Fiebre

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-Gracias, Kenshin-san. Gracias por estar conmigo. Sé que estás enojado por intentar ocultarlo, pero quisiera... Quisiera llorar en tu hombro, sólo por ésta vez.

-Puedes llorar todo lo que quieras. No me iré a ninguna parte.

Ambos se habían quedado abrazados, y la lluvia seguía cayendo sin planes de cesar.

-Oye, te vas a resfriar, ¿no es mejor irnos al Sunny y subir al nido?

-No, por favor, quedémonos aquí. No quiero que los demás me vean así.

Después de unos segundos en silencio, la arqueóloga volvió a hablar .

-¿Sabes? Me había ilusionado con el hecho de tener un pequeño espadachín corriendo por ahí.

-¿O tal vez una pequeña arqueóloga?

Ambos rieron por el comentario. El silencio volvió, y Zoro lo rompió una vez más un poco de tiempo después.

-Ya verás, haremos eso realidad. Haremos que ese 3% se convierta en un 100%. Confía en mi. Ahora quiero verte sonreír como siempre lo haces, y que hagas tus chistes macabros y leas tus libros. No quiero que llores más, necesito que me lo prometas.

Él no era muy bueno con las palabras, pero hizo lo mejor que pudo. La pelinegra no dio ninguna respuesta.

-¿Robin?

Ella seguía muda. Él rompió el abrazo sólo para darse cuenta de que la mujer estaba profundamente dormida. Tocó su frente, estaba un caliente.

-"Debe estar cansada... Y tiene un poco de fiebre. Es mejor llevarla para que Chopper le de algo, debe estar resfriada."

El espadachín la tomó en sus brazos, recostando la cabeza de la mujer en su hombro. Al llegar al Sunny, se vio asediado por las miradas de preocupación de sus nakama, habían estado esperándolos por largo tiempo.

-Marimo, ¿qué le pasó?

-Ella está bien, sólo está dormida. La encontré bajo la lluvia, un poco cansada; debe estar resfriada. ¿Puedes revisarla, Chopper?

El renito asintió y rápidamente fue a ver a la arqueóloga. La fiebre había aumentado, así que el doctor le puso un paño húmedo en su frente.

-Está ardiendo en fiebre. Cuando despierte le daré un té y seguro que se sentirá mejor. Por ahora hay que dejarla dormir, pero sería bueno que Nami le quite la ropa mojada.

Nami así lo hizo y la dejó en la cama, cubierta con una manta.

-Zoro, ¿qué es ese sobre que tienes?- preguntó Usopp.

-Son unos papeles de Robin, supongo que han de ser de su investigación, por eso los rescaté. Nami, ven, necesito hablarte de algo.

-Claro.

Ambos se sentaron en la mesa de la cocina y Zoro tomó una botella de sake, obteniendo una mirada se desaprobación de Nami.

-Zoro, deberías cuidarte más. Últimamente has bebido aún más de lo usual. ¿No crees que es demasiado?

-Argh, ya lo sé, sólo he estado muy estresado. Pero no es de eso que te quiero hablar. Necesito pedirte un favor.

-¿Un favor?

-Sé que eres su mejor amiga y no hace falta que te lo diga, pero quiero que estés con Robin todo el tiempo, no la dejes sola. Ellá está pasando por un momento difícil, pero yo no sabré consolarla como tú lo harías.

-¿De qué hablas? ¿Fue por lo que le dijeron en la clínica?

-Así es. Vélo por ti misma.

Nami leyó los resultados que estaban en ese sobre mojado, con cuidado de no romperlo. Se puso la mano en la boca para cubrir el asombro. Ésta vez fue ella la que bebió un poco de sake.

-Dios... Esto... Debe ser muy difícil para ella.

-Yo... No sé que hacer... No sé qué decirle para hacerla sentirse mejor. Nunca he sido bueno con las palabras.

-A veces no hacen falta palabras. Con el hecho de que estés ahí para abrazarla y acompañarla ella se sentirá bien... ¿Y tú? ¿Cómo te sientes con esto? Robin descargó sus sentimientos, pero tú aun llevas esa carga dentro, ¿no es cierto?

-¿Cómo crees que me siento? Odio verla así, y debo admitir que al igual que ella me imaginé cómo sería tener un hijo. Y la idea... No me desagradó. -Dijo, mirando a otro lado para que no se le notara el sonrojo.

-Tú también tienes un corazón ahí dentro, aunque muy en el fondo. No te avergüences de decirlo.

Pasó un día y Robin no quería comer nada. Decidió quedarse en cama, Nami se había quedado con ella la noche anterior y no tenía ganas de verle la cara a los demás mientras hacían preguntas.

Zoro no dijo nada cuando ella rechazó el desayuno, entendía que no podía obligarla si no tenía apetito. Pero cuando ella rechazó el almuerzo entró a su habitación hecho una furia.

-Robin, demonios, tienes que comer mujer.

-Lo siento, Kenshin-san, no tengo hambre.

-¡Por favor, mujer, no puedes hacer esto, te vas a enfermar más! Hazlo por mí, por favor. Come algo, aunque sea sólo un poco.

La pelinegra accedió para no hacer que su pareja se enfadara más. Había dejado de llorar la noche anterior. Le prometió al espadachín que no lo haría más, prometió ser fuerte, ella no se iba a dejar vencer por eso. Fue por lo mismo que decidió comer algo.

-¿Ves? No es tan difícil. No quiero qie te deprimas. Ya lo hablamos ayer, haremos que lo imposible sea posible. Sal de la habitación y pon esa sonsisa tuya que me gusta, ¿de acuerdo?

-Está bien. -Dijo ella, y sonrió. El espadachín volvió a sentirse vivo. Ambos fueron al comedor y se sentaron con los demás.

-Robin, ¿ya te sientes mejor? - le preguntó el doctor.

-Aún tengo algo de fiebre, pero me siento bien. Gracias por preocuparse, chicos.

-Oigan, tengo algo que mostrarles. -dijo Nami. - Ayer cuando venía de camino me encontré con esto. - Mostró los sobres. - Son dos invitaciones para una fiesta que hacen aquí anualmente, cada una es válida por una pareja. Zoro, Robin, ¿qué tal si nos acompañan a mí y a Luffy?

-¿Y tú por qué quieres ir, bruja?

-¡Hay una competencia con un premio de 1 millón de berries para el áera VIP, y para nuestras suerte las invitaciones son justo para esa área! -  a la chica le brillaban los ojos en forma de dinero.

-Suena divertido, pero aún estoy un poco cansada.

-¡Anda, Robin! ¡Te hará bien algo de aire fresco!

-Ya la oíste. No nos interesa, nosotros...

El Den Den Mushi sonó interrumpiendo al espadachín.

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora