Aprendiz infiltrado

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—Bueno, Zoro, busquemos esa taberna y luego volvemos al barco.

—Yo sé donde hay una, está en la calle principal. Si siguen esta calle hacia el norte la encontrarán, está llena de tiendas y restaurantes, es fácil de reconocer.

—Bien, en marcha. — Dijo Zoro, apresurado por salir de allí y encontrar algo de su preciado sake.

—Esperen, ¿dónde puedo encontrarlos? Así le preguntaré al capitán si me deja irme con ustedes.

—Nos vemos a la 6 en la misma taberna. Te llevaremos con Luffy.— respondió Robin.

—Excelente. ¡Ha sido un placer conversar contigo, Robin-san! ¡Tengan una feliz tarde!


La pareja caminó hacia la calle principal, y cada vez que Zoro intentaba doblar al otro lado, Robin usaba su habilidad para devolverlo al camino. Él soltaba humo del enojo y ella no hacía más que reír, por más continuas que fueran aquellas situaciones, estaba segura de que nunca se cansaría de ellas. Cuando al fin llegaron, entraron y se sentaron juntos en la barra.

—Quiero una jarra de sake. — Pidió el peliverde, malhumorado por su travesía llena de jalones de oreja.

—Un coctel para mí, porfavor.  

La camarera rápidamente les llevó su pedido, a pesar de que la taberna estaba repleta de gente. Ambos comenzaron a sudar, al parecer era la única taberna de la ciudad y sin importar la hora que fuera siempre había una cantidad de gente allí, más aún porque era verano y habían muchos visitantes. Para colmo, pusieron música a todo volumen, que sumada al bullicio logró hacer imposible el comunicarse sin quedarse sordo o mudo. O ambas.

—¡Robin, salgamos de aquí! ¡Está comenzando a irritarme!

Ella asintió, sin alzar la voz, y lo siguió entre la multitud. Zoro se perdió entre la gente y ambos se buscaban, era tal la cantidad de gente en el sitio que no podían moverse sin tocar a nadie. Sin embargo, para la morena no pasó desapercibido el momento en el que un desconocido puso su mano en uno de sus glúteos. ¨Qué hermosa eres, belleza", escuchó susurrar, y se preparó para atacar, algo molesta por la falta de respeto, cuando 2 segundos después la multitud se retiró súbitamente, dejando al peliverde solo junto a otro desconocido en el medio del salón. Zoro tenía la punta de una de sus espadas punzando un poco la barbilla del borracho hombre, que temblaba de miedo y puso sus manos en señal de defensa.

—Mucho cuidado con lo que haces, rufián. ¿No te enseñaron a respetar? ¡Porque yo puedo enseñarte de mala manera!

Quitaron la música y todos se quedaron en silencio. Nadie se atrevía a confrontar al espadachín y pedirle que se marchara, el miedo que infundía no era poco.

—¡L-lo siento, no sabía que ella andaba contigo! ¡Por favor, no me mates! — rogaba el hombre, aterrado por la mirada asesina de Zoro.

Robin se acercó y se puso frente al espadachín, y tocó suavemente su mejilla con su mano derecha. 

—Kenshin-san, vámonos. Es mejor que no causemos problemas. No me hizo daño.

Él la miró, y ella lo miraba a él con ternura. 

—No puedo irme sin darle esta lección.

—Por favor. Vamos a un café, no hay necesidad de armar un alboroto. Estoy segura de que volverá a pensarlo antes de tocar a cualquier otra mujer.

Zoro se quedó mirándola fijamente y bajo su espada. El hombre salió corriendo, atemorizado. Ella le extendió su mano, y él la tomó, y salieron del establecimiento. Zoro sólo pensaba en cómo se dejó llevar, estaba sorprendido de que aquella mujer tuviera la capacidad de doblegar al animal interno que llevaba consigo con tan solo una mirada. 

Varias cuadras más adelante, encontraron un café, bastante sencillo, pero cómodo. Zoro se sorprendió de ver que servían vasos de sake, y felizmente ordenó uno, mientras que la arqueóloga pidió un café esta vez. La mujer encontró una rocola y depositó una moneda para poner una canción, algo pegajosa, y volvió a sentarse junto a su espadachín preferido. Allí pasaron la tarde, conversando, y luego llamaron a Nami por el den-den mushi, para encontrarse con ellos antes de que Milo se apareciera por allí. Volvieron al Sunny, donde encontraron a Giromi sienddo atendida por Chopper y una Nami que no podía estar más furiosa.

—¡Es increíble! ¡Luffy la salvó y 1 minuto después la muy idiota lo miraba con cara de enamorada! ¿pueden creerlo? ¿acaso piensa que es un príncipe azul que le cayó del cielo o algo parecido?

—Ja, en todo caso, ella fue la que le cayó del cielo a él. — dijo Zoro, burlándose de la navegante.

—Tranquilízate, Nami, Luffy sólo siente esas cosas por ti. Ya viste lo difícil que fue que llegaran a estar juntos, con lo inocente que es, seguro ni se da cuenta que ella le coquetea. Es como nuestra conversación del ventilador, ¿recuerdas?

—Sí, tienes razón. — Respondió ella con un suspiro. — Solo me molesta que sea tan descarada. Se le nota a leguas que esta embobadita. Pero bueno, ¿de qué querían hablar conmigo ustedes?

—Pues, necesitamos tu ayuda para que convenzas a Luffy de hacer algo. Es que...

—¡Oye, Robin-san! ¡Qué coincidencia, justo iba de camino para encontrarnos en la taberna! ¡Wao, tu barco sí que es precioso, es aún más bonito en persona!

—Hola, Milo, respondió ella educadamente ante la interrupción.

—¿Puedo pasar? Aprovechemos que estamos aquí, ¿no?

—C-claro.

—¿Me explicas de qué va todo esto?— preguntó una curiosa Nami.

—Es un arqueólogo que me encontré, dice que es mi admirador. Quiere ser aprendiz en el barco, necesito que convenzas a Luffy de que le diga que no.

Zoro corrió tras su capitán y Nami tras él, y le explicaron brevemente lo que ocurría, pero, como era de esperarse, el chico no captó nada e hizo creer que si. Milo subió rápidamente al Thousand Sunny y allí le presentaron a Luffy.

—Recuerda, Luffy, debes decirle que no. — Le susurró la pelirroja.

—Milo, éste es mi capitán Luffy. Ya le hablamos sobre ti. 

—¡Es un placer, como Robin-san ya dijo, mi nombre es Milo! — dijo él, agitando su mano con entusiasmo. A Luffy le pareció muy agradable. — Estoy aquí porque me gustaría ser aprendiz en su barco, admiro el trabajo de Robin-san y me encantaría poder ayudarla.

Nami, Zoro y Robin lo miraban, expectantes. Luffy recordó alegremente cuando se enteró de que Shanks y Buggy fueron aprendices en el barco de Gol D. Roger, por lo que le emocionó la idea e hizo caso omiso a lo que le habían dicho sus nakama.

—¡Por supuesto, debo tener un aprendiz si seré el futuro Rey de Los Piratas!

—¿Quééééé?— preguntó Nami, con cara de decepción, mientras se desmayaba por la ineptitud del chico.

—Yo me rindo, este idiota es imposible de manejar. — le siguió Zoro.

—Interesante... creo que nunca había estado en desacuerdo con una decisión del capitán-san... Tendremos un acosador en el barco... Espero que no nos mate a todos mientras dormimos.

—¡No digas cosas tan aterradoras! — dijo Nami, ya repuesta.

—¡Gracias por la oportunidad, Luffy-san! ¡Prometo que no se arrepentirá!

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora