Capitulo 42: Brandon

834 94 22
                                    


Presentándome tardiamente en mi habitación luego de un exhaustivo día, reconozco la figura dormitada de mi madre recostada en mi cama. Por ello acercándome a su persona le retiro el marco de fotografía que abraza contra su pecho como en resguardo e, inspecciono su contenido impreso; una fotografía familiar añeja de hace 15 años.

Dejo el retrato hogareño a un lado de la cama para poder examinar el rostro apacible de mi madre. Su piel bronceada contrasta perfectamente con la luz de la luna que se cuela por mi ventana, mientras su cabello igual de oscuro que el mío se esparce en la almohada.

Yo solo me parezco físicamente a su persona, porque mis diferencias son más altas que su ignorancia.

Terminado mi baño, me visto y entro de nuevo a mi dormitorio para notar serenamente que aquella dama ya no usurpa mi estancia.

Descanso mi cuerpo en donde antes mi progenitora reposó el de ella. Y mirando el techo decido cubrir todo mi cuerpo del descomunal clima glacial que me envuelve en las baldías épocas navideñas.


El insomnio gana de nuevo la carrera del sueño hasta las dos de la mañana en donde por fin puedo percibir aquel cansancio característico del que se adueña el ensueño, por eso cerrando los ojos me permito sucumbir ante los brazos deseables de Morfeo.

No obstante el importuno sonido telefónico interrumpe mi reposo.
Disgustada me incorporo para tomar la llamada que me ha hecho cambiar inmediatamente de actitud por una irritada, al atender la otra línea.

— Supongo que he despertado a la bella durmiente y ésta no está de buen humor como en los cuentos de hada— Una risa interrumpida por un jadeo adolorido me hace soltar un bufido obstinado al reconocer al portador de aquella voz

—Si haces esto, en venganza de mi visita a tu trabajo, entonces déjame decirte que eres un célebre inmaduro— me levanto mirando la hora en mi mesada— Porque llamarme a más de las 3 de la madrugada no es un juego agraciado.

—Lo siento gruñona— suspira por largos segundos— esto no es una broma o algo parecido. Necesito que me busques en el callejón mugriento de la otra vez. Él de la bajada algo apartada de mi anterior reciento.

Junto mis cejas intrigada por sus palabras puesto que él pocas veces requiere de mi persona a sus horas verdaderas de trabajo, al menos que haya cometido otras de sus burradas.

— ¿En qué lío te encajaste esta vez?

—Te lo explico cuando llegues— un leve gruñido es lo último que escucho antes de que me cuelgue.


Cuestiones así me hacen dudar frecuentemente de mi buena voluntad con él. No debería seguir con mis favores y ayudas hacia su persona, pero aún hay algo que nos ata. Además el tiempo de tortura sigue corriendo para los incautos.

Pese a mi fastidio, aquí me encuentro, desobedeciendo mi razón en la búsqueda de un hombre atolondrado que nunca supo lidiar ni consigo mismo.

Conduciendo a altas horas de la madrugada (aun en pijamas) por el peor barrio conocido de la ciudad.

Saliendo de mi confort hogareño, hasta llegar a aquél callejón contaminado de basura, iluminado únicamente por una bombilla parpadeante que obstruye el paso mi visión hacia su interior corrompido.

Poco después de haberme presentado en aquél sospechoso terreno, veo salir de entre los desechos a un sujeto cojear y aproximarse a mi auto. Por ello asegurándome de inmediato, tomo el obsequio de Daniel que consiste en mi arma de protección, pero al ver la figura abollada de Brandon, desactivo mi alarma y le permito su ingreso fatigado a mi coche.

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora