Separación

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Todo estaba oscuro. No podía ver nada, así que simplemente caminé hacia adelante. Luego de unos minutos, pude escuchar que alguien me llamaba.

-¡Zoro! 

¡Era ella! ¡Ella me estaba llamando! Pero era imposible. Estaba sudando. ¿Dónde estaban mis katanas? ¡¿En este preciso instante desaparecen?! Maldición...

-¡Zoro! ¡Sálvame, por favor!

Definitivamente era ella. Era Kuina. Corrí hacia de donde creí que venía la voz, y la vi. Estaba colgando de un risco.

-¡Aguanta! - le dije. - ¡Ya voy en camino!

-¡Kenshin-san!

Frené en seco. 

-¡Kenshin-san! ¡Necesito ayuda! ¡Sálvame!

No podía salvarlas a las dos. Tampoco tenía el coraje para elegir. Una era mi amiga de la infancia, a quien siempre quise, y la otra era la mujer que me quitaba el sueño. Las rocas de donde se sostenían se iban a romper. Tenía que hacer algo, rápido.

-"Tal vez puedo salvarlas a las dos... Si tan sólo..."

No me dio tiempo a pensar más. Ambas estaban cayendo. Las lágrimas estaban cayendo de mi rostro sin poder controlarlas. Corrí lo más rápido que pude y salté. Extendí mi brazó y la salvé. Me senté en el suelo y la abrazé, recostándola sobre mi pecho. Rescaté a la que me quita el sueño. Su calor corporal me hacía sentir, en parte, en paz. Las lágrimas de mi ojo sano dejaron de brotar, pero las del ojo que perdí seguían saliendo. No podía explicarlo, era muy extraño, demasiado; y encima, el que ella estuviera en bikini lo hacía más raro aún. Quise mirar al precipicio, pero no quería apartarme de ella.

-...Yo sí te quiero a ti, Kenshi-san.

De repente todo se nubló otra vez. Abrí mis ojos y lo primero que vi fue el cristal de en frente del Shark Submerge. Aún podía sentir lo que, en mi sueño, era el calor corporal de Robin. Hasta que desperté por completo y me di cuenta de que ella en realidad estaba allí. Me sobresalté un poco, pero por suerte no la desperté. Me quedé con ella en brazos, en realidad me gustaba tenerla cerca, aunque, su bikini hacía que nuestras pieles estuvieran en contacto y hacía que me dieran escalofríos, en el buen sentido.

-"¿Bikini? Eso lo explica. Ja, ni que fueran los sueños de ese okama."

Me quedé pensando en el significado de aquel sueño. ¿Había hecho mal en entregarme al amor? Por supuesto que sí, pero ya no habían chances para arrepentimiento y de todos modos no me arrepentía. No me arrepiento de nada. Lo que sí tengo por seguro es que tengo que dar esto por terminado. No puedo permitírmelo, Kuina volvió para hacer que me enfoque y yo preferí a Robin antes que a mi meta... creo que eso es lo que significa, ¿no? Ya no se ni qué mierdas pensar.

-Tsk, por esto no quería enredarme con mujeres - dije para mí mismo.

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Robin despertó de su muy efímero sueño. Escuchó lo que el espadachín había susurrado y se levantó.

-Lo siento, Kenshin-san, no pensé que te molestaría que me sentara contigo.

-¡No, no es eso! No me molesta... Lo has malinterpreado.

-¿Qué quieres decir?

-Tuve una pesadilla que me dejó pensando, eso es todo.

Robin se volvió a sentar en las piernas de Zoro.

-¿Puedo saber con qué soñabas?

-N-no, eso sería muy vergonzoso.

-Confía en mí, Kenshin-san-, dijo ella, sosteniendo su rostro de la misma forma en la que él lo hizo antes.

Zoro no sabía si contarle. Todos en la tripulación sabían que ser el mejor espadachín del mundo era su sueño, pero nadie sabía de donde había nacido esa ambición. Cuando vió el rostro cálido de la arquéologa, penso en que tal vez sí podía confiar en ella.

-De acuerdo, pero no le puedes contar esto a nadie.

-Mis labios están sellados.

-Cuando era niño, dejé mi pueblo natal en busca de algún sitio donde aprender a ser un espadachín. Encontré un dojo en una pequeña aldea, y le pedí al dueño del dojo que me aceptara. Siempre entrenaba más que todos, ya que quería cumplir mi sueño. Conocí a la hija de mi maestro y me hice muy amigo de ella. Ella era realmente buena con la espada, nunca logré vencerla. Siempre estaba triste, porque su padre siempre le recordaba que no podría ser una gran espadachín porque era mujer y no tenía la fuerza física para lograrlo. Ambos nos juramos que entrenaríamos duro y uno de los dos se convertiría en el mejor espadachín del mundo, pero una noche ella murió. Cayó desde las escaleras del sótano en el que entrenaba.

-Lo siento mucho, Zoro. Ahora entiendo por qué siempre tratas a las mujeres por igual.

-Así es. Luego de eso juré que me convertiría en el mejor espadachín del mundo por ella.

-Ya veo. Es un sueño muy noble. ¿Soñabas con ella?

-Sí. En mi sueño, tú y ella caían y solo pude salvar a una.

-¿Y a quién salvaste?

-A tí.

-No sé qué decir, kenshin-san. Lamento haberte traído malos recuerdos.

-No es tu culpa. Al fin y al cabo, lo que sentimos es mutuo.

Zoro pensó un momento y seleccionó con cuidado sus próximas palabras.

-Robin, yo... Lo siento. No me siento preparado para esto. No quiero distraerme de mis metas, realmente me gustas, pero creo que no quiero tener una relación todavía. Perdona que te haga esto, sé que estoy cayendo muy bajo despues de lo que pasó anoche. De verdad quería que dejaras de sentirte así

Robin sonrió y acarició el cabello verde del espadachín.

-Te estás ahogando en un vaso de agua, Kenshin-san.- Zoro se sorprendió. -Ambos somos adultos. Esto no tiene que ser una relación seria. Lo que hicimos ayer fue lo más especial que he vivido, y nunca me olvidaré de ello, pero no te interrumpiré en tu camino. Somos nakamas, ¿o no? Nuestros sentimientos no tienen por qué desaparecer, podemos seguir con nuestras vidas.

Robin le plantó un beso casto en los labios. Zoro solo sonrió.

-Gracias por comprenderlo. Juro que lo que nos pasó anoche fue lo mejor para mi también.

Robin también sonrió, una vez más.

-"Amo su sonrisa."- pensó el. De pronto, algo llegó a su mente.

-¿No se nos está olvidando algo?

-¿De qué hablas?

-Estamos en nuestros cuerpos otra vez. Significa-

-Que Law despertó- completó ella la frase.

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora