Capítulo 1: "Hermano"

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-Rose Patterson, 12 años:

—Es enserio mamá, esto es un caos sin sentido— le explico fatigada— y yo no quiero seguir discutiendo con personas que nada me aprecian y menos me entienden, ¿por qué seguir caminando en una cuerda floja? No caeré, por ahora no hay metas para mí, ni sueños, solo sufrimiento en este motivo irreal y sin rumbo. Así que no pierdas tu tiempo con charlas motivadoras cuando la realidad es amarga—Admito sofocada por la situación aberrante en la que me encuentro. No existe calma mientras reine la tormenta.

—Rose... ¡No hables así! Aún eres joven, sabes que tu padre y yo te queremos, al igual que tu herma...— le interrumpo bruscamente enojada por sus palabras patéticas y vacías llenas de majaderías.

— ¡No me digas que él me quiere! No es así, es obvio que ambos no nos soportamos, él ni siquiera me defiende de los que me molestan porque lo inicia todo ¿acaso no lo notas?—lleno mis pulmones con aire al sentir la adrenalina ascender por mi cuerpo— ¡¿Acaso no ves que no soy como ustedes?!—Suelto en un suspiro cansino por mi arrebato estúpido de nuevo, necesito calmarme y controlar el enojo en mi cuerpo — No importa ya, así estoy bien— finalizo mientras masajeo mis sienes por el dolor de cabeza que se instaló por mi grito inapropiado.

—No hija—mi progenitora toma mi mano deteniendo mis acciones haciendo así que alce mi mirada hacia ella logrando así ver su rostro desencajado el cuál es muy parecido al mío a excepción de mis ojos los cuales son herencia familiar por parte de mi padre—No digas eso, eres una niña única y especial que de verdad queremos mucho—dice luego de que su voz se quiebre mirándome como tanto detesto: con lástima y compasión, algo que muy al contrario de ella, no puedo tener.

—Mejor vete, necesito estar sola— le informo luego de unos segundos en silencio de neutralidad sin soportar más tiempo aquella mirada repugnante, no me gusta pasar por situaciones fatídicas como éstas, sin embargo mi madre es muy terca y no lo entiende, ella nunca logrará entender mi naturaleza, y admito también que ni yo creo a veces poder hacerlo.

—Me iré— La veo asentir algo insegura mientras el silencio incómodo de nuevo se hace presente entre nosotras— pero antes entiende que no todo en la vida es malo Rose hay que seguir adelante alejando los problemas en el camino sin importar las adversidades — Habla con un tono nostálgico que me hace generar una mueca de antipatía —estaré en mi habitación, te quiero —dice esto último en un susurro ahogado mientras yo mantengo mi vista en el suelo, y solo al sentir unos labios reposar suavemente en mi frente por pocos segundos logro alzar mi vista percibiendo como ella se marcha de la habitación cerrando la puerta a su paso.

Me levanto de mi lugar y camino hacia la puerta colocándole el seguro para no tener que soportar más interrupciones. Al acostarme relajadamente en mi cama me pongo a recordar haber visto y leído situaciones similares a lo vivido hace poco y lo que resta es llorar para el personaje al sentir dolor, e intentando sentirlo obligo a mis ojos a derramar lágrimas y mientras los cierro sonrío.

Incógnitas nuevamente como: ¿Que hubiera pasado de haber sido normal? O ¿por qué no lo soy? Se arremolinan en mi mente, dudo ser débil como Eduardo muchas veces me dice burlándose. Entonces mi vida es patética, una mierda sin sentido en pocas palabras. ¿No?
Niego soltando un suspiro disipando aquellos pensamientos para darle lugar a más preguntas molestas.

¿De verdad quiero a mi hermano? La respuesta claramente no tarda en aparecer con un gran no, la verdad no sé siquiera qué es el sentir del querer a alguien, sinceramente lo único que siento en estos momentos hacia él son unas inmensas ganas de ahorcarlo hasta dejarlo sin aire, sin embargo riendo bajo me ahorro esas ideas negando y comenzando a repasar los primeros eventos matutinos que me trajeron hasta aquí junto a la absurda plática con mi madre.

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora