Sol y Luna

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Prometo... Prometo que todo va a estar bien.

Mujer, yo... Lo siento tanto... Debí protegerlos a ambos, debí protegerte a ti... Pero aún soy muy débil. Ahora entiendo cómo se sintió Luffy cuando perdió a Ace. Yo... No soy capaz de proteger a nadie.

Las lágrimas del espadachín no cesaban, causando que la arqueóloga sintiera una punzada en el pecho.

—No... No llores, Zoro— le susurró ella, tratando de secar sus lágrimas, mientras que las propias suyas empezaban a escapar. —Si tú te quiebras, ¿de quién me sostendré yo? ¿Quién me va salvar de este abismo sino tu? ¿Quién será mi fuerza si tu te das por vencido?

Ahora era ella la que lloraba a mares. Él se dio cuenta de la verdad de sus palabras y se apresuró a tomarla entre sus brazos, y la besó en todo el rostro, para refugiarse en su cuello. Si, ella era el sol que alumbraba sus días grises, así que él tenía que ser la luna que alumbraba sus noches más oscuras.

—Perdóname, Robin. Todo esto es mi culpa. Yo... Prometo que se seré cada día más fuerte, por ti, y por mi sueño. No te dejaré caer jamás. Y no permitiré que nadie te vuelva a arrebatar de mi lado.

—No, Kenshin-san, la culpa es mía. No debí guardar silencio. Si te hubiera contado todo... Yo no quería saturar tu mente, pero si te hubiera contado todo hoy no estaríamos así... Yo debí decirte que Kuina era quien estaba detrás de todo, no le dije nada a los demás porque quería proteger tu secreto pero al menos debí decírtelo a ti. Quería decirte del bebé cuando pudieras sentirte feliz por ello, y preferí callar para nao afectar tu salud. Si tan solo no hubiese guardado silencio... Qué problema. Vine para que te aferraras a mí, y resulta que al final tuviste quien necesitó consuelo fui yo.

—Si me estoy aferrando a ti, Robin. No te imaginas lo que siento, estoy intentando ser fuerte por ti. Ni aunque me borraran toda la memoria, ni aunque no me acordara siquiera de quién soy no podría no alegrarme de tener un hijo tuyo. Y esto no es tu culpa, tu no podías saber lo que iba a pasar. Todo es culpa de la maldita de Kuina. Ella no era así... Ella sólo quería dejar de ser discriminada, era una chica un poco ruda, pero no era mala. Sin embargo ahora... Me niego a aceptar que es la misma persona.

—No sé si es la misma, pero tienes que tener cuidado, Zoro. Es alguien a quien no deberías subestimar, logró vencerte. Tienes que estar preparado cuando la enfrentes. Yo... No soportaría que ella te hiciera más daño.

—No creo que pueda hacerme más daño del que ya me ha hecho. La única forma sería separarte de mi lado o lastimarte, y no hay forma de que permita que eso pase. Yo la derrotaré, ¿me escuchas? Confía en mi. Haré que se arrepienta de todo el mal que nos ha causado. Si es necesario... Hasta la mataré con mis propias manos.

A Robin no le gustaba escucharlo hablar así. Ella lo conocía, sabía que él no jugaba. Y a pesar de todo, aunque su corazón pedía a gritos que pagara por arrebatarle lo que más quería, no podía decir que el verla muerta la llenaría. Decidió dejar de pensar en ello y confiar en él, él la protegería sin importar qué, y él se encargaría de hacer justicia. Ella ya encontraría la forma de salvarlo de la oscuridad que pudiera nublar su mente. Se recostó de su pecho y se quedó dormida, se había esforzado demasiado en caminar cuando acababa de salir de una operación muy larga, a Chopper le iba a dar un infarto si se enteraba.

Cuando él se dio cuenta, la cargó y la llevó devuelta a la enfermería para que descansara. Al verlos pasar, a Chopper se le dispararon las alarmas, pero prefirió esperar a que el espadachín saliera.

—Zoro, lo siento mucho, de verdad lo siento. Di lo mejor de mi para salvarlo y no pude hacerlo... Espero que algún día puedas perdonarme.

Los sollozos del doctor le provocaron un vuelco en el corazón. Él había sido muy injusto con él, había reaccionado muy mal y había lastimado a todos sus nakama. Lo tomó en sus brazos y lo sujetó fuerte.

—No, Chopper, quien me tiene que perdonar a mí eres tú. Actué como un imbécil, cuando tu diste tanto de mi, has hecho tanto por ella y por mi. Lo siento.

—Para nada, Zoro. Yo sé que te debes sentir fatal y sé que jamás me lastimarías. Yo sé que estás sufriendo mucho. Eres mi nakama y te quiero mucho.

—Yo también, Chopper. Ahora entra y revísala, ella debe sentirse agotada física y mentalmente.

Los demás veían el cielo, sentados en cubierta. Nadie decía una palabra. Y nadie podía conciliar el sueño, por lo que ninguno se dispuso a ir a su habitación. Zoro llegó y ninguno quiso mirarlo, todos se sentían culpables.

—Luffy, chicos, lo siento. Reaccioné muy mal y terminé pagando mi enojo con todos, cuando ninguno es culpable de nada. Me disculpo, de verdad no sé que me pasó, sentí tanta rabia de repente y por un momento no sabía lo que decía. No debí comportarme así, perdón por perder la compostura. Pero es que duele tanto... Ustedes no se lo imaginan.

—No hay nada que perdonar, Zoro. Nosotros te entendemos, aunque no sintamos la magnitud de lo que tu sientes nos preocupamos por ti y sabemos que es doloroso. No hay rencores, tú eres nuestro nakama— respondió Luffy, y todos asintieron sonrientes, en una señal de apoyo. —Ahora, tenemos que planear lo importante. Tienes que patearle el trasero a esa bastarda.


¡Hola a todos! ... *se esconde en debajo de la cama para que no la atrape la turba furiosa mientras sonríe nerviosa y saluda de lejos*
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actualicé, pero  decidí escribir esta nota de autor (las cuales, por cierto, odio poner) para decirles que reviví y por fin encontré la manera en la que quería darle final a esta historia. En dos días estaré subiendo el capítulo final, ha durado mucho, espero que queden igual de satisfechos que yo. ¡Besitos! (Si es que todavía siguen ahí) 😘😘😘

Shambles (Zorobin) (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora