Fuego sofocado

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-¿Eh? ¿Novato?

-Sí.

-¿Hablas en serio? Cualquiera que viera a Zoro creería que ha estado con cientos de chicas.

-Eso pensaba yo también, pero resulta que no es así. Ha estado demasiado concentrado en convertirse el mejor espadachín del mundo como para distraerse con mujeres.

-¿Qué crees que lo hizo cambiar de opinion?

-No lo sé, todo fue tan repentino... Él ha estado cuidando de mí desde lo que pasó con Law, si ya era extraño que se preocupara tanto, esto lo fue aún más.

-Pues para mí es obvio que le gustas, sino no te hubiese hecho el amor.

Robin se sonrojó un poco al recordar lo que había pasado la noche anterior. Hubo un silencio breve.

-¿Te gusta mucho Zoro, verdad?

-He estado seduciéndolo, pero nunca creí que lograría llegar tan lejos con él.

-Wow, espera, ¿desde cuando te gusta?

-Nunca me lo había preguntado, pero creo que desde que me rechazó al entrar a la banda me sentí atraída por él. No me di cuenta en qué momento se convirtió en esto que siento ahora.

-¿Y que es lo que sientes por él ahora?

-No lo sé, nunca había sentido esto antes. Solo sé que es lo mas especial que me ha pasado. Nunca había estado con un hombre de esa manera.

-¿Nunca habías estado con nadie antes que Law?

-Sí, muchas veces, pero ninguna voluntaria.

 Nami puso cara de desconcierto. Robin le explicó todo, y, al terminar, sus estomagos rugían.

-Siento tanto escuchar todo esto, Robin.

-No te preocupes, eso ya quedó en el pasado. Estoy hambrienta, ¿por qué no vemos si Sanji terminó de hacer el desayuno?

-Vamos.

Las chicas se dirigieron al comedor del Sunny y ahí estaban todos sus nakama, todos menos Zoro. Robin puso mirada interrogante. Tomaron asiento, y Sanji les sirvió sus platos. Zoro cruzó la puerta, malhumorado, y se sentó encima de un barril de sake.

-Marimo, eso no es un asiento. Hay uno libre al lado de Robin-chwan, ¿por qué no te sientas ahí?

-¡Por que no me da la gana, cocinero idiota!

-No le hagas caso, Sanji - dijo Robin, tratando de evitar que se pelearan.

-¡Como digas, mi Robin-chwan! 

Luego de desayunar, los Mugiwara fueron a cubierta a realizar sus respectivas actividades, a excepción de Nami y Robin, que se sentaron a tomar sol.

-¿Notaste que Zoro te ha estado evitando desde que salió de nuestra habitación?

-¿Es lo que siempre hace, no?

-Sí, ¿pero no te parece que te evita más de lo normal? Hablando del rey de Roma...

Zoro iba bajando del nido del cuervo cuando Nami decía aquello. Acababa de entrenar y estaba todo sudado. Se echó una botella de agua encima para refrescarse.

-Mira esos musculos, ¿me vas a decir que no te gustan? - Le dijo a Robin, quien ni se inmutó. Ella admiraba la estrucura corporal del espadachín; disfrutaba del escenario discretamente a través de sus gafas de sol.

Luffy, por su parte, estaba cerca de las chicas y puso mirada de desaprobación al escuchar a su navegante decirle eso a su otra nakama. Se dirigió a donde estaban ambas chicas.

-Nami, necesito que vengas a la cocina conmigo - dijo, enojado.

Ella lo miró, confusa.

-¿Es muy importante, Luffy? Estoy a gusto conversando con Robin.

-Claro, ¡Estás muy a gusto conversando acerca de los musculos de Zoro!- dijo él, en un tono muy infantil.

Luffy gritó tan alto que todos lo miraron. Robin soltó una risita, mientras que Zoro se comenzó a sentir más irritado.

-Nami, parece que Luffy está celoso - le susurró la arqueóloga a la todavía asombrada Nami. -Todos nos están mirando, te sugiero que hagas lo que dice. 

-¡Maldito marimo! ¡Cúbrete! ¿No ves que Nami-swan y Robin-chwan tratan de descansar a gusto?

-¡Cállate cejas rizadas! ¡Ya me tienes harto! ¡Yo me visto como me plazca!

Y en ese entonces fue que los despistados sombrero de paja se dieron cuenta de que Zoro y Robin habían regresado a sus cuerpos, después de haber desayunado y hablado con ellos.

-¡Zoro y Robin ya regresaron a sus cuerpos! - Gritó Usopp, quien fue ignorado por los demás.

Zoro lucía más irritado de lo normal. Su cabeza estaba hecha un desastre, pues, por una parte, se arrepentía de haberse dejado llevar por sus sentimientos hacia Robin. Por otra parte, su corazón le decía que esa había sido la mejor noche de su vida. Y, para colmo, el mismo orgullo que hacía que se sintiera arrepentido, era el que le impedía hacerse el desentendido. No quería convertirse en el patán que se aprovechó de ella por el estado en el que estaba. Tiró la botella de agua al piso de golpe y se marchó, enojado, a donde fuera que sus pies lo llevaran. No se dio cuenta de que Robin lo siguió.

-Nami, trata de calmar a Luffy. Yo voy con Zoro -Le susurró a la pelirroja, y ésta haló a Luffy de la oreja, llevándolo hasta la cocina. Una vez allí, lo golpeó muy fuerte en la espalda, mientras él hacía una rabieta infantil.

-¡¿Qué diablos te pasa?! ¿Acaso quieres que todos se den cuenta de que tenemos algo de esa forma?

-Me da igual cómo lo sepan, lo que quiero saber es por qué admirabas los músculos de Zoro. ¿Te gusta?

-¿Lo que hicimos anoche no significó nada para ti? ¿Crees que lo hice solo porque sí? ¡Me gustas tú, Luffy!

-Perdón, pero es que no quiero que nadie más quiera apartarte de mí. Es la primera vez que me enamoro de alguien.

-Luffy, no tienes que preocuparte por eso - dijo ella, abrazándolo -. No voy a apartarme de ti. 

-¿Quieres que entrene para tener musculos como los de Zoro?

-Claro que no, idiota. Me gustas como eres. No puedo creer que alguien que se haga llamar el futuro Rey de Los Piratas sea tan inseguro.

-¡No soy inseguro! ¡Solo quiero gustarte más! - Respondió el, haciendo pucheros.

-No puedes gustarme más de lo que ya lo haces, tonto. 

Nami le dio un beso en la mejilla y volvio a su lugar. Luffy ocupó el de Robin hasta que Sanji lo golpeó y le dio un pedazo de carne para que se fuera a otro lugar.

Por otro lado, Robin buscaba a Zoro sin poder encontrarlo. Después de caminar por casi todo el Sunny, lo encontró dormido, sentado en el Shark Submerge. Se sentó en sus piernas, y se aprovechó de la situación para acariciar un poco su pecho.

-Kenshin-san... De seguro estás arrepentido por lo que hicimos, por eso me evitas, ¿no?

Ella sabía que estaba dormido, por eso hablaba, sabía que tener esa conversación con él despierto sería casi imposible debido al temperamento del peliverde.

-No tienes que preocuparte, supuse que esto es lo que pasaría. No me había dado cuenta de lo que sentía por ti hasta hace poco. Supongo que no sientes lo mismo que yo. O quién sabe. Nami dice que te gusto, y yo tambien quiero creer eso. Eres muy orgulloso como para no tomar algo en serio, ¿cierto? Aunque sea una mujer... Me ibas a decir algo anoche. ¿Qué era? Dijiste "Robin, creo que... te..." 

Robin dejó de hablar y miró el rostro del espadachín fijamente. Este, aún dormido, extendió su brazo y abrazó a la mujer, recostándola de su pecho. Ella solo dijo algo más y simplemente se durmió.

-No sé si es lo que ibas a decir, pero yo... Yo si te quiero a ti, Kenshin-san.

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora