Castigos placenteros

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-¿Ah, sí? Veamos quién castiga a quién. – Dijo él, y lanzándola a la cama se desató una guerra.

Él se lanzó encima de ella y comenzó a besarla, pero ella se volteó con agilidad quedando encima de él.

-Ahora vas a ver lo que te pasará por hacerme sufrir, Kenshin-san.

Robin hizo aparecer unos cuantos brazos que sostenían al espadachín, y bajó sus pantalones, acariciando su miembro por encima del bóxer.

-¿Te he dicho lo mucho que me gusta cómo se ve tu paquete?

-¿No te gusta más como se ve cuando es libre?

-Aún más.

Las manos extras de Robin retiraron los bóxers, y Zoro aprovechó la interrupción para sentarse, y ella quedó sentada en su regazo. Él retiró la parte superior del traje de baño, y comenzó a acariciar sus senos.

-¿Te he dicho lo mucho que me encantan tus melones? – Dijo, robándole un beso, mientras la masajeaba.

-Mmm... Deténte, Kenshin-san, aún no te he castigado.

Ella se separó y lo atrajo hasta el borde de la cama, sosteniéndolo otra vez con sus brazos, mientras se arrodillaba frente a él.  Robin comenzó a lamer su miembro lentamente, de arriba abajo, marcando el inicio de una tortura para el espadachín, que intentaba safarse sin éxito. Ella lo entró en su boca, completamente, y Zoro dejó de resistirse. ¿Para qué negarlo? Le encantaba, y no le molestaba que ella lo retuviera en lo absoluto. Cuando él estaba a punto de correrse, ella se detuvo.

-¿Qué tal si hacemos que dure un poco más?

-¿Me estás diciendo que soy muy rápido?

-Claro que no, sólo quiero torturarte.

-Lo estás logrando.

Robin solo se rió y metió el miembro de Zoro entre sus pechos, y comenzó a moverse, cosa que excitó a Zoro muchísimo.

-Dios...

-¿No que no creías en Dios?

-Me estás haciendo empezar a creer en él.

La arqueóloga lamía el glande, que sobresalía a través de los pechos, y cuando Zoro ya no pudo más, se hundió dentro de su boca, liberando todo el líquido que Robin no pudo mantener en su boca. El resultado fue delicioso para él. ¿La imagen del espejo en la que ella lo masturbaba? ¡Eso no era nada! Los pechos de Robin llenos de su semen eran oficialmente la imagen más excitante que había visto.

La sentó rápidamente encima suyo una vez más, desatándole la parte inferior del bikini. Ella se limpió un poco y se relamió antes de besarlo con intensidad.

-Eso sí fue una mamada de verdad... Ahora, ¿piensas dejar que te de tu merecido de una vez por todas?

-Espera, ¿a qué te refieres con eso?

Zoro se dio cuenta de que había metido la pata al decir eso, aunque sólo hubiese sido un sueño en el que ni siquiera fue complacido, contarle a Robin que se imaginó teniendo sexo con Tashigi no la haría nada feliz.

-N-no es nada, mujer. – Dijo, tratando de distraerla, pero no lo consiguió. Ella era demasiado astuta. Lo sostuvo del mentón con su mano, y con la otra, amenazó con apretarle los testículos.

-Dime, Zoro, ¿Qué quisiste decir con eso?

-Te gusta mucho agarrarle las bolas a los demás.

-Fueron recursos que tuve que utilizar. Además, nunca he sentido nada por Franky. Ahora, responde mi pregunta.

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora