Capitulo vigésimo primero

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Para sorpresa de Badra, Dave ordeno que Said le ayudase y aunque ella no se negó audiblemente, su actitud decía claramente que no quería ayuda de el. Exclusivamente de él.

-Fuera del palacio no me será de utilidad- Dijo Badra a Dave quien sonrió complacido al ver a su antigua amiga de vuelta en acción.

-Es para que cuide de ti- Sonrió Dave traviesamente.

-Ya arreglaremos cuentas después- Badra le sonrió a su rey con una confianza renovada en él.

Se conocían desde hace muchos años, si se atrevió a pedir su ayuda frente a tantos hombres seria porque innegablemente Mia era una persona demasiado importante, tal vez la quería, pero eso tenia que descubrirlo el.

-Ya que la verdad estaba saliendo a la luz, no estaría mal volver a usarlas...- Dijo Badra alegre al tener permiso para usar las ropas que se gano con sudor y lagrimas cuando habito entre las tribus aborígenes de Fuaad.

Las tenia guardadas en un baúl y no demoro ni un minuto en ponérselas para luego comenzar con su misión. ¡Hace tanto tiempo no tenia una misión! La encontraría, daría con ella lo mas rápido posible.

Cuando salió del cuarto de los tesoros vestida como la guerrera que era no pudo evitar sentirse nerviosa ante el escrutinio de Said. No podía descifrar su mirada, tampoco lo intento, simplemente lo ignoro y se dirigió hacia donde se había visto a Mia por ultima vez.

-¿Porque usas eso?- Dijo Said con la mandíbula tensa. No podía permitir que otros vieran su piel o su cuerpo curvilíneo que ese maldito traje ajustado resaltaba.

-¿Ahora me hablas?- Badra no podía creer que le dirigiera la palabra y Said maldijo por su torpeza, pero no podía evitar pensar en cubrirla con una cortina y amarrarla para que no se moviese.

No solo era eso lo único que no le gustaba, estaba armada con diferentes cuchillas, ¡Armas por amor a todo lo bueno! ¿Cómo era posible que aquella frágil criatura usara armas?

Para colmo su inapropiada vestimenta dejaba al descubierto tatuajes que cubrían su espalda y otras partes de su cuerpo que deberían estar cubiertas en todo momento. ¿Cuándo se había tatuado?

-Debió ser mi imaginación- Respondió ella irritada al haber esperado algo mas de Said.

A los pocos minutos de rastrear las huellas de Mia Badra se dio cuenta que su hermanita había utilizado el mismo método que usaba ella para escapar del palacio. Estaba cada minuto mas orgullosa de ella y enfadada por no pedir su ayuda. Con gusto hubiera escapado con ella, así la podría mantener a salvo.

Una vez fuera del palacio pregunto a las personas adecuadas que no dudaron en ayudarla, después de todo había fomentado por años una real unión con el pueblo de Fuaad.

-¡Maldita sea!- Grito Badra en el lugar donde el rastro de Mia desaparecía.

Said la miraba con cierto resentimiento ¿Dónde estaba la mujer que se comportaba siempre formal y casi tímidamente? ¿Dónde estaba la mujer frágil y pura que le agradaba pero nunca podría tocar? ¿Por qué de pronto se transformaba en alguien que despertaba todas sus pasiones?

-Facilítame el número privado de Dave- Dijo ella extendiendo su mano -Gracias- Dijo sin mirarlo a los ojos y escuchando como sonaba el timbre en la otra línea.

-Seguí su rastro hasta el desierto, no puede estar tan lejos, envía helicópteros antes de que anochezca, yo seguiré buscándola, la encontraremos, ¡lo juro!

Badra comenzaba a asustarse, para ella el desierto era su amigo, acostumbrada a caminar por el no le era problema, pero Mia, con su afección al calor y al sol lo tendría difícil, suponiendo que se canso y se refugio seria fácil encontrarla, pero si se mantuvo caminando o alguien mas la encontraba seria muy difícil hallarla.

SOLO MIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora