Capítulo 45: ¿Sueño o Pesadilla?

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— ¿Es enserio? — se queja Camile al tiempo que cruza sus brazos, claramente inconforme por no saber la dirección exacta, y notar nuestro camino automovilístico apartado de la ciudad.

Yo termino de colocarme la blusa y guardo mi otro atuendo en donde minutos atrás estaba el otro; asegurado por debajo de los asientos traseros.

Siempre es provechoso mantener ropa cómoda en el auto por casos de apuro y, aunque hoy haya sido por otro tipo de asunto, es reconfortante tenerlo.

Brandon en respuesta a la berrinchuda, solo le sonríe agraciado mientras conduce en silencio por la casi intransitada autopista.

Yo por mi parte conservo el mutismo porque ya poseo un pequeño conocimiento acerca de la dirección del pelinegro cambiante. Pero mientras me entretengo atando simétricamente los cordones de mis botines, el chillido de Camile vuelve a aparecer deteniendo mi actividad

— ¿Cómo te has cambiado tan rápido...? Además... ¿desde cuando tienes ropa en tu auto? —interroga confundida volteando su cuerpo y observando mi atuendo convenientemente abrigado


—Por precaución— me limito a decir mientras ato mi cabello en una coleta alta y, me coloco mi chaqueta.

—Suerte la tuya entonces—junta sus cejas inconforme y, vuelve su vista al frente— yo no traje otro cambio de ropa y ahora me tengo que quedar como estoy—se lamenta abrazando sus brazos descubierto por el vestido de gala que también adorna su cuerpo.

—No le veo nada de malo a eso, te ves divina así como estas...

No le presto más atención a la plática cursi de aquel par, y solo decido acomodarme en mi asiento y mirar hacia el exterior poco iluminado.

Los humanos se dejan dominar por sus sentimientos y emociones. ¿Acaso no se dan cuenta de lo inútil que es eso?

El amor puede ser un arma de doble filo, pero que de igual modo te destruye. Te enmaraña la visión, encadenándote a una realidad ilusa. Eso quiere decir entonces, que amar es ser masoquista, porque se busca sufrir. Y nadie les obliga a buscar a los otros o permanecer juntos.

La tristeza es lo mismo pero más potente, porque la angustia te ciega a todas las posibilidades provechosas, mientras al mismo tiempo te ahoga en tu propio estanque de melancolías antañas.

Así mismo ocurre con el odio, no te permite ni pensar, solo actuar por impulso, y eso es otro de tantos errores banales. Razonar es lo que te salva, meditar y planear. Pero de nuevo creen en el falso coraje, que te hace sucumbir al acabarse.

Solo pierden el tiempo en cosas simples, transformándola a difíciles. Volviéndose frágiles y mintiéndose luego con ser fuertes. Como una tortuga, son lentas y cobardes.

La vida es solo una morada, en donde tú decides si volverlo tu infierno personal o tu lugar seguro mientras residas en ella. No es más que una estructura en donde uno mismo decora a su antojo. Si pierdes el lugar, si lo destruyes o traes plagas a él, solo hay un único culpable; el residente.

Los nefastos mortales solo buscan padecer porque les encanta. ¿Y quién soy yo entonces para evitarlo? Por eso mejor observarlo con gracia.

Debido a todo eso, las personas son predecibles con sus mediocres personalidades, actitudes y acciones.

Todos temen, le huyen a la tristeza pero luego se refugian en ella.

Buscan el amor y luego despavoriesen, ya que no saben ni que hacer consigo mismo. Flaquean en su momento más débil.

Y al final la razón se marchita, porque el odio los despoja.

Su actuación es patética, por ello entretenida, porque van directo a la agonía.

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora