Sick

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-¿Estás bien? Te vez pálido- dije al verlo cuando abrió la puerta de su casa.

-Trajiste lo que te pedí- dijo con voz rara, tenía la naríz roja, estaba pálido, sus ojos estaban aún más pequeños de lo que normalmente son. Tenía una pijama de pantalón largo y un abrigo puesto.

-Sopa de fideos, hecha por mi mamá- dije entrando. -Ve a acostarte un rato, la calentaré para ti.

-Está bien. Me quedaré aquí- dijo sentándose en la mesa. Comenzó a toser fuertemente, me acerqué a él y toqué su frente, estaba ardiendo.

-Tienes fiebre, ve a la cama. Te llevaré la sopa cuando esté caliente de nuevo- le dije.

-Bien. Me voy- se levantó antes de resoplar una vez, y se fué a su habitación arrastrando los pies. No podía negar que lucía muy tierno estando enfermo. Lucía más vulnerable y humano, no como un chico frío y fuerte al que nadie puede herir.

Mientras calentaba las sopas que mamá había preparado para él, me dispuse a recoger un poco la casa. También fui al baño mientras él estaba arropado de pies a cabeza en la cama, y busqué alguna medicina que funcionara. Por suerte encontré una, pero no quedaba mucho líquido. Aún así pensé hacer que se la tomara con la sopa de fideos. Volví a la cocina y serví un plato para mi novio falso.

-Ya está caliente- dije entrando a la habitación con cuidado de no derramar la sopa.

-Si sigues haciendo esto, voy a sentirme peor- bromeó.

-Entonces cuidaré de ti. Ven a comer- dije poniendo el plato sobre un escritorio que había en la habitación. Se levantó aún con la sabana arropandolo. Tomé la sabana y se la quité para luego acostarme en su cama y arroparme completamente.

-¿Que haces? Tengo frío?- dijo volviendo por la sábana.

-Pero no puedes arroparte. Así no bajará la fiebre- contesté. -Ve a comer y luego ve a darte un baño de agua fría.

-Empiezas a hablar cómo mi mamá- dijo quejándose.

-Para eso estoy aquí, para cuidarte- contesté acurrucandome en su cama.

-No necesito que me cuides- dijo para luego toser fuertemente.

-Tu cama es muy cómoda- dije ignorando lo que había dicho.

-No te acostumbres mucho, no quiero compartirla. A menos de que quieras hacer otro trato- dijo mirándome con una sonrisa traviesa.

-Tú sólo come tu sopa- dije volviendo a acurrucarme. -Y cuando termines, toma la medicina y date un baño de agua fría.

-¿Me obligarás a bañarme?

-¿Quieres estar enfermo por mucho tiempo?

-No tendría ningún problema, siempre y cuando tenga a mi enfermera personal- comentó.

-Bueno, como tu amiga, te conseguiré una enfermera personal de acuerdo a tus gustos.

-¿Y qué si mi amiga es la enfermera que yo deseo?- preguntó para luego estornudar.

-Entonces te llevaré al hospital- rió ante mi comentario.

-Bien. Tendré que hecerle caso a mi enfermera si quiero ser atendido exclusivamente por ella- se levantó de su asiento dejando el plato de lado y buscó ropa limpia en su armario. Entonces fue al baño sin decir más.

Estando arropada de pies a cabeza, en la cama de mi novio falso, simplemente cerré los ojos para descansar tan solo unos minutos hasta que él saliese del baño. Mi cabeza no podía dejar de repetir el día en que nos conocimos. Cuando estaba completamente desnuda en su cama, preguntándome cómo había llegado hasta ahí. Las cosas habían cambiado mucho desde entonces. Yoongi solía ser muy frío y era muy rara la vez que me pedía un favor. Tampoco era nuy afectuoso delante de los demás. Ahora todo era diferente, él confiaba en mí, hablaba conmigo como si fuese su amiga. Se preocupa por mí y yo por él. Es más afectuoso delante de los demás y también cuando estamos en privado. Me agradaba más este Min Yoongi. Pero... ¿Acaso mis amigas tienen razón? ¿Min Yoongi cambió su forma de ser porque le gusto? Esperaba que no, él es un gran amigo, y yo amo a Mark. Pasé varios minutos simplemente pensando en eso, hasta que mi novio falso volvió a la habitación con el cabello mojado y temblando de frío.

-¡Tengo mucho frío!- dijo corriendo hasta la cama.

-¡No! ¿Que haces? No puedes arroparte- lo reprendí cuando vino a quitarme las sábanas.

-Pero tengo mucho frío- se quejó con voz temblorosa. -Al menos dejame abrazarte- pidió tumbandose a mi lado y abrazandome por ancima de las sábanas.

-Me vas a contagiar- dije nerviosa al tenerlo tan cerca de mi rostro.

-No me importa. Esto es venganza por no dejar que me arrope- dijo con los ojos cerrados acercándose aún mas a mí, hasta esconder su cara en el hueco entre mi cuello y mi hombro.

-Soy tu amiga, mi deber es cuidarte. Lo hago por tu bien- me defendí.

-Entonces, yo cuidaré de tí cuando te enfermes o te sientas mal. Sea lo que sea que te haga sentir mal, yo cuidaré de ti- contestó.

-¿Lo prometes?- pregunté.

-Lo prometo- contestó sacando su cabeza de mi cuello y mirándome fijamente a los ojos.

-Pensé que me odiabas- le comenté. -¿Cómo es que ahora somos buenos amigos?

-No te odiaba, sólo no te conocía bien y pensaba que eras patética.

-¿Ya no lo crees?

-Ahora sólo pienso que eres joven y estúpida. Tienes mucho por vivir todavía, y te darás cuenta de muchas cosas- dijo acariciando mi cabello.

-Comienzas a hablar como un anciano- bromeé.

-Bueno, soy mayor que tú- contestó.

-Son sólo 5 años- dije riendo.

-5 años es mucho tiempo. Yo tenía tenía 5 años cuando tu eras una bebé. Tenía 15 años cuando tú tenías 10.

-Lo siento, anciano- contesté sarcásticamente mientras reía.

-Enfermera, creo que comienzo a sentirme peor- dijo después de unos segundos.

-¿Que sientes? ¿Tomaste la medicina?- pregunté tocando su frente preocupada, pero la fiebre comenzaba a bajar. Él tomó mi mano y la puso sobre su pecho, podía sentir su corazón latir rápidamente.

-No creo que haya medicina que me cure de esta enfermedad.

Let's Make A DealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora