Capítulo 46: Año Nuevo

713 83 7
                                    

—Cecilia, quiero que le lleves el obsequio a mi madre y la autorización firmada por mí del pago de todos los empleados a Jerónimo—le ordeno mientras me entrega los documentos antes solicitados.

—Como diga

Hojeo brevemente las carpetas antes de mirarla y apoyarme despreocupadamente en el escritorio— bien, ahora ya puedes dictarme lo que me tengas.

— ¡Cierto! —Vuelve a asentir sacando su libreta y leyendo el contenido revuelto— Sus llamadas personales son de: el joven Daniel Velázquez a las 9:46 am preguntando por usted, al igual que David media hora después, pero al no poder hablar con usted ha colgado enseguida, su madre a la hora del almuerzo, ha preguntado nuevamente si había culminado ya con su labor pero le he respondido lo que ya me ha dicho con anterioridad a eso, ella se lamentó pero lo volvió a aceptar mandándole de paso un abrazo y rogándole que cuando estuviera desocupada le devolviera la llamada. La señorita Brown intentó comunicarse con usted a las 2: 16 minutos de esta tarde pero no pude llegar a tiempo para contestar —le hago un gesto con la mano para que continúe y, así lo hace ocultando su rostro apenado y arrugado — a las 4:02 llamó la agencia de limpieza informando que ya todo estaba listo en su casa. Y las compras que me ha encargado también se encuentran en donde deben estar.

—Muy bien, ya puedes cederme las llamadas a mi móvil y retirarte.

— Muchas gracias

— Por cierto... —vuelvo a detener a mi asistente particular— también notifícaselo a mi secretaria para que les ceda el permiso a los demás, ahora si puede retirarse, descanse y feliz año. —le devuelvo levemente el gesto simpático.

Ella asintiendo con más ánimos se retira nuevamente de mi oficina respondiendo cariñosamente a mis palabras, pero no extendiéndolas con más habladurías porque ya todo saben (y sobre todo ella) lo que es necesario decir frente a mí y el labor.

No hay contradicciones, si es bueno lo toman y, si no, también. Aunque para conservar mi imagen cordial, me limito a ser justa cuando es necesario.

Todos tienen muy en claro el rango profesional de cada quien.

Las quejas nunca tienen cabida para mí. Y eso hace mi papel, arrebatador y eficaz.

Por los momentos y con respecto a otro tema para nada laboral, aun pienso un poco sobre aquella pasada noche en donde alcancé aclarar un recuerdo pasado que tenía suprimido muy en el fondo de mi mente, debido a que logré así que ya no estuviera en el olvido, por lo cual ya puedo estar más despejada con respecto a lo que fue mi infancia (aun confusa).


6 días son los que han acarreado en mi labor intensa cotidiana; trabajo imponente que me ha inmovilizado en la empresa y, administrando incluso mis horas de sueño para mi ardua dedicación.

Las festividades para mí son como otro día común en los que hay que crecer y no detenerse a holgazanear, así que a un día antes del año nuevo solo me reservo sumergida en los números y en el emprendimiento de nuevos proyectos alejados del área comercial.

Pocos son los que deciden dejar a un lado su infructuosidad, como mi madre la cual se anima sola, con celebraciones familiares que hoy por hoy, decidí excusarme por mi ausencia al no querer seguir con aquel teatro con ellos:

Como la pareja infeliz que decidió viajar hasta Miami, y que supongo ya su ánimo mejora, porque en las fotografías que logro divisar en mi aburrimiento libertino por instagram, los distingo relajados; O de igual modo también el desdichado de Daniel, el cual luego de mi negativa tuvo que marcharse junto a su familia.

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora