El ojo del huracán

1.1K 80 14
                                    

—Gracias por dejarme usar tu katana, Kenshin-san. Sé lo mucho que significan para ti y que no dejarías que cualquiera las tocara.

—No te preocupes, estoy consciente de que ese aparato te causó mucho dolor y confío en ti, sé que no las usarías de forma irresponsable. Me alegra que por fin hayas podido liberar algo de todo el peso que llevas encima.— Diciendo esto, la abrazó por unos segundos, dejándose inundar por su aroma a flores de cerezo.

—Sin ti no hubiese podido hacerlo. De verdad, muchas gracias. Y gracias a ti también, Franky. Me has ayudado un montón.

—No hay de qué, ya sabes que puedes contar conmigo, ¡para eso soy tu súper nakama!

Todos rieron y recogieron los restos del cañón, que Franky guardó para luego reciclarlos en otras armas e inventos que sí aportaran algo a su travesía.


Después de un rato, todos fueron al comedor. A pesar de lo acordado, Luffy invitó a Smoker para que se quedaran a almorzar, aceptando las disculpas de Tashigi por todo lo ocurrido a regañadientes, con la promesa de Nami de pasar la tarde a solas como soborno. Y no le desagradaba en lo absoluto, hacía tiempo que no estaba con ella como hubiera deseado; la noche anterior fue completamente arruinada por su torpeza y no la pudo aprovechar al máximo, por lo que estaba decidido a que en este día por lo menos haría el intento de que Nami se lo pasara bien.

—Debo decir que la comida está deliciosa. Su cocinero es asombroso.

—Así es, Smoker-san, el cocinero ha sido lo único bueno de mi estadía en este barco.— dijo Tashigi, con algo de rudeza en su tono de voz.

—¡La mejor comida para la mujer más hermosa! ¡Me alegra que te guste mi sazón, Tashigi-san!— respondió ya saben quién, con los ojos acorazonados.

—Bueno, basta de ser tan mal agradecidos. Ya es hora de que nos vayamos. De antemano, quiero pedirles disculpas por todos los inconvenientes que les hemos causado, ¿cierto, Tashigi?— El vice-almirante le dio un leve codazo para obligarla a responder.

—C-cierto, siento haberles causado tantos problemas. Todo ha sido culpa de mi amnesia, espero que no haya rencores.

La capitana marine dijo esto para salir del paso, pero la verdad es que se maldecía internamente por no haber logrado ni siquiera una noche con el peliverde. Y, aunque se arrepentía de haber dicho algunas cosas por su estado mental (como que era capaz de dejar la marina por Zoro, por ejemplo), no le agradaba tener que irse tan pronto. Quería fastidiarlos un poco más, sin embargo, comprendió que por más que quisiera una relación entre ella y el espadachín era imposible por sus ocupaciones y por el amor que, por más que se empeñara en ignorar, sentían esos dos tripulantes el uno por el otro.

—Muchas gracias por todo lo que has hecho por nosotros, Mugiwara. Siento que las cosas tengan que ser de esta manera, ustedes son buenas personas, pero ya saben, si la marina se entera de esto podría perder mi trabajo. Espero que tengas éxito, y recuerda, si nos vemos más adelante no será tan amistoso como esta vez.

—Shi, shi, shi, no te preocupes, estaré listo para vencerte una vez más, humitos.

—Eso ya lo veremos.

—Hasta la vista, idiotas— dijo Tashigi, y se apresuró a subir al barco de la marina, no sin antes dedicarle una miradita a Zoro que puso a Robin algo incómoda.

—Menos mal que ya se va. Me tiene harta.— Soltó Robin, sin reparo en que había pensado en voz alta. Zoro estalló en carcajadas casi instantáneamente.

—Anda ya, tranquila, que sólo tengo ojos para una sola mujer.

Robin sacó unos blazos fleur y haló por las orejas al espadachín, que rogaba que lo soltase. Se fue a su habitación y buscó un libro para leer mientras tomaba algo de sol. Esta vez no usóun bikini, Zoro había estado demasiado nervioso los últimos días y decidió tomarse un descanso en eso de provocarlo constantemente.

—Oye, Robin... Quería preguntarte algo— dijo Zoro, rascándose la nuca. Robin sonrió y lo invitó a sentarse junto a ella.

—¿De qué quieres hablar?

—No te lo tomes a mal, pero... Me está costando esto de acostumbrarme a que nos vean como pareja. No lo malinterpretes, adoro estar contigo, pero no quiero que todos me vean como a un idiota enamorado. 

—Vaya, ¿aún sigues avergonzado por eso?

—¡No, no es eso! Sino que... la única persona a la que quiero permitirle ese privilegio es a ti. Es una parte de mi que solo quiero compartir contigo.

—Me parece muy tierno, Kenshin-san. Mucho para venir de ti. Hay algo más que no me estás contando, ¿cierto?

—¿Por qué demonios que ser tan perspicaz?— dijo, frunciendo el ceño.

—Porque te conozco lo suficiente, ¿o me equivoco?

—En lo absoluto. Pues... supongo que me preocupa... el que puedan hacerte daño por mi culpa. 

—¿A qué te refieres?

—Ya ves lo que quiso hacer el payaso ese anoche, te amenazó porque sabe que eres especial para mi. No quiero que nadie se atreva siquiera a pensar en tocarte un pelo. No quiero exponerte a tales riesgos porque quieran usarte como mi debilidad. Antes eso me preocupaba mucho por el hecho de parecer débil, pero ahora esa parte me trae sin cuidado. Las cosas han cambiado, no pienso permitirme el que te puedan lastimar por causa mía.

—Increíble... — Robin suspiró levemente. Cerró su libro, volteó su rostro y le dio tremenda sonrisa al chico, que la miraba confundida, a la vez que sostuvo su mano y la acariciaba. — Me alegra que estés comenzando a confiar más en mí. Debe ser duro, yo sé que no eres tan abierto y yo tampoco lo soy, más por las malas experiencias que por otra cosa. El ver que has podido abrirme tu corazón... No te imaginas lo feliz que me hace. Y haz de saber algo, Zoro. Yo también confío en ti. ¿Te acuerdas lo que le dije a Nekomamushi ese día? "Tengo nakamas fuertes que me protegerán". Eso te incluye, confío plenamente en que eres capaz de protegerme. Pero tampoco quiero que te martirices. Si algún día algo malo sucede y no puedes hacer nada al respecto, cosa que dudo, no quiero que te eches la culpa. A veces por más que queramos hay cosas que son inevitables. Lo siento, sé que tal vez las circunstancias han hecho que vayamos muy de prisa. Tomémonos las cosas con un poco más de calma de ahora en adelante, no quiero presionarte.

—Tsk, ¿presionarme a mí? ¿con quién crees que hablas? ¡Soy capaz de cortar a cualquiera en dos por ti, nunca permitiré que nadie te toque, ¿entiendes?! No sería el mejor espadachín del mundo si dejo que lastimen a mi mujer. — Respondió él, con una arrogancia que no cabía en ninguno de los room de Law de lo grande que era. Por supuesto, algo de sarcasmo había en sus palabras, el punto era dejar en claro que no estaba sonrojado ni nada por el estilo.

—Tienes un ego muy grande, ¿lo sabías?

—¿En serio? Creo que tal vez lo haya escuchado antes— dijo, poniendo un dedo en su mentón y simulando sarcasmo. Robin sólo sonrió ante tal acción.

—Oye, Robin. ¿No te parece que todo está muy calmado? ¿No tienes la sensación de que algo va a pasar?

—Pues, sí... Se siente como estar en el ojo de un huracán. Pero no pensemos en esas cosas ahora. 

—¿Qué quieres hacer? ¿Me acompañas a entrenar?

—Por supuesto, Kenshin-san. Nada me alegraría más el día.


Por otro lado, Luffy se disponía a pasar una tarde feliz con su navegante.

—Nami, me preguntaba si... ¿quieres jugar conmigo? Quiero decir, los dos solos...

Nami rió por el concepto infantil de Luffy acerca de una cita. Pero así lo quería ella.

—Claro que sí. ¿Vamos por mandarinas?

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora