¿El poder de la amistad o el poder de un individuo?

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—Algo más señorita —me dirijo a la encargada—. Ese cristal, ¿no es fácil de romper o sí?

—No te preocupes, puede resistir des de unas balas, hasta el estallido de una pequeña bomba —responde la encargada sosteniendo su gran sonrisa.

"Joder, este tipo no trae bombas", pienso mientras reviso el cuerpo de uno de los dos terrorista noqueados. "Y las balas ni siquiera​ son una caricia para este maldito cristal", la frustración me invade y golpeó con rabia la caja fuerte donde se encontraba mi espada.

—¡Maldición, no puedo volver por donde vine! —maldigo aterrado por el solo hecho de recordar aquel ducto de la ventilación—. Así que coopera conmigo y ábrete —vuelvo a golpear la caja.

"Un segundo...", Una idea estúpida me llega a la cabeza.

"Esto va a doler", pienso y acto seguido golpeó el cristal con todas mis fuerzas.

—¡Haag...! —cierro mi boca antes de que el resto de terroristas se enteren de lo que hacía.

Vuelvo y doy otro golpe más, está vez con mi otra mano. Maldigo por lo bajo e intentando hacer el menor ruido posible. Otro intento más y luego otro, después del décimo puñetazo mis nudillos dejaban caer unas cuantas gotas de sangre al suelo, sin embargo todo ese esfuerzo dio un solo fruto y ese fue una diminuta grieta en el cristal.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro y me impulso para seguir golpeando, hasta que por fin una fisura lo suficientemente grande ya se divisaba. Mis puños estaban empapados de sangre, pero eso no era nada para toda la mierda que había pasado hasta ahora.

"Uno más", pienso quitándome la playera para envolverla en mi puño derecho.

—Vamos bebé, ven con papá —y suelto el último puñetazo con todo lo que tenía.

Unos minutos después, en la cabina donde esta luz.

—Parece que sus vidas no valen una mierda, ¿verdad? —dice el terrorista ejecutando en el acto, a otro tripulante.

Luz se lleva las manos a la boca y no dejan de caer lágrimas por sus mejillas.

—¿Aun te resiste? ¿Cuantos más tienen que morir, para que me digas dónde está tu amiguito? —Amenaza el hombre—. 5, 10, 20 ¿Quizás?

—¡Ya basta, por favor...! —luz es callada con una bofetada propinada por el terrorista.

—¡¿Crees que soy una maldita broma?! —dice con enojo, luego apunta a una chica joven y le dispara en el estómago.

La chica grita, pero no tarda mucho en ser silenciada, por otra bala. El hombre se acerca a luz y dice.

—¿Quieres que le suceda eso a tu bebé? —una sonrisa desquiciada se dibuja en la cara del hombre.

—Atrévete a decir esas palabras de nuevo —Joel camina hacia el terrorista, el cual queda paralizado cuando le apunta a la cara, con el arma de uno de sus compañeros—. ¡Mal nacido! —aprieta el gatillo, volando sus sesos al instante.

Todos observan la escena, impactados.

—Siento la tardanza luz, pero tuve unos cuantos problemas allá atrás.

Minutos antes. Área de carga.

Luego de haber conseguido por fin mi espada, agarre el arma del terrorista. En eso, el que había noqueado, recobro la conciencia y disparó contra mí sin vacilar.

Gracias a mis grandes reflejos y a que tenía la espada en mano, esquive con agilidad unas cuantas y luego lo corte. La sangre salpicó las paredes y los disparos cesaron. Tomé mi segundo aire y me senté a pensar.

Tres EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora