Coliseo (parte 3).

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—Usar tres espadas es para payasos de circo —dice el chico rico, que estaba casi celebrando su victoria—. Te daré un consejo, cambia tu estilo a una sola, no eres tan malo con ella después de todo, o consíguete un empleo como escudero, están pagando bien en estos días, pordiosero.

—Sí y luego de 30 años, podría comprarme una casa en la playa verdad —jadeo—, suena muy bien ¿y luego qué? —jadeo—. Espero a que cualquier tipo que sea tan solo un poco más fuerte que yo venga y reclame mi casa, ¿mis tierras?, ¿mi esposa? ¿Que mate a mis hijos?

Se queda callado unos segundos y luego responde de forma egocéntrica.

—¡¿Y?! Solo te doy un consejo, no me interesa que hagas con tu vida, la mía ya está clara. Iré al torneo del nuevo mundo y cuando lo gané, seré acogido por la familia real, escalare puestos y en unos 10 años tendré inmensas cantidades de territorios y ejércitos a mis pies —termina de mofarse con una gran carcajada.

—¿Solo eso? –me burlo con una carcajada a un más fuete que la suya, la cual refleja demencia.

—¿Qué? ¿Por qué te ríes?

—Apuntas muy bajo, ¿territorios?, ¿ejércitos? Eso no es nada —respondo con una gran sonrisa.

—¿Estas de coña? ¿O es que te has vuelto loco ya? —Pregunta con un poco de duda y confusión en sus palabras—. Pero que digo, si solo eres un plebeyo, no entiendes ni te puedes imaginar algo me...

—¡El mundo!

Su silencio y ración se notaron al instante.

—Yo aspiro a tener a todo el mundo en las palmas de mis manos —digo enseñando la mano y apretando el puño como señal de posesión.

Todos las personas de público, estaban a la expectativa de quien ganaría, desde que quedamos el rubio narcisista, con problemas de atención y yo, pero ¿cómo rayos llegamos a esto? Ups, mi culpa, creo que me he saltado una parte importante.

A ver, ¿dónde me quede?... Así.

Con una campanada, todos entendimos que había empezado la batalla. El mastodonte les ordenó a sus 4 amigos que cubrieran los laterales, para que nadie interrumpiera su diversión, o la mía.

—Antes de pelear, quiero saber ¿Por qué tienes tanto odio a los asesinos esos? –Le pregunto a la vez que tronaba los huesos de mis manos y el cuello, haciendo estiramientos para calentar—. Acaso, ¿patearon tu perro?

—¡Te quitare lo payaso a golpes! —grita cargando contra mí, pero lo detengo dando un gran golpe en su estómago para sacarle el aire y que su cara se nivelé a mi estatura, quedando su oído cerca de mi boca.

—"Matar es fácil, pero vencer sin matar a tu oponente, es para fuertes" –le susurro la frase que siempre repetía mi maestro.

Meto mis dedos en su nariz y salto haciendo que se incorpore a la fuerza, cayendo a sus espaldas, cosa que al parecer a uno de sus amigos no le gusto, porque atrapó mi brazo derecho con unas cadenas de acero.

—¡No escaparás ahora maldito! —y en lo que dijo eso, el mastodonte sacó su espada gigante, de al menos un metro y medio de largo, arremetiendo contra mí.

Mas con mi mano libre, apenas pude sacar mi espada a tiempo para no ser rebanado en dos, creando chispas al bloquear su ataque. Su fuerza era impresionante, sin embargo por más presión que pusiera en su espada la mía no iba a ceder con facilidad. Ni siquiera con el idiota inmovilizado mi otro brazo.

Repelido su ataque, golpeo con una fuerte patada para alejarlo unos cuantos metros, pero eso solo logró que otro de sus amigos encadenara mi pierna izquierda. Mastodonte cargo contra mí de nuevo, pero la poca distancia que había entre nosotros me dio unos segundos para jalar con todas mis fuerzas la cadena de mi brazo, provocando que el gordo, que estaba reteniendo con ella, saliera volando hacia mi dirección interponiéndose entre el mastodonte y yo. Lamentablemente el muy bruto ya había lanzado su ataque contra mí y fue imposible parar su espada para no rebanar de tajo a su compañero, quedando así dos mitades y un charco de sangre entre nosotros.

Sin perder tiempo y aprovechando la pequeña distracción, quite la cadena de mi brazo, sacando la segunda espada, con un movimiento de tijeras corto las otras cadenas, quedando libre para esquivar el siguiente ataque dando un gran salto hacia atrás. Lo que fue un grave error, porque un luchador de los tantos que nos encontrábamos aquí, saltó con su lanza para atravesarme de costado y lo hubiese conseguido, de no ser por el mastodonte que lanzó una daga al aire golpeándolo de lleno en el corazón.

Al caer en la tierra, me siento tentado a preguntar porque me había salvado, pero su mirada de furia total me dijo que solo me quería para él.

—Siento lo de tu amigo, pero no me dio otra opción —sus otros compañeros no se habían inmutado para nada, como si no tuviesen sentimientos por el gordo mutilado.

—No te preocupes, después de todo eres un asesino —estaba muy enojado, pero algo me dice que no fue por lo que le pasó al tipo—. Lo que no perdonaré es que me hayas hecho perder el tiempo contratando a ese maldito pedazo de carne —dice pateando la parte superior del cuerpo y luego aplastando la cabeza con su enorme pie—. No servía ni para atar a alguien, basura.

Comencé a caminar lentamente hacia él, con cada paso que daba, pensaba en cómo mataría a este cavernícola hijo de p...

—Solo los tratas como bolsas de carne, armas, un producto que puedes cambiar en el mercado si está defectuoso, ¿no es verdad? —expreso con palabras colmadas de indignación y con la mirada baja.

—Parece que entiendes de eso. Ya sabes como es este negocio, cualquiera se vende por unas cuantas monedas de oro —y ahí fue cuando observé detenidamente a los 3 que quedaban, todos se veían vacíos y sin motivación, combinado con un poco de miedo y tristeza—. Solo son un escalón más que puedo pisar para llegar a mi objetivo.

"Estos hombres solo estaban aquí por un pago, están siendo utilizados para que el mastodonte llegue a la final. Estas personas no quieren estar aquí, alguno hasta familia podrían tener y yo acabo de...''

—¡¡Aaaah!! —lanzó un grito a todo pulmón.

"Lo he hecho todo mal, ahora si estoy encabronado". El mastodonte chasquea sus dedos dando una señal para que los demás me ataquen a la vez. Usando el lado sin filo de mis espadas golpeó con velocidad, dejando a los 3 inconscientes en el suelo. El mastodonte carga contra mí, pero esquivo todos sus ataques con facilidad y con las espadas entrecruzadas sobre mi cabeza detengo su último ataque. Lo miro con furia y cortó su espada por la mitad.

Sorprendido por lo que acaba de pasar y con su mirada ahora reflejando incertidumbre y miedo, grita.

—¡¡No puede ser!!

—Eliminare a todos los que sean como tú, de mi mundo —digo incrustando mi espada en su frente.

Pongo mi pie sobre su hombro para apoyar y poder sacar la espada de su cabeza. La sacudo un poco para eliminar el exceso de sangre que goteaba de ella y doy vuelta dejando el cadáver del mastodonte atrás.

"Eres tan débil que no importa si te mato o no, seguiré siendo más fuerte".

Tres EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora