Hasta la muerte ama mi historia.

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Niños, ¿recuerdan cuando les dije que hacer negocios con la mafia era una mala idea?

Pues yo debí de escuchar mi propio consejo. Ahora vallan y compren unas cuantas flores para su tío Joel y llévenlas a mi funeral. Por qué hoy es el día de mi muerte.

—Parece que moriré antes de lo que tenía planeado —dice Cristofer aceptando su destino.

—No es que le tenga miedo a la muerte —digo mientras me temblaban las rodillas—, pero yo pensé que moriría rodeado de chicas, y con mis hijos peleándose por mi herencia.

—¡Hermano! —dice Cristofer levantando su puño en mi dirección—, ¿dónde habías estado todo este tiempo?

—Metido en un maldito basurero —chocamos puños en forma de despedida y cerrando los ojos, nos entregamos a la muerte.

Los dioses deben de estar cuidándome muy bien, porque en el momento en que los matones estaban a punto de mandarnos al otro mundo (si es que hay uno), un hombre llegó sobresaltado por la puerta principal gritando.

—¡Esta muerto! —todos miramos en su dirección y una bala paso a escasos centímetros de mi cara, a causa unas manos inquietas que comprimieron el gatillo por un segundo.

—¿Quien está muerto? —pregunta Alessandro frunciendo el ceño, por haber arruinado su diversión.

—¡Su padre! Anzino Bianchi ¡Está muerto! —contesta el emisario.

—Lo descubrieron más rápido de lo que esperaba —dice Cristofer sorprendido, pero en voz baja.

—¿De qué hablas? —pregunto, después de haber mojado mis pantalones, y con su mismo volumen.

—Yo mate a su padre —dice calmado casi susurrando—. Por eso te conté que para la próxima semana, ya estaría muerto.

—¿¡Enserio lo mataste!? ¿Qué te hizo ese pobre magnate de los negocios, viejo?

—La verdad es que ya estaba aburrido de esta vida sin sentido que llevaba. Estaba harto de ese maldito viejo y sus estúpidas formas de hacer las cosas —se desquita Cristofer con un tanto de amargura.

—¿Estas bromeando?, Este mundo...

—Es una mierda —me interrumpe antes de terminar la frase—. Todo lo que me ha pasado y he vivido, me ha servido de impulso para estar donde estoy hoy.

Me limito a escucharlo, en lo que Alessandro está entretenido escuchando el informe del hombre de las "malas noticias".

—Pero llega un punto en el que eres tan fuerte que nadie satisface tus hacías de lucha. Luego obtienes todo lo que has querido, ¿y para qué?

—Oye...

—En un año ya estaba harto de todo esto, pero no podía dejarlo —dice transmitiendo un gran dolor con sus palabras—, ese maldito contrato no me dejaba salir de este lugar. Para cuándo venció, tenía tanto tiempo aquí debajo que me fue imposible salir a la superficie sin que mi piel y mis ojos ardieran en el momento en que la luz me acariciara.

—Oye...

—Así que volví a este lugar, para vengarme de estos idiotas —ahora sus palabras se tornaron un poco más agresivas—. El plan era simple. Sabotear todas las contiendas hasta que las personas prefirieran ver como se secaba la pintura en la pared, antes que ver una de mis aburridas peleas. Donde vencía a mi oponente en menos de 5 minutos.

—No quiero interrumpir, pero...

—¡Hasta que llegaste tú! —me lanza una mirada desafiante—, y le diste una vuelta a todo. Ahora recuerdo que hay personas más poderosas allá afuera y me gustaría enfrentarme a todas ellas. Y claro, tener mi revancha contigo y demostrarte que eres un niño delante de mí.

Tres EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora