretos.

Aunque su madre y Cat eran sus amigas, no eran su confidente y en Badra encontró lo que necesitaba, alguien que no quisiera entenderla y amarla solo por ser la hija o hermana de alguien, sino alguien que la cuestionaba, que estaba en desacuerdo con ella y que a la vez disfrutaba de su compañía porque tenían en común varias cosas, por el hecho de ser sólo Mia.

-Mañana el día sera perfecto para salir, ¿Quieres recorrer mi país?- Pregunto Badra antes de irse.

-Me encantaría-

Mia durmió más tranquila aquella noche aunque fue despertada tempranamente por su nueva amiga, quien le trajo un vestido menos vistoso y mucho mas cómodo para salir.

Al parecer Badra conocía todos los rincones del palacio porque salieron furtivamente sin ser descubiertas.

-¿El Sheyj no se molestara?- Pregunto Mia cubriendo su rostro todo lo posible

SOLO MIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora