Capítulo 4: Nueva vida

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-Rose Patterson, 14 años:

Pasados los dos años desde aquella visita inesperada mi vida cambió totalmente, fingir normalidad como cualquier adolescente de mi edad se me ha hecho más sencillo y me sorprendo de mi misma a diario por ello.

He aprendido a acallar lo que siento junto a lo que pienso porque a veces ser "sincero" puede llegar a estropear más las cosas

Estoy en un nuevo instituto cursando mi último año de bachillerato, tengo varios amigos y mi humor junto a mi personalidad ha cambiado drásticamente adaptándome al cambio que atravesamos el cual supe aprovechar al máximo para pasar desapercibida esta vez de diferente modo al anterior,

Después de adoptar el ridículo uniforme que me obligan a usar en la institución bajo a desayunar encontrándome en la cocina a mi madre junto a mi tía charlando animadamente de no sé qué (de seguro de chismes y platillos)

Desgraciadamente aún nos encontramos en casa de la hermana de mi madre y su hija puesto que es humillante y estúpido tener que soportar a más individuos bajo el mismo techo, aunque debo admitir que no se ha comportado mal con nosotros en ningún momento, ha sido amable y generosa, y de todos modos yo no le agradezco nada, sin embargo me quedo callada como siempre.

Luego de comer silenciosamente salgo de aquella casa despidiéndome de los que se encuentran presentes para caminar rumbo a la escuela la cual queda cerca. Lo bueno de ahora es que puedo salir sin la necesidad de un acompañante, me gusta ser independiente.
Al llegar a mi destino diviso a los muchacho que tienen de por nombre mis amigos, los saludo sonriente con un beso en la mejilla como cualquier otro típico humano de mi edad, ellos también hacen lo mismo.

— ¡Hasta que llegas Rose! — Exclama con dramatismo alzando los brazos al cielo la más pequeña y morena del grupo, María, la cual por alguna razón se hizo “mi mejor amiga”— aquí con los chicos hablábamos sobre una salida al cine, ¿Quieres unirte?

—Okey— objeto asintiendo para luego caer en cuenta que no medite mi respuesta— aunque ya saben cómo son mis padres — rasco mi brazo dándoles a entender incomodidad — tengo que preguntarles antes a ver si me dan el permiso — hago una pequeña mueca al verlos rodar los ojos.

Es verdad lo que digo de todos modos, mis padres no han cambiado con respecto a nuestra seguridad, y pensándolo mejor ojalá no me dejen ir, no me gusta salir, menos a lugares infestados de gente ruidosa.

—Okey— expresa con desgano la otra joven del grupo a la cual decimos Ali porque su nombre es muy largo y difícil el cual ni siquiera me tomé la molestia de aprender así que por mi está bien así— Pero nos avisas porque queremos salir pronto — habla acomodando los pequeños mechones sueltos de su cabello el cual siempre tiene recogido en un moño por su peculiar volumen y forma, digamos entonces que su pelo es de esos extremadamente ondulados y esponjosos.

En el transcurso del día como ya es rutina ignoré las idioteces de mi hermano y su amigo, eso sí no ha cambiado en lo absoluto puesto que siguen infectando mi espacio con sus molestas presencias.

Al finalizar las clases simplemente decido ir rápido al hogar en donde habito, no tengo tampoco una agenda muy agitada, del colegio a casa y de la casa a mi habitación, pocas veces salgo y eso tampoco me molesta, por mi está bien  así que al llegar voy directo al baño para refrescarme para después almorzar en la soledad de la casa debido a que a esta hora exactamente la casa está completamente vacía.

Al ver entrar a mi madre luego de un poco más de una hora en compañía de mi tía decido acercarme a ellas.

—Mamá —llamo su atención — ¿puedo salir mañana al cine con mis amigos?— pregunto de forma directa haciéndole fruncir el ceño

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora