Destino.

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Sugerencia: Haber leído ya el "prólogo". Y si ya lo leíste, pero ha pasado mucho tiempo y no te acuerdas bien de qué va, leerlo de nuevo.

La punta toco la tierra y la energía acumulada fue liberada. Desde ese momento perdí la consciencia, hasta ahora.

Más allá.

—No volveré a ser niñera nunca más —Se queja por décima vez Cris a mi lado.

—¿Cristofer?, ¿estás vivo? —preguntó Mayumi asombrada.

—Pues, a juzgar por el lugar en donde estamos, creo que todos morimos —respondió de forma nada graciosa.

—Chicos, ¿son ustedes?, ¿qué sucedió?, ¿y el gorila?, ¿cómo llegamos aquí? —desperté más desorientado que un pre-adolecente luego de suprimiera noche de alcohol sin restricciones.

—Joel, ¿te han dicho que eres irritante? —Indagó Cris.

—Más de una vez. Cuando vivía en el basurero el viejo...

—Ambos, cállense —demando May— ¿Cristofer, que sucedió?

—Luego de sacarte moribunda, de aquel laboratorio, salí a la superficie, donde encontré a este pedazo de mierda —me señalo—, debajo de una pared, luego tuve que sacarnos de ahí porque no estaba en condiciones de luchar y cuando estaba a punto de llegar a un río, un hoyo se abrió en la tierra. Intenté saltarlo, pero ustedes son más pesados de lo que aparentan, así que no lo lograos. Y aquí estamos.

—Ya veo —asimiló May, mientras analizaba la situación.

—¿Solo soy yo, o este lugar se ve sospechoso? —pregunte.

—¿Lo dices porque a nuestro alrededor solo hay oscuridad, pero nosotros tres nos podemos ver perfectamente, o por el hecho de que hace unos minutos me sentía calcinada por dentro, y ahora estoy más saludable que nunca? —creo que nunca había escuchado a Mayumi ser tan sarcástica.

—Ahora que lo dices —dando barios saltitos y estirando mi cuerpo, confirmo que estoy listo para luchar contra un ejército—, yo también me siento súper.

—¿Es un buen momento para de decirles, que por alguna extraña razón, ahora le tengo miedo a la oscuridad? —confesó Cristofer casi tembloroso.

—¿Que ahora le tienes miedo a la oscuridad? —pregunto May sin entender por qué antes no la tenía.

—¡Ja! Marica —me burlo—. Esperen, ¿dijiste que caímos por un hoyo?

—Si.

—En otras palabras, estamos bajo tierra, ¿verdad? Glup —trago saliva y mis piernas comenzaron a temblar, a la vez que empecé a sudar.

—¡Dioses! —suspiró May— ¿Porque me mandaste a un par de niñas como compañeros?

—Bueno jefa, ¿y ahora que hacemos? —le preguntó Cris.

—¿Jefa? —replicó May.

—Sí, ya sabes, te las pasas dando órdenes siempre...

—Eso lo hago porque ninguno de ustedes da para ello.

—¡Oye! Es que no me has dado una oportunidad de intentarlo —se defendió Cris—. Hasta él ha dado órdenes, solo porque te gus... —Cristofer no pudo terminar la frase, pues May le cerró la boca con un puñetazo.

—O te callas, o me das una idea de cómo salir de este lugar, Cristofer de Wolf —Masculló la kunoichi, algo sonrojada.

—Chicos, miren hacia allá y díganme qué no soy el único que ve aquella luz al final del túnel —trague seco y les señale con mi dedo índice.

Tres EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora