Segunda primera vez

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–Zoro... Nada me haría más feliz.  

Zoro volvió a besarla una vez más, no entendía qué le sucedía, nunca tuvo tantas ganas de besar y tocar a una mujer como las tenía ahora por ella. Lentamente la fue recostando en la cama, sin separarse de sus labios, y la colocó gentilmente sobre la almohada.

Abrió sus piernas, posicionando cada una a cada lado de la arqueóloga, quedando sobre ella. Él no tenía camiseta puesta, ella se la había quitado pocos minutos antes cuando entró a la habitación. Desde allí pudo tener una mejor vista del asombroso cuerpo del espadachín. Él desató el traje verde que había puesto, liberando los pechos de Robin. Ella no pudo evitar sonrojarse un poco.

–Siempre comenzaban apretand-

–¡Shhh!– dijo él, colocando su dedo índice en aquellos labios que lo traían loco.  – No soy ninguno de esos asquerosos hombres. No haré lo mismo que ellos. No he hecho esto nunca, pero sé que mi instinto me guiará.

Robin sonrió ante esas palabras. Él le dio un beso casto en la comisura de los labios, mientras descendía por la barbilla hasta su cuello. Seguía sin explicarse qué le sucedía, por su mente sólo pasaba el besarla por todas partes. Quería que sus besos borraran cualquier rastro de Law y cualquier otro. Recién se había dado cuenta de que la amaba, y no titubeó ahora que había llegado el momento de reclamarla como suya.

Siguió bajando desde el cuello hasta su pecho, encontrándose con un par de pezones que estaban duros, ansiosos de que los tocaran. Agarró los senos con sus manos, con cautela, empezando a masajear. Robin suspiró ante el primer toque, convirtiéndose ese suspiro luego en jadeos cuando el espadachín dirigió su boca allí, lamiendo un pezón mientras jugueteaba con el otro usando sus dedos.

–No veo la necesidad de apretarlos – dijo, y siguió disfrutando cada gemido de la mujer. Ella pensó lo mismo, el mordía sus pezones suavemente, de una manera que la estremecía, no como los anteriores. Los que la habían tocado eran bruscos, la mordían muy fuerte, provocando más dolor que placer, y arañando sin piedad su cuerpo. Era como si quisieran dejar su marca sobre ella, aunque ella se cuidó bastante bien, ya que no había huelka de ni un solo rasguño.

Zoro se detuvo y la besó una vez más, mientras seguía acariciándola, y siguió el recorrido desde sus pechos hasta su vientre, y ella iba tensándose a medida que el avanzaba. Él le bajó los pantalones, dejando un rastro con sus dedos, que le provocaron escalofríos a ella. Luego, repitió el proceso con las bragas, que estaban húmedas. Ella estaba totalmente excitada. Zoro se detuvo un momento para contemplar su cuerpo desnudo, aunque aún tenía ese traje verde, sólo que desabrochado, cayendo a cada lado, encima de los brazos de ella. Puso una sonrisa de lado al ver todo lo que ahora él estaba poseyendo. Ya había visto el cuerpo de ella en el baño, pero no se sentía con derecho a observarlo como él lo hubiera deseado, como lo estaba haciendo ahora que le habían permitido explorarlo con total libertad. Ella se sintió feliz de satisfacer las expectativas de su amante. Antes de continuar su recorrido, el espadachín recordó algo.

–Hacen sólo dos días, ¿estás curada?

–Sólo he estado en este cuerpo unos minutos, pero no siento dolor. Supongo que fue algo superficial, de todos modos Law duró muy poco tiempo y no pudo haber sido grave.

El espadachín suspiró, aliviado.

–Entonces, creo que va siendo hora de que empieces a disfrutar de esto como es debido.

La mujer puso una cara de confusión, pero su expresión facial cambió drásticamente al sentir la lengua de Zoro recorrer su entrepierna. Zoro lamió aquel botoncito que sobresalía, haciéndola retorcerse del placer.

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora