Capítulo 24: Impulso

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Bajo del auto luego de haberme despedido de Brandon. Miro la hora en mi móvil y espero jugando con el sentada en una banca en la entrada del edificio de la facultad mientras espero la llegada de mi hermano ya que mi padre me había dicho con anterioridad que tampoco podía pasar a buscarme. Y ese comportamiento tan peculiar en él se me hace sumamente sospechoso. La llegada del automóvil viejo de Eduardo me hace levantarme de mi lugar tomando mi bolso en el proceso hasta caminar hasta él y entrar en los asientos traseros sin saludarlo pero frunzo el ceño receloso al ver que no está solo.

—Bendición madre—le saludo a mi lado a lo cual ella me sonríe acongojada en respuesta.

—Dios te bendiga bebe—me acerco a ella dejando un corto beso en su frente lo que la hace emocionarse porque rápidamente su mirada cobra vida— ¿Tenias mucha tarea pendiente verdad?—Asiento ante su pregunta.

—Me quede en biblioteca con Camile porque el mentado profesor nos dejó un trabajo práctico muy largo de ética—bufo con falso fastidio haciendo que ella me sonría un poco de vuelta.

—Esa amiga tuya se ve muy buena muchacha hija, deberías invitarla formalmente algún día a casa para almorzar.

—Okey— refuto para luego verla con interés— ¿y en donde esta papa? — examino su expresión notándola nuevamente decaída mientras suelta un lento suspiro.

—Tuvo un viaje de improvisto en el trabajo así que salió de la ciudad y tendrá que volver dentro  un mes o más—musita desanimada haciendo que asienta viendo de reojo a David de copiloto mientras Eduardo conduce en silencio.

Llegando a casa lo primero que hago es ahorrarme sus molestas presencias adentrándome rápidamente a mi baño para poder limpiar mi cuerpo. Acabando de vestirme tomo de mi bolso el dispositivo que se me ha obsequiado asegurándolo en un mediano cofre de madera el cual escondo bajo mi cama. Abro la gaveta al lado de mi cama con la llave que poseo en mi cuello sacando del cajón un único cigarrillo el cual enciendo y consumo cómodamente recargada en la cabecera de madera de mi mueble mientras observo un punto fijo en la pared en silencio. El dispositivo me servirá en un futuro pero no puedo utilizarlo con E por obvias razones, así que para avanzar de nuevo con mi plan antes debo informarme mejor.

Pienso en Brandon y sonrío al saber la profesión de su padrastro. Sus conocimientos si me servirán para descifrar sus movimientos porque el más que nadie sabe sobre la temática característica en nosotros. Antes no me había tomado la molestia de investigar temas psicológicos pero ahora más que nunca estoy interesada en darle una oportunidad al comportamiento humano. Así que animándome dejo la colilla a un lado apagándola mientras me levanto y me acerco a mi antigua computadora que milagrosamente aun funciona y la enciendo esperando que aún me sirva el wifi del vecino. Posteriormente cerca de 15 minutos de estar sumergida en las redes de internet me conformo al obtener la información necesaria y casi predecible sobre las personas que planean, manipulan y se esconden; los psicópatas.  Me aparecieron muchas relaciones con el tema de las personas que secuestran,  acosan o matan porque eso claramente es lo que E planea hacer con nosotros. Primeramente inicio con “la tortura” al mandarme aquellas notas amenazadoras que me confunden. Google recomienda poner una denuncia a la policía para evitar que avance más pero eso sería lo más estúpido que podría llegar a hacer en este caso. Al percibir las exigencias de mi estómago para que me alimente decido levantarme y adentrarme a la cocina en la que encuentro a mi odioso hermano saqueando la nevera. Da asco con solo verlo comer así que prefiero ignorarlo abriendo la alacena tomando un plato de ella. Dirigiéndome nuevamente al refrigerador ya libre me detengo de golpe cayendo al piso bruscamente por el empujón fuerte a mi costado. Y emitiendo un gruñido molesto me levanto del suelo observando la palma de mi mano en donde la intromisión de un pedazo de vidrio me hace sangrar al estar incrustado en ella haciendo que de inmediato lo saque sintiendo el cosquilleo singular en la zona afectada

—Más torpe no puedes ser hermanita —las escandalosas carcajadas de Eduardo me hacen dejar de ver el líquido espeso salir de la lesión para poder verlo— nada más tú te llegas a cortar por despistada —me señala con burla aun riéndose haciendo que yo frunza el ceño sin dejar de observarlo disgustada mientras me acerco a su anatomía.

—El torpe eres tú si de verdad crees que no sentí tu evidente empujón imbécil —Exclamo entre dientes — porque déjame decirte que de chistoso no tienes nada pedazo animal

—No me eches la culpa de tus estupideces —borra su sonrisa dejando el jamón a un lado, y aprovechando su distracción le quito el cuchillo apuntándolo ahora yo en modo de amenaza lo cual lo hace tensar un poco viéndome algo sorprendido.

—No me provoques Eduardo—Le apunto con seriedad apretando con fuerza el mango del arma sin importarme las punzadas del corte en mi piel. No siento dolor porque ahora en lo único que pienso es en desgarrar el cuello del sujeto que tanto odio y me ha jodido la existencia desde que nací.

— ¿Por qué? —Sonríe de lado— ¿acaso crees que me causas miedo? ¡Por favor Rose! Te ves ridícula—refuta con mofa haciéndome cambiar mi mueca por una sonrisa verdadera y muy mezquina la cual le hace fruncir el ceño. Pero se aparta rápidamente de mi deteniendo mi pronta actividad impulsiva intentando quitarme el cubierto en un intento fallido en el que inmediatamente al ver mi oportunidad libre le hago una abertura en el brazo izquierdo con el cual quiso cubrirse patéticamente de mi acción.

— ¡¿Qué haces?! —cubre su herida generando en su rostro una mueca expresando claramente el  dolor que siente sin dejar de verme aturdido. Yo sonrío con gracia ahora si al ver brotar de el sangre. Su sufrimiento es verdaderamente deleitable. Y acercándome de nuevo a su cuerpo alzo mi brazo dispuesta a acabar con su dolor pero un jadeo entrometido detiene mi movimiento tirando el arma al suelo de inmediato al verme envuelto nuevamente en la consciencia.

— ¿Q-que está pasando aquí? —volteo a ver a mi progenitora la cual niega cubriendo su boca mientras sus ojos se inundan de lágrimas que demuestran su evidente temor.

— ¡Tu hija que está loca! ¡Eso es lo que sucede! —acusa Eduardo en un grito mientras me señala rabioso.

Soltando un suspiro observo en silencio a mi madre mientras pienso que sinceramente he sido una estúpida que no pensó antes de actuar lo cual me tiene molesta conmigo misma porque he cometido el error que más detesto de los mortales. Así que decido no emitir palabras en mi defensa y solo señalo de igual modo mi herida para luego marcharme de la cocina ignorando la mirada recriminatoria del sujeto a mi costado. Entrando nuevamente a mi baño me dispongo a limpiar la abertura de mi mano con agua y luego con Dioxogen. Saliendo del tocador y recostándome en mi cama me dispongo a vendar mi mano en silencio mientras me recrimino internamente por mi mediocre desespero por querer adelantar las cosas.

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Att: MM.

*** Capítulo Editado ***

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora