Guardaespaldas

2K 125 27
                                    

Luffy besaba a su pelirroja mientras ella simplemente se dejaba llevar, la noche anterior le había encantado y se moría de ganas por repetirlo. Él la acostó en el sofá y comenzó a desabotonar su blusa, besando su cuello y mordiendo su lóbulo una que otra vez. Hasta que alguien los sacó de su entorno.

-¡Qué! ¡Ustedes también!- gritó Chopper bastante desconcertado. El doctor del barco se iba a morir de un infarto.

-Chopper, n-nosotros..-

-No digas nada Nami, ya tuve suficiente con Robin y Zoro.

-Shishishi, ¿También los viste?

-¡Si, y sinceramente no entiendo por qué todos en el barco quieren bebés!

-¡Shh! ¡No grites! No queremos que nadie sepa nada todavía...

-Robin y Zoro dijeron lo mismo... Bueno, de todos modos, sólo venía a decirles que el almuerzo está listo.

-¡Meeshiii!- gritó Luffy eufórico, mientras los tomó a ambos en brazos y bajó a la cocina, estirándolos a toda velocidad.

Apenas aterrizaron, Nami le dió un golpe en la cabeza.

-¡Idiota! ¡Cuando vayas a hacer algo así, ten la consideración de advertirme antes!

-Lo siento...- dijo Luffy, entre sollozos.

Chopper sólo estaba desmayado en el piso, mareado, su cabecita había visto demasiadas imágenes traumáticas por un día.

Todos se sentaron en sus respectivos asientos, menos Zoro, quién fue convencido por Chopper para sentarse junto a él y Robin.

-Vamos, por favor, siéntate con nosotros.

-Tsk... Está bien.

El almuerzo transcurrió normal: Luffy tratando de robar la comida de los otros, Nami y Sanji golpeándole para que no lo hiciera, Robin riendo bajito, y los demás tratando de comer sin que su comida fuera robada. Lo único diferente era las miradas de odio que le lanzaba Zoro a Law, y la presencia de algunos miembros de su tripulación. 

Cuando terminó el almuerzo, Zoro se fue al nido del cuervo, un poco malhumorado, y se puso a entrenar. Los demás fueron a sus actividades de siempre, a excepción de Luffy, que fue al nido del cuervo a buscar a Zoro. Tenía algo que preguntarle.

-Oi, Zoro. Quería preguntarte algo.

-¿Ehm?

-¿Cómo haces para tener músculos así? Yo entreno muy duro y solo tengo estos pequeños en el abdomen y un poco en mis brazos. ¿Es porque nuestro entrenamiento no es igual?

-También depende del cuerpo. Tal vez, simplemente tu cuerpo es así.

Luffy se desanimó un poco.

-¿Y tú por qué quieres músculos ahora?

-Es que quiero ser más atractivo para que Nami me vea como te ve a ti cuando ella y Robin te ven entrenando.

-Ja, idiota. A esa bruja le gustas tal y como eres.

-¿Tu crees?

-Por supuesto, sólo hay que ver cómo te mira.

El capitán se quedó pensativo, dudando si lo que le decía su nakama era verdad, hasta que el mismo nakama le interrumpió.

-¿Has pensado en cómo tu relación con Nami podría interferir en tu sueño?

-¿Eh? ¿De qué hablas?

-¿Y si por andar detrás de ella pierdes una oportunidad para convertirte en el Rey de los Piratas? ¿o si tal vez con el tiempo ella sea tu prioridad y no la meta que te planteaste?

-Elegiría a Nami sin dudarlo, no tiene por qué impedirme ser el Rey de los Piratas. Es todo lo contrario, me ayuda. Un Rey necesita una Reina.

A Zoro le sorprendió bastante su respuesta. No era lo que esperaba escuchar, y menos viniendo de Luffy, el ser humano más infantil que había conocido.

-Bah, basta de tanta charla sobre estupideces. Echaré una siesta.

-Zoro, ¡Mira! ¡Es una isla! ¡Chicos, hay una isla!

Todos salieron a ver. Luego de rescatar a Sanji, se encontraron en el camino y solo habían atracado en una isla, donde se reencontraron con Law (éste se había desviado para buscar algunos miembros de su tripulación que faltaban), y ésta era la segunda en su camino a Wano e iban a necesitar provisiones, por lo que Luffy no lo dudó ni un instante y ordenó que se detuvieran allí. El capitán no desaprovechaba cualquier oportunidad que se le presentara para la aventura, y no se iba sin ocasionar algún lío donde fuera que pisara.

Nami sorteó quién se quedaría en el barco. La seleccionada fue Robin, mientras que los demás se apresuraron para ir a explorar la zona. Law se quedó en el barco, buscando una oportunidad para hablar con Robin. Zoro, que todavía estaba en el nido del cuervo, observó con detalle cada movimiento de Law.

-Nico-ya, necesito pedirte disculpas.

-¿Disculpas? Lo siento Law, pero no creo que esto se solucione simplemente con disculpas. Lo que me hiciste es imperdonable.

-Es en serio, no quería llegar tan lejos, y-

-Basta, no quiero tus explicaciones. Deberías abstenerte de hablar conmigo. No le he dicho nada a Luffy por nuestra alianza, pero si sigues molestándome, no dudaré en decirle. Ahora, si me disculpas (sarcásticamente), tengo mejores cosas que hacer que hablar contigo.

-Espera, Nico-

Law sostuvo el brazo y en menos de dos segundos tenía a Zoro frente a él.

-¡¿Es que no entiendes?! ¡Ya te dijo que la dejes en paz, bastardo!

Law la soltó inmediatamente.

-Tranquilo, Roronoa-ya. No le haré daño.

-Por supuesto que no, porque yo no lo permitiré.

-¿Desde cuando te volviste su guardaespaldas?

-Desde que ella puso su confianza en mí para hacerlo, y aunque no lo hubiera hecho ella es mi nakama, no dejaría que le volvieras a poner un dedo encima.

-¿Nakamas? Lo que yo vi cuando los regresé a la normalidad fue algo más que eso. Sería una pena que sus amigos se enteraran.

-¡Con lo que me importa!- le miró desafiante Zoro. -Escúchame bien, no te quiero cerca de ella, o te juro que me voy a olvidar de que somos aliados y te mataré. No quieras verme enojado.

-¿No lo estás ahora? Como sea, yo me largo- dijo, y se aventuró en la isla como todos los demás.

-¿Estás bien? ¿Te hizo algo ese idiota?

-No, tranquilo. Me sé defender, no me volverá a pasar.

-¿Quieres beber algo?

-Eso estaría excelente.

-Entonces vamos a la cocina.

Zoro le sirvió un poco de sake y ella preparó unos Onigiri.

-Están deliciosos. Deberías cocinar más a menudo.

-Gracias, pero creo que se le da mejor a Sanji.

-Ese cocinero idiota se moriría por probarlos... Me los comeré todos.

Robin soltó una risita. Le encantaba ver a su espadachín favorito dejarse llevar por los celos, aunque fuera sólo un poco. Él solo la miraba reir y se deleitaba con la más hermosa vista ue habría podido tener: una arqueóloga ardiente y tierna sonriendo como una niña pequeña.

-"Ay, Nico Robin, no te imaginas lo mucho que me gustas."

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora