Capítulo 21: Ridículo

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Serenidad absoluta es mi propósito nuevo porque el tiempo ya está de mi lado. E es un individuo muy astuto que lleva planificando por años su plan de venganza lo que le da un poco de ventaja en mi contra, sin embargo aquella estructura pienso destruirla cuando el caiga por sí mismo en la trampa que inconscientemente se armara por si sola facilitando mi fachada próxima ante su mismo descubrimiento.

Visualizo nuevamente el reloj de mi teléfono dándome cuenta de que ya es la hora cercana para que mi padre me transporte a la facultad. Salgo de la habitación ya preparada físicamente para ello pero me detengo vacilante en la sala al ver a Eduardo frente a mí.

—Papá salió en la madrugada así que me toca acompañarte— hace una mueca inconforme por ello pero luego me sonríe con chanza— por otro lado me alegro de que mis padres por fin te hayan expuesto correctivos ya que a montones los necesitas— finaliza con gratificación haciéndome fruncir el ceño molesta por su actitud que rompe mis esquemas nuevos de control.

—No te preocupes querido hermano—fuerzo una sonrisa ante su insignificante flexibilidad— agradezco ahora tu nuevo servicio protector hacia mí — aprovecho su mirada desconcertada para seguir con mis esparcimientos especulativos e invisibles contra el— sinceramente esto beneficia a todos.

— Cómo sea— mira por el rabillo del ojo la hora en su reloj nuevo de muñeca ganándose mi mirada curiosa al ver su expresión cambiar de una pensativa a una gran sonrisa lobuna al tiempo en que la puerta de entrada se abre— por cierto tu novio nos llevara — me informa para luego salir con una gran sonrisa satisfactoria al lograr su objetivo odioso de molestarme con su nefasto y tramposo objetivo.
Proveo ignorar a David el cual solo se queda parado en la entrada abriendo la puerta para  mí guardándose la llave — que no sabía que tenía —  luego en el bolsillo de su abrigo dirigiéndose hasta nosotros tras cerrar la puertezuela.

—Dense prisa par de tortolos que no tenemos todo el tiempo para sus miraditas afectivas—  se mofa mi hermano subiendo al lado del copiloto en el auto ostentoso de su mejor amigo.
Ahorrándome mis palabras para no estropear mi meta diaria me adentro también al coche azulado sin más miramientos de reojo porque ya esto es el colmo de la situación entre este par que se las ingenia para atosigarme. Con David mis intenciones de mejoras cambian porque simplemente hay distintas personalidades que chocan demasiado con la mía haciendo imposible mi tarea, y principalmente una de aquellas singulares actitudes lleva su nombre en la cima del cuadro.

— Primero busquemos a las gemelas —le informa Eduardo a David mientras este enciende el auto y asiente sin replicar.

Dentro de lo que parecen ser unos minutos en donde mataba mi tiempo jugando Angry Birds con mi teléfono, noto que el auto se ha detenido haciendo así que voltee en dirección derecha al ver a Eduardo bajarse y caminar hasta la entrada de una casa de color chocolate en la esquina de lo que parece ser una urbanización decente. Una mueca de asco se produce en mi rostro inevitablemente al ver salir del portón a una despampanante rubia lanzarse a los brazos de mi hermano besándolo como si quisieran devorarse.

—El amor no es malo—la voz de David me hace distinguirlo por el espejo retrovisor — es hermoso si encuentras a la persona correcta —sonríe de lado haciendo que lo ignore en sus palabras huecas carentes de importancia y significando. Pero volteo de nuevo hacia aquella casa en donde una nueva chica igual a la anterior sale caminando hasta el auto. Arrimo mi cuerpo lo más pegado a la puerta contraria a ellas al verlas ingresar saludando a David al unísono con voces tan chillonas que delatan la indudable falsedad que desprenden con su trivialidad.

—Tú eres Rose ¿cierto? — frunzo el ceño confundida a su llamado viendo a la chica rubicunda tras su hermana a mi lado.

— ¿Por qué? —inquiero incierta ante su pregunta repentina haciéndola sonreír con hipocresía mientras me mira despectiva

Sonrisa Fingida |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora